Fóllate un torpe por el bien común
Hieros Gamos
Hay cosas que la ciencia debería de estudiar, como por ejemplo el por qué carajo cuando estás soltero las mujeres se alejan de ti como de la peste pero cuando tienes pareja todos son atenciones.
Todos lo hemos vivido de una manera u otra: vas a salir de fiesta y tienes ganas de mambo así que te pegas una buena ducha, incluso te enjabonas la espalda, una hora buscando en el armario la ropa adecuada probando combinaciones como una quinceañera. Tres cuartos de hora frente al espejo con el secador de pelo hasta que no quede un solo mechón fuera de su sitio. Un poco de desodorante, un poco de colonia, el cinturón bueno, limpias los zapatos y entonces sales a comerte el mundo. Te vienes arriba y pasas de cervezas: un whiskey con hielo que te hace sentir más cool que nadie. A las doce aún eres optimista y piensas que “ella” aún está por llegar. A las dos empiezas a pensar que si no es “ella” podría ser “la otra” o “aquella”. A las cinco ya no tienes criterio ni casi conciencia, deberías saber que ir a destilados está bastante por encima de tus posibilidades. A las ocho de la mañana piensas que si el taxista se afeitara el bigote te podría hacer un apaño.
Lo has intentado toda la noche y no has conseguido más que caras de “huele a caca”, “contigo no bicho” y “a ti no te tocaba ni con un palo”. Un fracaso en toda regla.
Pasa el tiempo y por arte de birlibirloque comienzas una relación con una dama que casi seguro no te mereces. Un día sales con los amigotes, secuestrado porque hacía meses que no te veían sin la contraria a tu lado. Te vistes con los mismos vaqueros que llevas usando desde hace tres días, tu camiseta de Pokemon favorita y para que te vas a duchar si vas a acabar apestando a tabaco y kalimotxo; mejor te duchas al llegar a casa.
De pronto parece que los dioses han decidido burlarse de ti: te das cuenta que la rubia del fondo no te quita el ojo, en otro bar se te acerca una morena que dice le gustas a su amiga, una despedida de soltera casi te violan en la mismísima calle… y eres incapaz de procesarlo ¿por qué ahora maldita sea, por qué cuando estás atado de pies y manos?.
Todos nos hemos hecho la misma pregunta ¿por qué no hay manera de pillar cuando estás soltero y resulta tan fácil cuando tienes pareja? El problema es que nos lo hemos preguntado entre nosotros, pero yo he decidido preguntarles a ellas.
Entonces una sabia mujer me dijo: porque la desesperación se huele. Se ve que de alguna manera se te nota el plumero que estás intentando pillar cacho y la desesperación se hace patente. Una respuesta plausible así que insistí ¿pero cual es el problema para echar una canita al aire aún estando el mozo desesperado?
-Pues que follar con desesperados no mola
-¿Pero por qué? Piensa que si lleva tiempo en dique seco estará con más ganas y mostrará más empeño.
-Ese es el problema, que tendrá demasiado empeño y durará menos que un caramelo en la puerta de un colegio. Follar con un torpe es una insatisfacción asegurada.
-…
-Lo sabes.
Vale, pero entonces lo que tenéis que hacer es pensar de forma global: si a ese pobre diablo en lugar de rechazarlo te lo follas como Satán manda, entonces estará menos desesperado, más descargado y la siguiente que lo pille no se encontrará con una desilusión de tres minutos. Un polvo de caridad hoy puede significar un polvo empotrador mañana.
Dale una oportunidad a esa masa temblorosa de testosterona, hazlo por él, hazlo por ti, hazlo por todas.
Fóllate un torpe desesperado.