No eres el sexo débil
Hieros Gamos
No, no lo eres, no eres el sexo débil. Se han empeñado en decirte que sí lo eres, que por ser mujer eres frágil y deleznable, como un jarrón chino, algo que sólo se puede mirar, que hay que tratar con mucho cuidado porque si se te cae se puede romper en mil pedazos que ya nunca podrán volver a estar juntos.
Pero no.
No eres el sexo débil. Nunca lo has sido. Nunca lo habéis sido. Recuerdo mirar a mi abuela y jamás se me habría pasado por la cabeza considerarla el sexo débil, siempre mostrando una fortaleza y entereza inquebrantable, de esas fuerzas llanas que no necesitan alabanzas ni recompensas porque simplemente son como deben ser. Incluso hoy en día que ya es una mujer mayor, sigo viendo en su mirada cansada por los años y arropada por una manta de arrugas la misma fortaleza que de joven me impresionó. No os dejéis engañar por la cachaba. También miro a mi madre y veo la misma fortaleza que dudo sea solo por herencia de mi abuela. Más bien por herencia de todas las mujeres que le precedieron.
Porque nunca habéis sido el sexo débil.
Es normal que te lo hayas creído aunque sólo sea por un momento. Los chicos crecemos jugando a peleas, a pegarnos con palos, nos educamos con películas de acción donde el bueno que siempre es un hombre acaba con todos los malos a mamporros, él solo. Crecemos con el imperativo de ser fuertes, de no tener miedo, de lanzarnos con arrojo, de no mostrar debilidad alguna porque lo contrario es cosa de niñas y nosotros no somos niñas.
En cambio a vosotras os enseñan a protegeros, a no te pongas esa falda tan corta, a no vayas sola por esa calle, a ¿cómo va a ir a ese viaje sin compañía?, a no descuides el bolso, a cierra las piernas, a no llames la atención… os han enseñado a protegeros pero no a defenderos; así es normal que hayas podido creer que eres el sexo débil.
Pero no lo eres.
No pienses que estoy diciendo que la culpa es tuya, desde luego que no. Tú no has elegido pensar así, desde que eras pequeña te lo han grabado a fuego en tu mente hasta convertirse en un mantra ominoso que la masa de gente a la que llamamos sociedad considera como una verdad inmutable. No, no es culpa tuya tener estos pensamientos pero sí está en tu mano dejarlos, ver que lo único frágil es la idea peregrina de tu propia fragilidad.
Porque eres tan fuerte como te dejes ser.
Y tú amigo, que piensas que las mujeres son criaturas endebles que debes proteger, tú que crees que debes ir tras ellas como un caballero de brillante armadura siempre atento y pendiente de sus necesidades pues son débiles y necesitan de tu apoyo. Tú piensa que fue una mujer la que tras horas de dolor te trajo al mundo, dolor que tú nunca podrás comparar. Recuerda que en la mayoría de los casos, durante generaciones eran ellas las que se quedaban con la responsabilidad de cuidar y proteger el hogar contra viento y marea. Las que han llevado el peso de las cargas familiares, las que han tenido que ser fuertes para que otros se apoyen y puedan seguir en pie.
Porque no, no son el sexo débil.