Del Infierno con deseo
Ruper
Facturas… Facturas y más facturas… Eso y propaganda…. No sé para que tengo buzón si solo recibo mierda.
Un sobre negro asoma entre los papeles, sin sello ni remitente. Mientras subo las escaleras voy abriéndolo. Las luces del portal empiezan a parpadear, consigo leer con dificultad la carta.
“Querido esclavo.
Hoy eres tú el elegido entre los mortales por nuestro señor, Asmodeo. Su heraldo te visitará para exprimir tu alma y quedarse con tu esencia vital.
No hay lugar donde te puedas esconder, a donde puedas escapar, él sabe de ti, él te escogió a ti…. Eres suyo, no hay vuelta atrás”
¡Dios! Los pelos en punta se me han quedado, panda de chalaos, estos locos de Halloween…
Abro la puerta de casa doy al interruptor de la luz, y esta no enciende. Mierda… Parece ser que la luz de la comunidad no anda bien… Cierro la puerta y busco la aplicación de linterna en el móvil. Una luz tenue se asoma por el pasillo… Viene de mi habitación, hostia puta, esto me empieza a acojonar… A medida que me acerco, despacio, el olor a vela e incienso se acentúa. Giro en el pasillo, la luz se hace más visible, me pongo tenso y entro por la puerta, me quedo paralizado…. Veo una figura de mujer, con unas botas hasta el muslo y con tacón alto, un triquini muy ajustado del mismo color que las botas, cara felina, melena morena y ondulada, con cuernos de carnero a cada lado del cráneo, – ¡Pero qué cojones! – Farfullo con respiración entre cortada, su mirada penetrante me deja paralizado. Se acerca a mí con paso firme; el contoneo de sus caderas me hace apreciar la cola de diabla que tiene. Sin darme tiempo a reaccionar me ha plantado su lengua dentro de la boca, un beso húmedo y apasionado. No consigo reaccionar.
Se aparta unos centímetros de mí, su mirada se parece a la de una animal de caza mirando a su presa, fija, penetrante, segura.
-Soy una Súcubo. Mi señor Asmodeo me ha mandado a recoger algo que tienes.
De un empujón me tira en la cama, no tarda ni medio segundo en ponerse encima de mí y agarrarme las manos, poniéndolas con fuerza por encima de mi cabeza, empieza a lamerme el cuello dándome algún que otro mordisco un poco más fuerte de los que yo lo daría, eso ha dolido, pero me ha venido bien para espabilar , empiezo a darme cuenta de la situación, tengo el pantalón desabrochado con una mano en mi polla, las manos agarradas y un ser del inframundo a punto de violarme… ¡Y una mierda! Se va a enterar la mierda de diablilla esta lo que es uno de Bilbao.
Me giro con fuerza y me pongo encima de ella, me hace una tenaza con las piernas, cojo sus manos en la posición que yo estaba antes y le devuelvo el mordisco, gime, le vuelvo a morder, afloja un poco las piernas…ha cogido la idea.
La miro fijamente, coloco mi polla y se la introduzco suavemente sin dejar de mirarla, repito la acción varias veces muy despacio. Cuando sus caderas se empiezan a contonear, la saco y juego con mi glande en su clítoris. Su mirada de deseo se hace evidente; me introduzco en ella de nuevo, suelto sus manos, agarro su melena por la base de la nuca y aprieto. Reacciona arañándome la espalda, con mi mano libre busco entre el colchón y el cabecero la cuerda que tengo siempre preparada. Ato sus manos a la cuerda, voy bajando por su cuerpo besando y mordiéndola en los puntos más sensibles jugando un ratito en la zona de los pezones.
Dedico un tiempo en el costado besando la zona cerca de la ingle; bajo a sus labios humedeciéndolos un poco más; coloco un almohadón debajo de la pelvis, y me pongo entre sus piernas medio recogidas. Uso mi lengua como si fuese una brocha y lamiendo todo su sexo, repito varias veces para después dedicarme solo a su clítoris, sus caderas empiezan a moverse solas. Introduzco mis dedos buscando ese pared rugosa que tiene dentro de ella, la estimulo con las yemas de mis dedos sin dejar de jugar con su “botoncito”. Sus espasmos empiezan a ser incontrolados, sus gemidos indican que está apunto, acelero el ritmo hasta que ella me presiona con sus muslos. Noto como su néctar sale de ella e introduzco mi lengua dentro; sus espasmos se hacen más agresivos, eso me indica que baje el ritmo para que sus sensaciones sean placenteras. Me separo de ella – Tú, ahí quietecita.
Busco en mi cajón el anillo vibrador sin que ella lo vea y me lo pongo en el dedo. Me coloco a su costado, le beso jugando sensualmente con su lengua, activo el anillo y acaricio su clítoris con él. Un pequeño sobresalto de ella me indica que no se lo esperaba. Bajo a sus pechos lamiéndolos despacio, jugando con sus pezones, mordisqueándolos, mientras el anillo hace su trabajo. Su sensibilidad está al máximo después de su primer orgasmo y no tarda mucho en llegar al segundo; sus manos intentan agarrarme mientras llega al máximo placer, pero la cuerda no le deja. Me aprisiona la mano con sus muslos, no tiene nada que hacer, el anillo sigue con su función específica sin necesidad de mover la mano. Su segundo orgasmo es más que evidente: sus espasmos son más exagerados, se retuerce de placer, gira sus caderas de un lado a otro con la intención de que el roce sea menos sensible. – Para, para, – me dice entre gemidos de placer.
Me pongo a sus pies justo en medio de sus muslos, me coloco el anillo en el sitio indicado y la penetro sin descanso hasta que estoy a punto de eyacular. Noto que se ha vuelto a correr, pero no voy a parar hasta que lo haga yo. A punto estoy, contraigo mis músculos pélvicos y aguanto el orgasmo lo justo para sacarla y salpicar su abdomen de semen. Acabo exhausto y la desato.
Se incorpora, se dirige a la puerta justo en los pies de las cama, con el dedo limpia su abdomen para luego tragárselo, me mira.
Se va desvistiendo. – Asmodeo, yo te invoco, duplica mis fuerzas para vencer a este ser, – me tira el triquini a la cara, me giro para que no me dé… ¡Pero qué coño! Por la puerta va entrando otro ser igual que el anterior. Sin tiempo a que reaccione, se me tiran encima, me atan con las cuerdas que usé, una se me pone encima de mi cara y noto como me están succionando la polla. ¡Joder, que aún estoy sensible! No puedo mover las manos. Intento mover los pies y las caderas pero están sujetas por unas manos. Tengo un coño en mi boca, no puedo ni gritar. Noto como suavizan la succión y empiezo a disfrutar de la mamada por lo cual hago yo lo mismo. No dejo de mover la lengua para dar placer, no es una posición cómoda, pero la sensación de abajo es grata. ¡Hostias! Se me contrae el esfínter, noto una lengua por mi ano seguido de un dedo juguetón buscando la próstata. La mujer que tengo en mi cara se aparta y por fin puedo respirar un poco. Intento incorporarme, el intento es fallido: se me ha vuelto a sentar encima, pero esta vez para darnos sexo oral mutuamente.
Intento darle placer pero el sexo oral que me hacen me impiden estar en plenas facultades. Noto como me lamen las pelotas mientras mi glande es succionado con experta habilidad. El dedo que comprime la próstata hace que a la hora de eyacular salga disparado mi semen manchando la cara de las 2. El orgasmo ha sido intenso, estoy exhausto, sin fuerza .
Se me acercan. Una me da un beso profundo y deja un poco impregnada mi mejilla del semen que lleva en la suya. La otra se limpia la cara primero con el dedo y lo lame, luego lame mi mejilla para limpiar la mía. Acaricia mi pecho, baja suavemente la mano por mi abdomen, me mordisquea un pezón y, sin esperarlo, me da un golpecito muy flojito en las pelotas que hace que me contraiga de la impresión, pero sin ser para nada doloroso.
Salen de la habitación. Durante unos minutos el silencio se hace notar, estoy agotado. Me recupero y me desato. Claudia y Carmen entran en mi habitación vestidas ya de calle, me devuelven las llaves del piso, me dan un beso cariñoso y se van.
Todos los años lo mismo… Estas góticas siempre me preparan algo en Halloween. Cada vez se lo curran más las gemelas, las adoro.