Entrevistas: Ritxard Agirre
Barbarella
Ritxard Agirre es un escritor bilbaíno que me ha sorprendido gratamente con sus novelas. La primera, Tarótico, me pareció divertida y picante. En cuanto a su segunda novela, reconozco que tuve que leerla un par de veces para intentar cogerle cariño al personaje, sin éxito, pero no siempre te tiene que caer bien el protagonista. El personaje es un prototipo digno de mi minizoo, sexual y directo, aunque no sea muy empático. Hacía mucho tiempo que no leía una novela erótica diferente, de hecho había dejado de lado este tipo de literatura. Supongo que soy rara porque no me gustaron las 50 sombras de Grey, eso de encontrar el príncipe azul no entra en mis planes. Ritxard nos ofrece algo totalmente diferente, fresco y cargado de sensualidad y sexualidad.
Hoy tengo el placer de tener a Ritxard conmigo para que comparta lo que le inspiró en estas novelas.
Cuéntame, Ritxard, ¿desde cuándo escribes?
Desde niño, con 6 ó 7 años dibujaba y guionizaba mis propios cómics que luego regalaba a mi aita el día de su cumpleaños. Lo típico de un niño para agradar a su aita.
¿Cuándo descubriste que querías ser escritor?
Cuando descubrí que era una fuente de placer. Más que escritor, ser un jugador y disfrutar con ello. Cada vez que escribo saco a relucir mis debilidades, las expongo y así las sano.
¿Qué influencias tienes? ¿Cuál es tu libro favorito?
Mis influencias son muy “cómic”, desde Ibánez, pasando por Alan Moore, Neil Gaiman, Jodoroswsky, hasta Robert E. Howard, el Marqués de Sade y Oscar Wilde, del que recomiendo fervientemente “El retrato de Dorian Gray” o cualquiera de sus cuentos.
¿Escribes como terapia o con un espíritu didáctico?
Por hedonismo, como dije antes por placer, y muchas veces por autosanación. Escribo para mí, no soy ningún gurú, ni lo pretendo, es más no creo en los maestros. ¡You are your own guru!
¿Dirías que tus novelas tienen moraleja?
Todas, y creo que hasta ahora, siempre es el mismo mensaje desde diferentes argumentos y perspectivas, y es el de “amarse uno mismo como única forma de salvación”.
Siempre he tenido curiosidad sobre el proceso creativo de los escritores. ¿Cómo es tu rutina de creación? ¿Eres de los metódicos que escriben con horario de oficina o esperas a que te visiten las musas con nocturnidad y alevosía?
Soy de los perezosos que les cuesta un horror ponerse a crear, no en mi mente, que está continuamente en la fantasía, sino en materializarlo en letras, pero una vez que me pongo, la imaginación y el caos me llevan y acabo poseído hasta que doy forma a la historia.
¿Qué te motivó a escribir literatura erótica?
No estoy seguro que mis novelas sean eróticas, es más, me aburren brutalmente ese tipo novelas. Está claro que mis obras tienen gran carga de sexo, pero siempre uso el sexo como excusa para hablar de otro tipo de cosas, generalmente espirituales y vivenciales. Leyéndote al principio, no me extraña que 50 sombras te aburrieran… si me permites te recomiendo “Justine” del Marqués de Sade.
¿Cómo nació Tarótico. Un viaje sexpiritual?
Ya sé que os vais a reír, pero fue un mensaje del universo, los arcanos son como cómics sin bocadillo ni texto, y el universo me usó de enlace para contarme la historia que debía escribir. Cuando era muy niño y no sabía leer imaginaba las historias que veía en lo tebeos, y eso me ha perdurado hasta hoy, incluido con el Tarot.
¿Qué reacción esperabas de tus lectores? ¿Qué tal ha sido la acogida?
Pues hay de todo. Desde “me ha emocionado” o “qué cachondo/a me ha puesto este u otro pasaje”, hasta “vaya puta mierda” y broncas varias. De ambas críticas disfruto mucho, la verdad.
¿En tu opinión gusta más a mujeres o a masculinos?
Las mujeres se quedan más con la parte espiritual de la novela, y los hombres más con el sexo, o eso dicen, aunque hay excepciones, o quién sabe, a lo mejor es al revés y las mujeres se quedan con la sexual y los hombres con la emocional, y no se atreven a decirlo abiertamente. ¡A lo mejor todo el mundo me miente!
¿Qué destacarías de Tarótico. Un viaje sexpiritual?
Es un viaje interior, usando el sexo como motor muchas veces. La relación del protagonista consigo mismo, el dilema entre amarse a sí mismo sin caer en el egocentrismo o narcisismo. El punto de equilibro es amarse uno mismo para amar a los demás y viceversa, ya que uno no puede existir sin lo otro.
Después de su éxito te aventuraste con El diario del buen amor, un proyecto que en su día tenías descartado. ¿Por qué lo retomaste?
Me acojonaba mucho. Tenía pasajes tan fuertes que temía la reacción. Me he dado cuenta que las mujeres ya de cuarenta para adelante son las que más gustan de mi obra, pero las mujeres jóvenes, generalmente, no la asimilan muy bien. Es normal. Creo que es mi novela mejor escrita hasta el momento. La gente llena su vacío existencial de muchas formas, algunas políticamente correctas, como puede ser con el fútbol, salir y beber hasta la extenuación todos los findes, fumar marihuana todos los días…pero con el sexo es más complicado. El protagonista solo quiere que le quieran, y según avanza la novela vemos que en vez de lobo es víctima de todas sus relaciones, las cuales, la mayoría son tan vacías como su vida. Estoy muy orgulloso de esa novela, porque es muy incómoda, pero a la vez, para mí, está llena de mensaje.
No te voy a preguntar si es autobiográfico pero, ¿qué tiene el personaje de El diario del buen amor de ti?
Es una pregunta muy recurrente, al ser un “diario” juego con el morbo de si seré yo o no el protagonista. Realmente me parece bastante secundario, pero es una arma literaria con la que juego, y se resuelve al final, y como digo siempre “el premio es para los que leen”.
Sabes que el personaje no me cae bien, ¿y a tus lectores? ¿Han llegado a empatizar con él?
Sí, hay de todo. Generalmente me dicen que empatizan con él según avanza la novela, y la mayoría que al final se emocionan, e incluso, lloran, ¡si en el fondo es un romántico! Creo que si el personaje crea tanta aversión, y a la vez tanto cariño y curiosidad, es porque es un personaje coherente y carismático, pero también es cierto, y lo he dicho antes, que hay personas que no lo soportan, como tú. Yo creo que el protagonista hace un poco de “espejo” al lector, y si tienes autocrítica, muchas veces te puedes ver reflejado en él, seas hombre o mujer, porque hay muchas protagonistas femeninas que se aprovechan de él y lo usan como un kleenex, la diferencia es que el lector está todo el rato en la mente del protagonista, para bien o para mal.
¿Qué es lo que más te gusta de tu novela? ¿Qué es lo que más ha gustado a tus lectores?
De “El Diario del Buen Amor” puedo leerlo sin sonrojarme, con “Tarótico” me cuesta más, aunque reconozco que es mágico, y tiene su encanto. En cuanto a los lectores, si debiera destacar algo, es cuando me paran por la calle y me dicen lo mucho que les gustan los pensamientos del protagonista y cuánto les hace reflexionar.
Reconozco que algún que otro capítulo me ha excitado, ¿No te sonroja provocar estas pasiones en tus lectores? ¿En qué te inspiras para relatar las escenas eróticas?
Pocas mujeres se han atrevido a confesármelo, algunas han llegado más lejos y me han manifestado que les ha servido incluso para sus noches de soledad… Creo que es una de las cosas más bonitas que me pueden decir. En cuanto a las escenas eróticas, bueno, pues Sócrates (el jugador de futbol brasileño, no el filósofo griego, aunque éste también era licenciado en filosofía), aparte de gran jugador, decía que “se juega como se vive”, y estoy de acuerdo con él, por lo tanto añado que también “se escribe como se vive”.
Tu última novela, Tarot, es un interesante ensayo de descubrimiento personal. Supongo que no quieres encasillarte en el género erótico, pero ¿tienes en mente algún proyecto futuro en este género?
Sí, el ensayo es una obra que tenía en mente hace mucho, y al final se ha hecho realidad. El Tarot es una poderosa arma de autoconocimiento, donde tú eres tu propio maestro. En cuanto a futuros proyectos tengo un par de cosas en mente, pero me lo estoy tomando con calma. Ya os dije que soy perezoso, y dejo que poco a poco el universo me vaya empujando amorosamente a las nuevas creaciones. Las prisas son una vulgaridad, y como dice el protagonista del El diario del buen amor: “Dios es perezoso, por eso, hay que hacer las cosas con mucha lentitud, para no ofenderle.”