¡Buenos días, deseo!
Ángel del Hogar
El sueño con el sr. X me despertó la libido. Lástima que a mi Antonio no le lleguen estas ondas expansivas del amor porque yo soy como un motor encendido y paso todo el día pensando en sexo, deshaciéndome por las esquinas.
Todos los tios que veo por la calle me parece que están buenos, como si les hubiesen dado permiso a los guapos para salir, incluso algunas mujeres me parecen atractivas. Si respiro y me siento, noto mi útero palpitar y como se hincha mi vulva, estoy segura que en este momento tengo las bragas empapadas… Paso mucho tiempo en la ducha, me extiendo la crema hidratante con auténtica lujuria. Me deseo.
Decido pasar a la acción y diseño un plan al que no se podrá resistir Antonio: voy a una de esas tiendas de lencería low-cost y me compro unas bragas monísimas, como de los 70, fucsias y llenas de volantes. Me las pruebo y me hacen sentir sexy. Pruebo un par de poses de calendario Pirelli ¡me gusta lo que veo!
Esta noche las niñas duermen en casa de unas amigas y me gustaría que Antonio me las arranque como aquella vez en casa de sus padres cuando éramos novios y me invitaron a comer. Iba por el pasillo de camino al baño cuando un brazo fuerte y largo salió de una habitación y tiró de mi con fuerza. Cerró la puerta me tumbó en la cama, me subió el vestido y me arrancó las bragas sin mediar palabra mientras su madre gritaba ¡que alguien le abra la puerta a la tia Marisa!
Yo tenía los ojos abiertos de par en par, como mis piernas, mientras su polla entraba y salía con fuerza, el corazón apunto de salirme por la boca que yo misma tapaba con mi mano para no dejar escapar un grito. Él me miraba fijamente, no tenía cuerpo, era todo deseo. Todo él, cada centímetro de piel loco por mis huesos, devorándome como si no hubiera mañana, como si esos fuesen los últimos 5 minutos de vida. Como si el apocalipsis anunciado estuviese a punto de estallar. Me agarraba el trasero con tanta fuerza que ni me dolia. Yo no toqué el cielo pero estuve un rato ardiendo en puro fuego, si me das a elegir prefiero el infierno…
Antonio se guardó las bragas en el bolsillo y salimos con un álbum de fotos como si alguien fuese a creer que el brillo que teníamos en los ojos fuera de ver fotos del adolescente Antonio…
En casa recojo la colada, meto una botella de cava al congelador, preparo una tortilla de patata, nosotros es que somos muy de tortilla de patata con cava, compruebo que estoy depilada y bien hidratada. Estreno mis bragas y espero a Antonio poniendo la mesa como una super-porno-chacha imaginándome como tirará el mantel nada más verme, me pondrá en la mesa, me arrancará las bragas y me follará como si no hubiera un mañana…
Oigo el ascensor, la llave en la cerradura, la puerta se abre, entra Antonio:
-Vaya bragas! ¿qué? Ahora te ha dado por ponerte bragas a lo Florinda Chico… ¿qué hay de cena?
Vete a la mierda, Antonio. Vete a la mierda.