El perfumista
Barbarella
Hace un año.
Aquel día estábamos mi amiga Brigitte y yo en el Mercado de las Pulgas de Saint Ouen. Un Irresistible perfume invadió nuestros sentidos y despertó nuestro deseo. Seguimos su rastro, ambar, rosa, madera de Oud y otros componentes que no conseguía distinguir nos llevaron a una cafetería. Bastó una pizca de almizcle junto con el descaro que nos caracteriza para que le preguntáramos al camarero quien era el apuesto elegante caballero de la camisa negra. Derrochamos nuestros encantos hasta que por fin nos dió información. Resultó ser un exitoso perfumista francés que solía tomar café en ese establecimiento. A pesar de su prestigio no era conocido por las masas, tampoco frecuentaba fiestas y eventos. Le gustaba pasear de incógnito y refugiarse en esa cafetería, su sitio secreto. Le pedimos al camarero que le entregara un posavasos con una pregunta «A qué hueles?» y nuestro contacto. Regresamos a Bilbao y nos olvidamos del tema.
Hace seis meses.
Nos llegó una invitación a un congreso de perfumistas en Madrid junto con unos billetes de avión y un bono hotel. Todo a nuestro nombre, algo que nos dejó bastante desconcertadas. La invitación estaba perfumada con la misma fragancia que la que seguimos en el Mercado de las Pulgas, no podíamos perdernos ese evento.
Hace tres meses.
Al llegar el recepcionista nos explicó que teníamos acceso especial a un curso de las fases del perfume. Nos entregó una hoja con instrucciones que necesariamente teníamos que seguir si queríamos aprovechar ese exclusivo seminario.
MACERACIÓN: En el cuarto de baño había un jacuzzi con agua y pétalos de rosas de diversas tonalidades. Teníamos que permanecer desnudas en el agua durante 45 minutos marcados por un temporizados que nos indicaría la siguiente fase. Al principio fuímos buenas y permanecimos sumergidas sin apenas movernos, pero un cosquilleo invadió nuestros cuerpos y empezamos a frotarnos mutuamente. Los suaves hombros de Brigitte me llevaron hasta sus senos y me dejé caer por sus caderas a las profundidades. Brigitte correspondió a mis caricias con suaves besos mientras recorría mis curvas con mimo. Por un instante me pregunté si nuestro jueguecillo podría alterar podría alterar el resultado del proceso, pero una oleada de placer apartó de mi mente ese pensamiento. Sin duda fué un baño placentero.
DESTILACIÓN: En el salón contiguo había un alambique, una campana de vacío y tubos que recorrían toda la estancia. En el centro un sofá de terciopelo rojo y junto a la ventana estaba él, con las mangas de su camisa negra remangadas. Se presentó y nos indicó que estaba experimentando con esencias nuevas tratando de evocar el olor a sexo. Reconoció que estuvo observándonos mientras alcanzamos el climax en el jacuzzi y nos invitó a que siguiéramos con esa actitud abierta, necesitaba nuestros orgasmo para obtener el componente que buscaba. Un tubo comunicaba el jacuzzi con su personal destilería, los jugos de nuestro placer ya estaban en proceso.
DISOLUCIÓN: Ciertas sustancias grasas tienen la propiedad de absorber perfumes por contacto…Nos llevó a la habitación indicándonos que nos tumbáramos en la cama. Nos ató, Brigitte boca abajo y yo boca arriba. Nos untó con un aceite dorado por todo el cuerpo insistiéndo en nuestras zonas erógenas. Se entretenía masajeándonos llevándonos a ese punto en el que mantienes el nivel de excitación alargando la fase previa al climax. No aguantaba más, deseaba que me penetrara y como leyendo mi mente cumplió mi deseo empujándome al orgasmo. Brigitte corrió la misma suerte. Mientras recuperaba la erección acariciaba a Brigitte con un dildo. La penetró con el juguetito sin piedad hasta que lo intercambió por su miembro…Cuando terminó su ritual, pasó una fría espátula por nuestros cuerpos recogiendo el fluido resultante del experimento.
Hoy me ha llegado un paquete. Una cajita dorada con una pegatina de «FRAGIL». El interior es del mismo terciopelo rojo que el sofá de «la destilería» que envuelve un pequeño frasquito de cristal con un fluído con destellos dorados. Estoy deseando probar el efecto de un par de gotitas…
Foto de portada: David Levine