En el balneario
Ruper
El domingo de peli-manta habría sido reparador de no ser por esa llamada a media película: el jefe me pide que cubra una baja en mis vacaciones. Tras negociar acepto, me envían a un balneario cerca de la costa, empiezo el miércoles.
En la entrada del balneario pone Womanrelax. ¿Qué hago yo en un balneario para mujeres? Entro; pregunto en el mostrador por Sonia, la directora; me indican que espere un momento que ahora viene… Al rato aparece una mujer de unos 40, esbelta, pelo largo recogido en una coleta perfecta, tacones de aguja, – pero bueno, qué clase de balneario es éste – pienso mientras la veo caminar con firmeza y seguridad hacia mí. Su vestido negro y ajustado hace que no separe mi mirada de sus caderas, ese contoneo es hipnotizante. Se presenta, efectivamente es Sonia, la directora. Vamos a su oficina, me pone al día de las instalaciones y de los horarios.
Tras 30 minutos me da la carpeta de clientes. Realmente no me he enterado mucho de lo que me ha dicho, su voz sensual es más excitante que su cuerpo. – Espabila tonto, que estás en el trabajo. – Con la carpeta en la mano, voy saliendo de su oficina, en el reflejo de un armario de cristal que está camino a la salida, veo como me mira el culo y se mordisquea el labio inferior… me giro, su porte serio y correcto hace que me replantee lo que he creído ver en el reflejo, le sonrío y salgo.
Tras un día arduo de trabajo llega mi tiempo de descanso. Por estar trabajando con ellos, la directora me ha dado un bono de una hora para usar las instalaciones nada más cerrar al público, no es muy correcto que el masajista use las instalaciones en horario laboral, la profesionalidad del establecimiento no tiene lugar a dudas.
Los chorros a presión en la espalda a la temperatura adecuada me relajan bastante. El balneario sólo para mi, paz, tranquilidad, luz tenue, música relajante, y una exuberante mujer en bikini entrando por la puerta… ¡Eh! ¿Cómo?
Sigo en la postura de relax, pose de relajación e indiferencia, que no se note mi sobresalto. La directora saluda con un gesto de su rostro angelical; elige ponerse justo delante; nos miramos fijamente durante un tiempo que se me hace eterno; ella posa sus brazos a los costados en forma de cruz, separa sus rodillas unos centímetros. Me sumerjo y buceo hasta ella subiendo a la superficie entre sus piernas. El agua resbala por mi torso, miro fijamente su rostro, la beso; el agua cae por nuestros cuerpos, su manos deslizan mi bañador por mis piernas, con sus pies lo termina de bajar, yo no soy tan delicado, directamente me introduzco en ella.
Un gemido sale de ella; agarro su coleta y tiro con firmeza, mientras muerdo de su cuello y no paro de moverme. Noto cómo sus uñas están en contacto con mi espalda. Mi mano juega con su pezón mientras muerdo sus labios; ella juega con mi cabello con una mano, la otra esta en mi glúteo ayudando a tener el ritmo que ella desea, acelerando cada vez un poco más. El calor que desprendemos es mayor que la temperatura del agua. Aceleramos el ritmo, vamos al son como una buena sinfonía, acelerando en los momentos adecuados, compenetrándonos en el tono de los gemidos, llegando a la vez a la sonata final, mordiendo con más pasión su cuello, arañando con fuerza mi espalda, en el momento del clímax nuestros labios se funden. Seguimos jugando un poco más, caricias, besos…
Se arregla el pelo sale del agua por las escaleras, su contoneo no deja de ser sexy… Se dirige hacia la sauna, se gira antes de mirarme y entra en ella. Yo mejor me quedo aquí, que ahí dentro hace mucho calor. Disfruto del relax durante unos minutos. Al rato la puerta de la sauna se abre, una mano se asoma y deja caer un bikini. Salgo de la piscina, recojo el bikini y entro a la sauna…
Tilín tilín tilín… suena la campana del segundo asalto.