La vuelta
Satiricón
Uhm, volver, volver al erotismo al placer a la caza de mis deseos subordinados sólo a un continuo proceso de crecimiento.
Uhm, volver a deleitar mis sentidos con las letras.
Largo y tedioso. No hablo del falo sin vida de un consolador.
Volver.
Como cuesta volver, incluso para un sátiro amante de los placeres carnales y nunca reacio al abandono del cuerpo y la mente en pos de un deseo, o la de los demás y aún con esas, lo mío me ha costado.
¿Y de donde? Desde el yermo al más frío y gélido páramo del deseo, el desierto, el eterno océano donde el placer es el náufrago y el sexo su sueño recurrente, del estado vegetativo que espera la eternidad entre suspiro y suspiro encontrar un jadeo que resucite el ser, ni Hades vivió en un infierno tal… desde la rutina de la vida en pareja.
Bueno, quizás exagero.
A pesar de mi hipérbole, no hay que restar gravedad a este germen de la sociedad, un ayavino de la pasión que se confunde o se disfraza de eufemismos bajo una capa de estereotipos.
Me encanta follar y no sólo la penetración, me encanta follar en todos los sentidos, no soy homosexual aunque tampoco echaría a Jason Momoa de mi cama a patadas, pero al vivir en pareja he visto mis alas quemadas como Ícaro; parecía al inicio un gran ascenso, cogiendo altura día tras días pero la convivencia me dijo que existía la gravedad y caí.
Mis plumas iban siendo arrancadas, un puñado con el agrio corporativo del resto contra mi; que si ves porno, que si te masturbas más que un quinceañero, sólo piensas en eso, etc…
Los humanos en esencia sois idénticos y los sátiros, priapismo y lascivia aparte, también, pero de ahí a que nos quieran idénticos a lo que se refleja en los demás hay un trecho. Y lo digo muy convencido, lo que se refleja, porque no conocemos a los demás tanto como ellos nos cuentan. Basar un comportamiento en comparación al resto es desastroso y más en cuestión de cama (o encimera, o coche, probadores… bueno, sexo donde lo hagas) Te guste el fistfucking, ver como alguien se folla a tu pareja o exprimir limones con el culo mientras un enano travestido lame tus pezones y te haces una increíble paja (todo un alarde de coordinación) con el principio de consentimiento de personas racionales y respeto, debería ser aceptado.
Pero no, preferimos imponer esa justicia equiparada que juzga lo correcto en base a una mayoría que miente cuando habla con los demás.
Y lo peor de todo, lo aceptamos individualmente como válido. No existe, exceptuando cuando se daña a los demás, ningún precepto ni amor ni normalidad que deba impedirnos ser como somos y si no pueden aceptar nuestro exquisito gusto por el placer, pues es su problema. Que lo solucionen.
Llegado a esta conclusión, empecé a elaborar un plan, a exigirme unas normas sexuales para no caer en el olvido de nuevo, pequeños deberes diarios para que el placer, el sexo, el erotismo, la pasión, las caricias, los mordiscos, los nudos y el cuero…
Para que todo vuelva.