La fecha de caducidad
La Txika del Sextoki
Sí, le he dejado. Quizás nunca fue «mío» aunque yo pensaba que sí. Tampoco se lo he dicho, creo que no se dará cuenta debido a lo poco que nos veíamos.
A veces me pregunto por qué los seres humanos estamos empeñados en alargar algo que no funciona, que está tocado de muerte y cuya fecha de caducidad ya ha pasado.
Quizás te acostumbras a esa persona, a su cara, a su olor, a unos hábitos, y te conformas con las migajas que te da cuando tienes ganas del pastel entero, porque cuando estáis es lo más jodidamente perfecto que conoces.
Y te mientes, y te convences de que esto mola, veros cada 4 meses a pesar de vivir a 20 minutos, justificar todos sus actos: no me contesta, se habrá dejado el teléfono en el trabajo, no me avisa de sus vacaciones porque necesita descansar y/o estar con sus amigos, no me ha felicitado en mi cumpleaños porque bah, no estamos en ese punto…
Y te das cuenta que pasas, sin saber cómo, a ser la otra sin que haya una pareja oficial. De ser su novia hace tiempo, y vuelves a intentarlo con él porque es de las mejores personas que has conocido, pero ahora eres una amante que, para verle, tienen que alinearse los astros y Plutón entrar en la casa de Sagitario.
Y claro, empiezas a valorar si merece la pena, ¿si me quiere? Jamás lo he dudado, pero quizás necesite algo más, ¿estará con otra? Sé que no, ¿merece la pena? Cuando llegas a esa parte, cuando haces balance, se te cae el mundo y la venda de los ojos. Pues no, no merece la pena. Estás renunciando a conocer a más gente por salir corriendo cada vez que él te llama. Así que no queda más remedio que cortar por lo sano y que los miedos vuelvan a ti. ¿Conoceré a alguien? ¿Le gustaré tal y como soy? Y asaltan las dudas de si debería cortarme el pelo, o ponerme a dieta, o que no se note tanto que soy tan apasionada a esto o a lo otro…
Y os puedo garantizar que, tras cortar por lo sano, me había auto convencido de que no necesitaba una relación de pareja porque no sabía amar a nadie. Cuando todos mis miedos se hacen presentes, llega alguien que te tira el muro abajo, te quiere como nadie lo ha hecho y ya no quieres migajas, quieres el pastel, el pastelero y la pastelería entera…
Empezamos una nueva etapa, os prometo que os mantendré al día. Hasta entonces, ¡sex felices!