Betty Dodson
El Barón de Pt
Siguiendo el hilo de que hace poco se ha celebrado el día del orgasmo femenino, hoy os vengo a hablar de los talleres de masturbación de Betty Dodson.
Betty, una afable señora de “ochenta y bastantes” es una persona que siempre ha defendido la libertad sexual de las mujeres y, desde hace décadas, se encuentra a la vanguardia de la sexualidad femenina, siendo una firme defensora del orgasmo clitoriano.
Es la autora del superventas titulado Sex for one y está considerada como una de las madres del movimiento de liberación sexual femenino. Betty comenzó su carrera en los años sesenta organizando fiestas sexuales en su piso de San Francisco, en las que observó que, mientras los hombres eyaculaban por doquier y ejercían un papel dominante, la mayoría de las mujeres eran sumisas y se dedicaban a fingir. Ante esta situación nada justa, Betty comenzó a realizar estos talleres.
A esta bendita señora y gurú del sexo han acudido centenares de mujeres, desde hace más de cuarenta años, para explorar su sexualidad. Muchas de ellas acuden porque, a lo largo de su vida, jamás han experimentado un orgasmo, o solo lo han experimentado en solitario, o solo con pareja. Ella sostiene con orgullo que no importa la edad de la mujer ni su físico, puesto que es capaz de lograrlo, de que llegue a correrse cualquier mujer que caiga en sus manos.
La dinámica del taller es sencilla. Se puede hacer como una terapia de grupo o como una clase particular. Las mujeres llegan al piso del taller de la calle Madison (Nueva York) donde las recibe ella o su “mano derecha”, Carlin Ross. El primer día consiste en una toma de contacto con el grupo en la que Betty expone su filosofía del sexo y de las vulvas (leyendo a esta señora he aprendido la diferencia: la vulva es la parte que se ve de los genitales femeninos mientras que la vagina es la parte de dentro). Después, ya desnudas, puesto que en estos talleres no tiene cabida el recato, y formando un corro, se procede a pasar revista a las vulvas, donde Betty las inspecciona con atención para indicar sus peculiaridades y posteriormente ponerle nombre a cada uno de los coños (coño cremoso, coño tramposo, etc.). Según palabras de una mujer que acudió a uno de estos talleres, la situación parece estar imbuida de cierto carácter “tribal y ancestral” que recuerda a las reuniones del consejo de ancianas de aquellas comunidades prehistóricas donde las mayores pasan su sabiduría a la siguiente generación.
El segundo día es cuando empieza la acción. Si el taller es común, las mujeres forman un círculo desnudas y se sientan en el suelo sobre toallas para comenzar con ejercicios de respiración (según Betty esto es parte fundamental para controlar tus orgasmos). Cada una de las mujeres dispone de varios objetos para sí misma: un pequeño espejo que sitúan enfrente de su vulva para no perder cada detalle, una caja de kleenex, un vaso de agua, una botella de aceite de almendras, un consolador a pilas y el vibrador “mystic wand” de Betty (masturbador para el clítoris).
Carlin Ross comienza primero a masturbarse para enseñar la técnica correcta (el baile movidito de Betty) mientras que ésta describe y explica cada una de las acciones. El método en cuestión, consiste en masaje de vulva, seguido de balanceo pélvico, mucha concentración en la respiración y el uso de ambos consoladores (vaginal y clitoriano).
Después de la demostración les llega el turno a las demás mujeres (para algunas la primera vez que se tocan a sí mismas, puesto que muchas sienten tanto asco y repulsión por su cuerpo que jamás se han masturbado). Las mujeres comienzan a explorarse bajo la mirada atenta de Betty, que les va corrigiendo o haciendo observaciones. Les dice que, si tienen problemas, que levanten la mano para que acuda en su ayuda y sea ella la que las masturbe. Después, se colocan por parejas para practicar lo aprendido.
He visto el documental de esta famosa octogenaria y algunas entrevistas, pero si tengo que resumir en una frase su filosofía, me quedo con unas palabras suyas: “El cuerpo sabe más que la cabeza, confía en tu cuerpo. La cabeza está llena de monstruos”.
La verdad es que hace cosa de tres meses me enteré de la existencia de esta señora y de los talleres que organiza desde hace más de cuarenta años. Al principio me costó creer que existiera una profesora de masturbación, pero esta señora lleva décadas ayudando a mujeres. Como a mí me supuso un descubrimiento, se lo comenté a un compañero del trabajo, a lo que entre la incredulidad y el asombro me dijo:
-Todas unas guarras, vamos tío, ¿nos hemos vueltos todos locos?, de manera que ¿si mi novia no puede correrse tiene que ir a tocarse la pepitilla delante de unas cerdas para que la expliquen cómo hacerlo? Pues ni de puta broma la dejaría ir.
-Pero si tú me has contado que cuando tenías trece años, quedabas con tus amigos para pajearos en grupo viendo porno…
-¡No me compares, eso no tiene nada que ver!