Cuerpos fundidos (Moonlight)
Moonlight
Siempre he sido tímida. En clase de pequeña, en el instituto, a la hora de hacer amigas y a la de ligar… Tonta incomprendida. Supongo que por mi juventud la vida no me ha hecho espabilar aún… O al menos eso dice mi hermana mayor.
Quería cambiar, quería vencer mi timidez, y un día me puse a buscar en internet formas de liberarte personalmente, de quererte más… Encontraba anuncios de libros de autoayuda y textos insípidos, y profundicé un poco más mi búsqueda. Investigando, un enlace sobre la liberación sexual me llamó la atención. Pinché, y la web me presentó a un tal Hieros Gamos, y un eslogan presentando un espacio para el placer de varios cuerpos a la vez…
Sí había tenido alguna relación sexual, un novio de unos meses que no funcionó y un rollete puntual, pero en fin, no era novata. Aunque me pareció desmesurado me picó la curiosidad. Desde luego como terapia de choque para vencer la timidez tenía que funcionar… «¿Pero que leches estoy diciendo? Olvídalo, anda.»
Esa noche no podía dormir. Ese enlace no se iba de mi cabeza. Me levanté de la cama y volví a buscarlo en el historial de mi portátil. Escribí un correo al tal Hieros simplemente por dormirme a gusto y confiando en que no me iba a contestar.
En un par de días recibí respuesta. Al parecer tenían ya seleccionados a tres chicos y dos chicas, y Hieros me guardaba el puesto libre. Sin pensar, le contesté que contara conmigo.
«¿Pero estás loca?» La cita era al día siguiente. La pregunta rebotó en mi cabeza durante casi toda la noche, y cuando faltaban unas horas para la cita seguía dudando… Llegó un momento en el que si no salía ya de casa no llegaría a tiempo, y dejé de pensar. Crucé la puerta de casa y me encaminé hacia la dirección que ponía en el correo.
Llegué al local y me recibió Hieros, ya que el proveedor que citaban en el mail estaba recibiendo a otros. Hieros, grande y vestido de negro, me dijo que todos estaban ya preparados, y sentí ganas de huir por donde había venido. Pero Hieros, aunque oscuro y con un toque algo hostil… me inspiraba confianza. Me ató un lazo naranja a la muñeca y me dijo: «Cuando quieras, están esperándote.» Acto seguido me dejó sola de nuevo con mis pensamientos. Como siguiese pensando iba a huir de verdad, así que respiré profundamente, solté todo el aire en una bocanada, dí un par de saltos para activarme… y abrí la puerta.
En la estancia había cinco personas, tres chicos y dos chicas, cada uno con un lazo de diferente color en alguna parte de su cuerpo. Creo que uno de los chicos me sonrió… No estoy segura, mi vista estaba medio nublada por la tensión.
Otro hombre, supuse que el proveedor del que había oído hablar, trajo una bandeja con licores y agua. Les ofreció a mis compañeros y después se acercó a mí, que me temblaban las piernas y apenas había podido caminar para acercarme al resto. Deseché el agua, necesitaba algo fuerte… El licor era afrutado y me activó. Caminé despacio y me acerqué más al resto. Ufff… seguía muy nerviosa, pero… me gustó lo que veía.
Hieros nos contó las reglas, él iría guiando la… actividad. Al parecer consistía en buscar placer sin querer llegar enseguida al toma y daca habitual, bueno… me gustó lo que veía y lo que oía. Ahora esperaba poder relajarme de verdad. Conseguí caminar pero seguía temblando. El proveedor ya se había llevado el licor, porras.
Hieros mandó a Blanco y Roja al centro. Parece que esto empezaba… Blanco intentó besar a Roja, pero Hieros le paró. ¿Solo desvestirse? Que raro me pareció… aunque, mientras veía como el cuerpo de Roja iba liberándose de la ropa poco a poco, ya no me pareció tan mala idea.
Cuando ya estubieron desnudos los dos, Hieros mandó a Azul al centro con ellos. Parece que ahora sí se permitían besos, porque ví sorprendida como Blanco besaba a Azul con unas ganas tremendas. No parecían gays… pero entonces fue cuando me di cuenta de que debía liberarme de todos los prejuicios. Era raro, pero agradable, y empecé a sentirme libre. Sí… pensé que había tomado la decisión correcta al dejar de pensar y venir. Entró la chica con el lazo verde, que era guapísima, y la desvistieron entre todos, y entró después el chico de morado… ufff… parecía que se acercaba mi turno. Mis ganas de huir volvieron a aparecer momentáneamente. Hieros me miró con una sonrisa de medio lado, me cogió suavemente de la mano y me acercó al resto. Volvía a inspirarme confianza, así que mis ganas de huir desaparecieron y me dejé llevar hasta el centro, donde todos esos cuerpos se entrelazaban. Blanco me tendió las manos, y me decidí por fin a entrar, aún temblorosa. Me rodearon entre todos, mis ojos como platos. Empezaron a besarme muy suave. Sentí varias bocas, una en cada muñeca, una en mi cuello, otra por mi pierna… y poco a poco dejé de temblar. Varias manos me desvistieron lentamente, y mi tensión se transformó en cálida humedad entre mis piernas. Noté que me habían quitado la falda y yo misma me desprendí del sujetador. Ya estaba desnuda, y me sentía cómoda y excitadísima, y quise que todos a la vez empezaran a tocarme… pero Hieros nos paró.
Hicimos dos grupos, y me tocó con Blanco y Morado. ¿Dos chicos para mí? ¡Guau! El proveedor nos trajo lubricantes. Aromas frescos y afrutados, y Morado empezó a masajear mis hombros. Yo comencé a dar caricias en las piernas de Blanco, los dos estaban muy excitados. Morado bajó sus manos a mis pechos y mi excitación creció cada vez más. ¿Nervios? ¿Qué es eso?
Estaba tan concentrada en como Morado me sobaba los pechos que no oí la orden de Hieros diciendo que podíamos juntarnos todos. De repente me embargó la curiosidad por las chicas, nunca había tocado a una. Los chicos se acercaron gateando al otro grupo, y yo les seguí. Blanco se entrelazó con el resto, yo de momento me dediqué a observar… y entonces Verde emergió del lío de cuerpos y se acercó a mi, me besó la clavícula y puso mis manos en sus pechos. La sensación fue una pasada. Gracias a ella mi cuerpo ya estaba también metido en el lío de nuevo, y mientras una de mis manos jugaba con un pezón de Verde, mi otra mano acariciaba a Azul en la espalda. Roja gemía desesperada por el placer, era una gozada verla, y entonces Morado cogió mi mano, que descansaba en la espalda de Azul, y acercó mi dedo al ano de Blanco. Nunca antes había hecho eso, nunca antes había tocado una teta, ni había oído gemidos a tal volumen… un aroma dulce que no supe de donde salía me embriagó.
El proveedor se acercó con otra bandeja. ¿Más licor? No. Son juguetes de todos los tamaños y colores. De repente vi como Roja se abalanzaba hacia la bandeja con furia animal, y ya no me escandalicé, sonreí… Blanco también cogió uno y se lo metió por el culo. Me acerqué a él para ayudarle a darse placer. Parecía que le gustaba, disfrutaba con ello. Estaba completamente húmeda y empecé a tener ganas de devorar de verdad. Mientras yo jugaba en el culo de Blanco, éste devoraba el coño de Roja, y tuve la necesidad de sentir también algo dentro de mi boca. El miembro erecto de Blanco era lo que estaba más cerca de mi, así que me abalancé sobre él y mi boca lo cubrió por completo. Blanco gritó por la sorpresa y el placer, y ese grito me hizo degustar mi manjar con mucha más intensidad. Entonces noté las manos de Roja en mis pechos. Jugaba con mis pezones, girándolos entre sus dedos y este placer hizo que me desbocase más con el miembro de Blanco. Él me detuvo, era demasiado y no quería explotar todavía. Roja aprovechó y se rozó completamente con mi cuerpo, sus pezones rozaron los míos y me encantaba sentirlos. La boca de roja era húmeda y poco a poco liberó mis labios, bajó a mis pezones y acto seguido a mi ombligo. Me relajé más y me dejé hacer. La boca de roja se hundió en mi coño y disfrutó de mi humedad. Subí la pelvis para recibir mejor sus caricias, y de vez en cuando otras manos, no sabía ni de quien, me acariciaban por donde pillaban. Los dedos de Roja entraron en mí, su lengua se entretenía en mi clítoris…
Y oí la orden, esta vez clara en mi cabeza… Ahora podíamos hacer de todo, sin límites.
El proveedor se acercó con una bandeja de condones. Morado cogió uno y penetró a Verde, y ví que Blanco estaba penetrando a Azul. Me arrastré hacia Verde y Morado. Subí por sus piernas y vi muy de cerca como la polla de Morado entraba y salía, le acaricié las tetas para cumplimentar su placer. Bajé mi boca por su cuerpo y chupé tanto la polla que entraba y salía como el clítoris del coño que la recibía. Morado vió mis ganas, liberó a Verde y fue a follarse a Roja, que estaba más que preparada después de la comida de coño de Azul. Besé los muslos de Verde notando el calor que emergía de ella, y probé ese centro de calor. Era un sabor gustoso, salado. Rodeé el clítoris de Verde con los labios, aspiré, lo acaricié con los dientes, bajé por su hendidura e introduje mi lengua en este agujero cálido y sabroso. Subí de nuevo por su cuerpo y comencé a rozarme con ella como una perra en celo. Nuestras piernas se entrelazaron y nuestros coños se juntaron. Al incorporarme me encuentré con la polla de Azul y comencé a moverla con ritmo. Me apretaba contra el coño de verde de la misma forma que apretaba mi mano en la polla de Azul, notaba el calor que subía de mi coño y salía por todos los poros de mi piel. Fue el contacto más húmedo que he sentido en mi vida, y se expandía por mi cuerpo de tal forma que me corrí sobre verde.
Blanco se me acercó por la espalda, me levantó el culo y me penetró con fuerza. Grité y me caí sin resistir tanto placer y mi boca aterrizó de nuevo en el coño de Verde. Noté como blanco se corría dentro de mí y se abrazaba a mi espalda. Poco después se acercó al coño de Verde y nos unimos para darle placer. Verde se arqueó poniéndonoslo más fácil. Vimos a Azul y decidimos regalar placer también a él, ya que aún no sé cómo su polla desapareció de mi mano. Verde se incorporó y se nos unió. Yo me dedicaba a los huevos de Azul, metiéndolos en mi boca, y Verde y Blanco le chupaban la polla entrelazando sus lenguas mientras lo hacían. Me volví loca, solté sus huevos y entrelacé mi lengua con las de Verde y Blanco sobre la polla de Azul. Noté que Azul empezaba a convulsionarse y metí su polla en mi boca. Azul se corrió a gusto. De vez en cuando notaba manos de Roja y Morado, que habían estado en un juego con Azul hasta que fue nuestro, pero mi visión estaba nublada y no conseguía enterarme de todo lo que sucedía, solo sentía… y el placer era tan inmenso que caí sobre una masa de cuerpos, exhausta. Cuerpos que habían llegado a la calma y me acariciaban y besé suavemente…
Oí como la voz de Hieros nos felicitaba. El proveedor se nos acercó con unas bebidas. Nos incorporamos lentamente, y cogí agua fresca que me aclaró la garganta. Un poco de agua cayó por mi boca y se evaporó al contacto con mi cuerpo. Mis compañeros de juegos empezaron a despedirse con algún toqueteo y algún beso. Yo aún no respondía, mis piernas aún no respondían. Después de unos minutos solo quedamos Morado y yo. Morado me guiñó un ojo y se fue a la ducha. Volvía a ser la última. Hieros se acercó a mí, me tendió su mano y me ayudó a levantarme. Me indicó cual era la última ducha libre de las seis, y, sin darme cuenta, me despedí diciéndole «Hasta la próxima velada.»
Sí… creo que había superado mi timidez.