El follacino
Barbarella
La cena duró lo justo, digamos que estaba inapetente, mi acompañante sugirió subir conmigo a casa pero rechacé su oferta, no pasó la prueba del beso. Al llegar al rellano vi que un charco de agua que procedía directamente de la puerta de mi casa, tenía una fuga. Entré en casa y el agua me llegaba a los tobillos, lo que me faltaba…Entonces una fantasía se coló en mi cabecita, ¿y si mis encantadores vecinos me ayudaban con este pequeño desastre?
Me quité los zapatos, las medias y el vestido. Me puse una holgada camiseta de algodón sobre el conjunto de Victoria’s Secret que pretendía «estrenar» esa noche. Pensé que mi acompañante, un escritor primerizo, tendría al menos la misma imaginación que yo, pero resultó ser de lo más insulso. Me recogí la melena en una coleta alta dejando un mechón suelto y mojé mi camiseta emulando un descuidado accidente. Me miré al espejo, la lencería se transparentaba dejando a la vista unas tiras negras que bordeaban mis senos, la camiseta me llegaba al ras del culo , estaba lista para solicitar ayuda. El plan era sencillo tocaría el timbre de los vecinos escogidos, si te llama alguien a las 3 de la mañana lo normal es que la mujer mande al marido a ver quién es. Busqué ayuda en el vecino de en frente, un madurito rondando los ciencuenta, alto, grande, que tenía pintas de ser un manitas, y también toqué el timbre de un vecino nuevo que no aparentaba más de 25 al que tenía echado el ojo.
El mayor salió primero con uno de esos pijamas de rayas, el joven directamente en calzoncillos, y empezó la función. Puse mi carita de buena y empecé enroscarme el mechón de pelo de forma distraída mientras les contaba el pequeño desastre. El madurito enseguida lo organizó todo, achicó el agua, y encontró la forma de hacerme un apaño hasta que lo viera un fontanero. Mientras tanto le pedí al joven que me acompañara a la habitación para que me ayudara con otra pequeña calamidad, tenía un conjunto de lencería que necesitaba ser estrenado…
Cerró la puerta con una mano, la otra se colaba por debajo de mi camiseta buscando la blonda de mis braguitas, deslizó uno de sus dedos hasta mi vulva llevándome a un estado extremo de excitación. Me quitó la camiseta con prisa e intentaba arrancarme el sujetador, ya que no encontraba la forma de desabrocharlo, opté por quitármelo y lanzarlo al otro extremo de la habitación. Mis braguitas tuvieron la misma suerte. Siguiendo mi juego, se quitó los calzoncillos y tras darles un par de vueltas con sus dedos los lanzó por los aires. La visión de su erecto miembro me hizo recuperar el apetito al instante, apenas había cenado… Me excitaba pensar que tenía a un madurito al otro lado arreglando la avería, podía entrar en cualquier momento y la verdad no sé si me gustaba más la idea de que se quedara observando mientras degustaba a nuestro joven vecino o que participara activamente en nuestro pequeño juego.
Oí un portazo, el madurito se había marchado, supongo que no quiso molestarnos, que mono.
Ambos resultaron ser unos manitas…
Whatever Barbarella wants, Barbarella gets
And little man, little Lola wants you
Make up your mind to have, no regrets
Recline yourself, resign yourself you’re through