En busca de la libido perdida
Dalila
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Responde al nombre de Libido.
La última vez que fue vista llevaba collar rosa con pinchos y látigo a juego.
La perdimos de vista en pleno postparto y no ha vuelto a nosotros.
Ayúdanos a encontrarla, estamos muy tristes, especialmente mi marido.
Éste es el cartel con el que empapelaría mi ciudad entera. No porque me llene de orgullo el hecho de estar inapetente a ratos, sino porque es el gran tabú de los nuevos padres.
Os pondré en antecedentes: tuve un parto de ensueño, natural, corto y sin epidural. Había tenido un embarazo increíble con una pasión sexual desenfrenada y estuve follando como una posesa la mañana antes de ponerme de parto, así, con barrigón y todo. Físicamente me encontraba de maravilla. Tanto fue así que me planteé el retorno a la actividad sexual habitual incluso antes de acabada la cuarentena. Así que me empapé de leer artículos titulados “Cómo volver al sexo después del parto”, “el sexo y la maternidad”, etcétera. Leí por ahí que hacía falta un lubricante para retomar el tema, porque las bajeras quedaban secas como la mojama, y me dispuse a buscar el momento idóneo (léase la siesta del bebé). No podía ser tan difícil, total, follar es como montar en bicicleta.
A día de hoy mi hija tiene casi siete meses y sólo tengo una opinión sobre las revistas especializadas: pienso que sus redactores sólo escriben clichés. Mucho hablar de que te compres un lubricante, por aquello de episiotomía, que cuidado con la cicatriz de la cesárea, pero nadie habla de las otras dificultades, las que no se tienen en cuenta, las que no se hablan por pudor o miedo:
- Si das el pecho, a la mínima que lo intentas empiezas a chorrear y corta bastante el tema. Tiene sentido: la misma hormona que regula la excitación sexual es la que desencadena el reflejo de eyección de la leche. Si a la pareja le encanta el Actimel flipará al chupar tetas, pero al rato tanto dulzor puede cansar, así que gran parte de la leche irá a parar a sábanas y camisetas. Y no os hará gracia porque ya se tienen bastantes lavadoras que poner con la ropa del bebé. No hay que preocuparse, al tiempo uno se acostumbra y ver los chorrazos hasta tiene su encanto, incluso abre la puerta a varias fantasías sexuales poco habituales.
- La excitación tarda bastante más en hacer aparición y estás más cariñosa que otra cosa. Algunas mujeres nos encontramos más predispuestas al toqueteo que a la pasión, sobre todo en las primeras semanas. De nuevo, son las malditas hormonas.
- Algunos bebés nacen con un detector anti-hermanitos y a la que os ponéis cariñosos se despiertan y se ponen a llorar. Es más fácil cuando son más pequeños que cuando ya tienen varios meses, porque de muy bebés les das la teta, los duermes y se acabó, así que se puede retomar el polvo con un poquito de interés. Cuando son mayores se despiertan y empiezan a mirarte, te sonríen, te dicen gugú y, ya está, lo sabes: el follar se va a acabar. En cualquier caso es mejor atender al niño porque, creedme, es difícil hacer cualquier cosa (incluyendo correrse) cuando tienes un bebé llorando en la misma habitación. No hay nada más horrible. El briconsejo del día es que os vayáis a follar a otra parte de la casa si el bebé está durmiendo, porque el dormitorio está estupendo, pero el sofá es maravilloso para estas cosas. Y nadie dice nada de la apañada lavadora, la más que decente encimera de la cocina y de la exquisitez de la bañera.
- Estás muy cansado. Son muchas noches sin dormir.
- Te dirán que necesitáis tiempo para vosotros. Algunos familiares incluso insistirán en ello. Te dirán que el bebé tiene que dormir en otra habitación para que retoméis la “vida normal”. No os voy a engañar: cuando nace tu bebé, tu vida cambia para siempre. La vida normal es ahora con el bebé, ya no hay vuelta atrás. Así que eso de que necesitáis tiempo para estar a solas va muy bien para algunos padres, pero muy mal para otros. Haced lo que os pida el cuerpo, pero si sois de los que dormís y folláis en la misma habitación en la que duerme vuestro bebé (incluso en la misma cama), sabed que no pasa nada, que no se va a acordar a no ser que ya sea muy mayorcito. ¿O acaso tú te acuerdas de cuando dormías con tu madre y tus padres se dedicaban a darle fuerte y flojo?