Cuerpos fundidos 5 (2ª parte)
Dos de Corazones
1ª parte aquí
En su mano lleva una bandeja, en ellas las agujas de acupuntura, sus ojos, la manera en que trata a todo me inspira confianza aunque he de reconocer que esta expectación me hace temer un poco.
-¿Y qué pasará ahora fucsia, de que va esto?
-Bien blanco, date la vuelta, ahora a través de la acupuntura iré anulando tus sentidos del gusto y del olfato. Tranquilo, una vez retiradas las agujas volverás a disponer de ellos, además, recuerda que cuando nos vemos privados de un sentido los demás se agudizan.
La miro, acepto el trato claro, pero me hago el duro y le digo que antes de perder el sentido del gusto me bese otra vez para recordarlo y así fue como después de este beso sabor a frutas y con mi primer pinchazo descubrí el sabor a nada. En ese instante empecé a oler las frutas, no me sabían, pero las olía, reconocía las hojas, las bayas, el olor del incienso y en medio de este éxtasis olfativo de repente nada. El otro pinchazo surgía efecto, ahora sólo veía y escuchaba.
Su voz se tornó dura o eso aprecié. Me pide que me vista el kimono y yo lo hago obediente, mi cabeza da vueltas, mis ojos abarcan todo, el oído es mi radar, es extraño estar así, aislado pero la mano de Fucsia toma mi cara y sonriendo dice:
-Tranquilo, recuerda que es un juego, disfrútalo. Ahora voy a taparte los ojos vale, te fías de mí?
Asiento sin abrir la boca y en ese momento una seda roja obscurece mi mundo, ahora sólo escucho y siento. Sus manos bajan de mis hombros, toman las mías y comenzamos a andar, ¿hacia donde me dirige, el espacio es amplio pero de ahí a pasear? Estás preguntas me asaltan y mientras tanto el sonido de los pasos se acentúa, se hace presente y un par de coches con sus motores broncos aparecen en la lejanía haciendo tránsito en la ciudad.
-Cuidado- su voz me avisa, empezamos a subir unas escaleras y para romper la tensión en la que me encuentro bromeo con la idea de que no sabía que era un dúplex, a su vez ella ríe mientras me dice -hay muchas cosas que no sabes de mí.
Una vez arriba percibo que la temperatura es parecida aunque un poco más cálida que la de la estancia de abajo. Ella me sitúa en lo que debe ser el centro de la habitación. No lo sé con certeza pero la sensación de escuchar el espacio me dice que así es. Una vez allí extiende mis manos y coloca unas esposas suaves en mis muñecas haciéndome sospechar de por dónde irá la sesión. Los recuerdos de la última aparecen en mi mente y mi erección comienza a fortalecerse de nuevo. Mis tobillos también son enfundados por alguna tira suave. Yo estoy a punto, el temor a lo desconocido desaparece y mis ganas de gozo se incrementan, el calor vuelve a mí, la cabeza empieza a girar de nuevo.
Su voz de nuevo me envuelve como un manto avisándome de un último paso sensorial, El oído, esta pérdida de sentido acústico no será durante mucho tiempo explica -Voy a cambiarme y a la vuelta empezaremos a recuperar todos los sentidos poco a poco ¿vale?. Mi mente está entre dos aguas, la excitación y el miedo que vuelve a mí. Con un ¡No tardes! asiento a sus deseos y después de un pinchazo el silencio lo es todo. Ya no sé si está o no en la habitación y esto me inquieta. Decido concentrarme en mis recuerdos e imágenes en todas aquellas vivencias que me han traído hasta este momento. Ese mal día que desembocó en luz por la búsqueda de personas con las que compartirme, la orgía con mis compañeros, mi encuentro con Verde y Morado, con Fucsia y Naranja, la cita con Turquesa, amén de otros encuentros menores pero no por ello menos apasionantes con otras personas. Mi mente está enfrascada en cuerpos, besos y caricias. Pero empiezan a desdibujarse por el agobio de la nada, no escucho, no veo, no huelo ni saboreo. En ese momento el sonido me golpea fuertemente el tímpano. Fucsia ha retirado la aguja pero en vez de agradecerle me sale un -Joder tía ya era ahora, que agobio.
Al moverme el sonido del hierro me hace caer en la cuenta de que estoy esposado y eso me estimula, la música suave que apenas es reconocible ayuda a la excitación y de repente siento algo en la espalda un algo que se mueve masajeando mis hombros. En esos momentos siento pánico pero la respiración acelerada de Fucsia me pone, la manera en que me habla despacio, suave y muy cerca me pone, el puto bicho que ahora me doy cuenta que llevo encima me pone. En ese instante de escalofríos la venda cae dejando actuar mi visión, y entonces aparece fucsia en todo su esplendor, no sé como lo ha hecho pero ha acertado de pleno con el atuendo, mis sudores y palpitaciones lo atestiguan, botas de caña alta y tacón de aguja, todo en látex.
Llevaba un látigo en la mano que dejó en una mesa lateral para desabrocharme el kimono que cayó al suelo rozando mi cuerpo, estaba ardiendo. Su cuerpo brillante de negro y gris se acercó a una mesa llena de cuchillos y dagas. No sabía que pensar así que confiando en su criterio y buen hacer me rendí a sus deseos. Rodeándome se situó a mi espalda y maniobró la daga sobre ella. No sentía dolor, sólo placer al recibir los pequeños cortes y sentir como mi sangre palpitante recorría mi espalda mezclándose con el sudor, un escalofrío recorrió mi columna en dirección a mi miembro que cabeceó un par de veces.
Abandonando mi espalda dejó la daga en la mesa y cogió un hierro de marcar de un hornillo, era sólo una punta sin dibujo así que asumí en pos del erotísmo recibir una marca de este encuentro y atesorarlo, así que entre miedo y deseo ofrecí mi nalga para que la marcara. Un flash de dolor y placer recorrió mi piel al contacto con el hierro y un segundo después besó la zona y aplicó un unguento frío que me calmo el ardor.
Una vez abandonado el hierro tomó nuevamente el látigo y lo chasqueó delante de mi, la luz roja atenuada y la sensación ante lo desconocido me hacia gemir y mis ojos imploraban seguir, el látigo fustigó mi cuerpo, no había dolor, al menos no la parte negativa de la palabra, sí lo había, pero era gustoso, penetrante y caliente, exótico y placentero. No sentía dolor como tal, benditas agujas, pero sentía la presión de los golpes y los hilos de sangre que corrian por mi cuerpo, mi polla estaba a cien, ¿cómo era posible? ahora estaba puesto y enervado, deseché la idea del dolor de mañana y disfruté el momento FOR LOST TO THE RIVER y tal.
Fucsia está fuera de si, se toca mientras decarga el látigo, me hace besarlo y me llena la boca con la sangre depositada en sus colas, me besa ella también y me muerde el labio, estoy enloquecido, me convierto en Dos de Corazones, mi demonio interior sale, y percibo algo familiar en ella y pienso, esta cabrona ha desecho mi tapadera, pero me contengo y vuelvo a mi ser, espero que no haya percibido el demonio que soy. Nuestros labios se muerden, se torturan, sus dedos machacan mis pezones, su mano toma mi miembro y lo estruja. en ese momento el sabor y el olor a chocolate intenso y a menta me sacude como un bofetón. Ha quitado las agujas. Mis ojos se abren desorbitados, mi boca se desencaja, ¿que ha pasado?. Fucsia rie a carcajadas, se separa y enciende una luz, veo y entiendo que allá donde yo pensaba había sangre en realidad es un regero de chocolate fundido, la daga de la mesa esta a medio derretir como si fuese un flash, era de hielo. El cuero del látigo no es tal, es ante suave y el hornillo es una lámpara de pega.
Fucsia se acerca, me besa riendo y me dice -Joder Blanco, eres un titán o estás muy loco, te has atrevido con todo y además te has puesto a mil, ahora sabes el engaño, entiendes la fantasía. Ha sido mágico. ¿te lo has pasado bien?
Yo atónito boqueo como un pez, conforme pasan los segundos me voy recomponiendo y me sale un sonoro -Hija de puta, eres buena, muy buena, me la has colado pero de manual, ahora, no me dejes así y desátame que tendremos que rendir cuentas tu y yo.
Fucsia me libera de las cadenas, me abraza y besa mientras rie, se da la vuelta y me pega su espalda en mi pecho, mis manos toman sus senos y los estrujan mientras beso su cuello. En ese instante dice, mira Blanco, el molde de tu polla ha terminado, vamos a la habitación, es hora de relajarnos y disfrutarnos de manera más convencional pero no por ello menos interesante y guiñando un ojo se despega de mi y camina sensualmente hacia la puerta, yo erecto y sonriente me dirijo a ese templo del deseo para desempeñarme en las artes amatorias, que ahora sé, pueden ser muy diferentes y divertidas.