Es un error
Dos de Corazones
Hola, hola, seres infernales. Hace tiempo que no escribo, pero es que he estado ocupado queriéndome un poco y queriendo al resto del mundo siempre que he podido.
En mis paseos terrenales siempre busco camuflarme y aprender sobre los mortales; sí, esas gentes que son capaces de lo mejor y también de lo peor. Así, con cuidado, me voy mezclando en los grupos, atento a las conversaciones, siempre dispuesto a aprender y a desentrañar escollos sexuales. Ya veis, soy un educador: enseño a pescar en lugar de dar peces.
Pero no nos enrollemos. Mirad, estaba yo en un bar con una cuadrilla de masculinos, la testosterona se olía a distancia y decidí meterme en el grupo utilizando mis trucos diabólicos. En unos momentos era uno más de la cuadrilla; en fin, que acabamos hablando de sexo y yo estaba pendiente. Sabéis que soy un enamorado de la vida y la no vida, que me encanta el sexo bien hecho, el de ponerle empeño, vaya, el de disfrutarlo. Pues bien, como siempre, intenté educar y esto fue lo que pasó.
En determinado momento hablé de las posibilidades que se tienen cuando estás encamado con tu pareja sexual: tocar, masajear, besar y por supuesto la inclusión de juguetes sexuales (soy muy inclusivo) y en ese momento algo pasó que me enfadó. Me enfadó la estupidez, la gente se escandalizó, y los alegatos fueron más que tristes, alegatos que por supuesto rebatí. Aquí están:
1. Si usas juguetes es por que ya no te pone hacerlo sólo con tu compañero sexual y necesitas más cosas, es por falta de deseo.
Ahhhh, error, para disfrutar de tu relación tienes que querer compartirte con tu compañero sexual en todos los aspectos, quieres tener la oportunidad de hacer gozar y gozártela tú mismo; así que todo es viable, no dejas de desear algo solo por aprender a jugar mejor ¿o sí?
2. Paso de regalarle un juguetito por que si no, después se lo hace sola y quiere follar menos.
He de decir que aquí casi decapito al infeliz, pero me contuve. “A ver, didáctico Dosde, sé didáctico y respira”. Una vez guardadas las garras retráctiles, hablé e intenté hacer ver esta verdad absoluta:
“Cuanto más disfrutas de algo, más deseas repetirlo.”
Veamos, primero, si regalas a tu pareja un juguete sexual con el que se apañe en solitario primero, quedas como un semidios, eres cool, enrollado y además haces ver que quieres la felicidad del sujeto al que regalas el objeto en cuestión, y eso es la verdad y el fin: obsequiar felicidad.
Segundo, si ella se lo pasa bien en solitario piensa en lo que querrá cuando esté en compañía, si nos tocamos libremente nuestra libido crece y si puedes compartirte lo harás más a menudo, así que, gañán, regala juguetitos.
En este momento aproveché y conté una historia. Veréis, hace ya tiempo, en los albores de la humanidad (cuando era más joven, que aún lo soy), pues eso, hace ya tiempo, empecé a salir con una humana, después de nuestros primeros cohetes que disfrutamos muchísimo me enteré que no se tocaba en solitario, que le daba vergüenza, que le habían comido la cabeza de que eso era malo, así que le regalé un juguete y expliqué las bondades de la felicidad sexual. Bien, no tuvieron que pasar ni tres días para que me llamase extasiada diciéndome que habita tenido su primer hiperorgasmo. Me encantó, me enamoró su voz llena de felicidad y deseo. La siguiente vez que nos vimos follamos como locos, con y sin juguetito, tuvo tantos orgasmos como quiso, unos conmigo, otros ayudado por el juguete. ¿Y sabéis qué? Que yo era el brazo ejecutor, era el que estaba ahí para verlo, era el que estaba acompañando en la senda del disfrute, así que no me jodáis y dejaos de tonterías que en el sexo todo vale siempre que ambos quieran.
Después de mi historia la cuadrilla de masculinos estaba con la boca abierta. Pude leer en sus mentes humanas que querían tener esa clase de encuentros, incluso pude ver la imaginación de uno de ellos follándose al amigo, juguetito en mano.
Estos humanos son divertidos. Después de apurar el bourbon, salí del grupo y tras unas palabras desaparecí. Ellos no sabrán que me han visto, pero la conversación quedará en su mente. Así, sintiéndome pedagogo, retorné al infierno a tomar la última. Hay buenos bares por allí y, quizás, me encontrase con algunos compañeros devilbainos para tomar un trago.
Recordad, los juguetes molan, el sexo mola, compartirse mola, así que a follar, a tocarse, nada más y nada menos.
Hasta la próxima