Con la piel sucia y el alma podrida
Diablos Invitados
Autora: Anónima
Nunca me imaginé que algún día se me pasara por la cabeza escribir sobre esto, pero hoy no sé porque me entró la necesidad de hacerlo.
Han pasado 20 años y es tan grande el asco y el odio que sigo sintiendo hacia ese depravado…
Tenía 14 años cuando sufrí, a falta de una, dos agresiones sexuales.
El cabronazo no era un desconocido, le conocía hace unos meses y era un chico «majo» y sociable aparentemente, pero el mismísimo Demonio a su lado era un santo.
Un día estaba con mis amigas que hacía tiempo que no veía y se me acercó. Decía que quería hablar conmigo, que era importante. Yo no quería ir, él insistente decía que era urgente y que solo iba a ser un momento. Al final accedí y me monte en su moto y aparcó debajo de su casa. Yo no quería subir pero decía que sólo iba a ser un momento y al final accedí como una estúpida. Aunque me sentía incómoda no se me pasó por la cabeza que estaba a punto de vivir uno de los peores días de mi vida.
Según subí la persona que yo conocía había desaparecido y lo que había era un monstruo. Su actitud dejaba a Lucifer por los suelos.
Es imposible de explicar lo sucia que te sientes, humillada, denigrada, se te quitan las ganas de vivir y te nace un sentimiento de odio que jamás habías sentido antes. Ha anulado tu persona, sientes que le deseas que le pase lo peor con todas tus fuerzas, y también te sientes mal porque nunca antes has sentido tanto mal a una persona y además te culpas por tu manera inocente de actuar. Probablemente hoy hubiese actuado de otra manera, de hecho me he visto en otras dos situaciones en las que creo que podía haber acabado peor la cosa y al mantener la cabeza fría y saber reaccionar quedó en 2 malas experiencias.
El muy cabrón era muy ingenioso y consiguió volver a humillarme una segunda vez. Con el tiempo descubrí la habilidad que poseía para denigrarnos a mí y a otras cuantas más. Su depravado comportamiento tenía dos maneras de denigrarte: a algunas las violaba con penetración, a otras las agarraba muy fuerte sin escapatoria y sacaba su asqueroso miembro para darse su propio y asqueroso placer. Prefiero no hablar con exactitud de lo que me pasó a mí. Asquerosas a no poder más sus dos versiones.
No lo denuncié. Te sientes tan mal, te da tanta vergüenza que al final se lo cuentas a tus justas amigas. Pero como he dicho antes yo no fui a la única a la que ensució la piel. Eramos treinta y pico, sí sí, habéis leído bien… Y benditas sean las que se atrevieron a denunciar a Manolo. Sí, se llamaba Manolo, el ser más despreciable que he conocido jamás y que le sigo deseando lo peor, le sigo odiando con toda mi alma y lo haré hasta el último día de mi vida. El agresor número uno de toda Bizkaia.
Un Buen día estaba yo en mi casa tan feliz con mi madre, cuando tocaron el timbre. Era la policía preguntando por mí. Una de las víctimas había dado mi nombre porque había llegado a sus oídos que me había hecho algo. No os podéis hacer ni la más mínima idea de la cara de mi madre y de la mía. Como no había tenido suficiente, ahora tenía que volver a revivir todo para contárselo a dos extraños delante de mi madre. No existe vocabulario para describir cómo te sientes y de cómo te sientes al ver a tu madre sufriendo porque un hijo de puta te ha jodido la vida.
Llego el día del juicio y allí fuimos otra vez a enfrentarnos a ese duro y terrible momento. Ansiedad, ira, rabia, frustración, vergüenza, nervios, temblores, odio y la piel dolorida de lo sucia que la sientes.
Después de todo lo vivido ves un rayito de sol cuando sabes que le meten treinta y pico años en prisión (una mierda de tiempo pero bueno).
Mil gracias a las que tuvieron el valor de denunciar, si no se hubieran atrevido no sabemos cuál habría sido la cifra de agredidas. Probablemente ya esté fuera de prisión si ha tenido buena conducta y tienes miedo de encontrártelo, aunque después de ese curriculum de agresor, si es un «poco listo» quiero creer que se vaya a vivir a otro sitio, aunque Manolo, mi sueño sería que te pudrieras en la cárcel y que sintieras lo que nos hiciste sentir a nosotras.
Quiero hacer un añadido; las leyes han mejorado muchísimo para las victimas de agresiones sexuales, pero ya he leído en varias ocasiones denuncias falsas de mujeres a hombres, normalmente de maltrato que me llegan también al alma. Mentiras de este calibre nos faltan el respeto a todas las mujeres que hemos vivido algo tan horrible. Muchas no tuvimos el valor de denunciar y me indigna totalmente que haya chicas que les regalen un billete de viaje directo a la cárcel a un inocente. Estas leyes son para las que necesitan hacer uso de ellas, no para que se rían de la humanidad.
Y desde aquí animo a denunciar LA VERDAD a las que por desgracia les toca vivir algo así y dar ánimos que, aunque esto nos va a acompañar toda la vida, ningún ser tan miserable se merece que mandemos nuestra vida al carajo, y poco a poco vas viendo que eres una persona importante, todo lo mierda que te hizo sentir en realidad esa mierda gigantesca lo es él a la enésima potencia.
Que nadie tenga el poder de arruinar nuestra vida sexual.