Bájate al pilón
Dalila
Hace unos años tenía una compañera de trabajo que, un día, me dijo que había encontrado al amor de su vida. Así, literal. Muy contenta por ella y esperándome cualquier otra contestación, le pregunté por qué. Ella fue bastante explícita: al parecer, el susodicho sabía comerlo muy bien. Entonces me alegré todavía más.
En todos mis años, que no son escasos, es cierto que sí me he encontrado con una escasa cantidad de hombres que saben comer coño. Y me refiero a comerlo de verdad, no a pegar dos lengüetazos y decir que te lo han comido, porque eso no es ni un cunnilingus ni es nada. Por muchos tantos que se anoten algunos.
Comer coño es un arte y, encima, cada mujer funciona de manera diferente. Muchos tíos le ponen verdaderas ganas y ni por ésas pueden, por eso es tan valioso y escaso el buen comedor. Algunos, directamente, no tienen nada que hacer, porque se creen que están comiéndote el coño como a ellos les comen la polla, prácticamente obligándote a que les sostengas la mirada. La mayor parte de los tíos no están muy favorecidos desde tu perspectiva y, si el susodicho bizquea ligeramente mientras te mira, la escena ya se convierte en turbadora del todo. A algunos les he tenido que enseñar tutoriales porque el clítoris es un órgano complejo, a la vez que una maravilla de la biomecánica. Veinte mil terminaciones nerviosas en el espacio de un centímetro cuadrado. Capaz de lo mejor y de lo peor. Lo que yo diga, una maravilla.
Para bajar bien al pilón hacen falta eso, ganas pero, sobre todo, los recursos necesarios. Lo primero, la paciencia contigo mismo. Tenéis unas ganas tremendas de que la muchacha se os corra, pero cuando llega el momento no tenéis paciencia para construir el orgasmo. Las mujeres no somos como los hombres: no nos dejamos llevar hasta corrernos, nosotras construimos la excitación, por eso el orgasmo femenino es un arte.
Lo segundo es una buena capacidad para escuchar. Ésta es la más difícil, porque como decía Raimundo Amador, enterradito entre las piernas uno no escucha demasiado bien. Por eso, hay muchas formas de escuchar a una mujer. La posición del cuerpo es lo que más puede decirte. Y, por cierto, no te empeñes en ponerla en una posición determinada: si la comida es para ella, deja que ella decida cómo está cómoda.
Y lo tercero es una buena demostración. Hay un vídeo que rula por internet de una maestra del porno, la Sra. Nina Hartley. Esa mujer sí que sabe de lo que habla, porque aparte de Pornstar es enfermera y por eso sabe muchísimo de la anatomía femenina. Y, encima, ha comido mucho coño. Así que hay demostraciones por su parte, incluso con explicaciones, contando cómo se come, cuándo, cuánto y por dónde. Lo dicho, toda una artista. Dicen que hasta da clases de eso mismo en Estados Unidos.
En definitiva, con un poco de ganas e implicación, cualquiera puede comerlo bien mientras no se dedique a poner miradas turbadoras mientras está en el tema. Gracias a Dionisos, existe Internet y todos podemos aprender más antes de ponernos a practicar. Y, por supuesto, siempre nos podemos hacer una pajilla de regalo.
Buen provecho.