Adopta un pardillo II
Barbarella
Le he cogido el gustillo a esto de las adopciones, porque ya voy por mi segundo pardillo adoptado. Es un poco como los tatuajes, puede que duela en el momento, pero empiezas con uno y terminas buscando sitio en tu piel para el próximo.
Tengo claro que no todos los pardillos son iguales, pero el primero me ha salido bueno, con mucho interés, y algún día tendrá que dejar el nido para buscarse una buena pardilla con la que compartir cama, ya estoy preparada. Mi segunda adopción llegó casi por casualidad, necesitaba probar un masculino circuncidado y el primer pardillo tenía un amigo recién circuncidado y no me puse a buscar más. Le pedí al primer pardillo que me lo presentara y una vez roto el hielo, sin tapujos le dije que le quería adoptar sexualmente hablando. Casi se cae de culo de la silla cuando se lo solté; pensaba que el primer pardillo le habría puesto al corriente, pero es más discreto de lo que creía, otro punto más que ganaba mi favorito.
Según él, había tenido una novia con la que había perdido su virginidad, y que le dejó hace un par de años. Me pareció curioso, porque este masculino no fue circuncidado por motivos religiosos, si no por motivos médicos y había leído que las relaciones sexuales eran dolorosas tanto en los casos de fimosis, en los que el orificio del prepucio no es lo suficientemente grande para poder retraerse y dejar el glande al descubierto, como en la parafimosis en la que el prepucio retraído queda atrapado después del glande sin que pueda recuperar su posición. Como en todo, cada pene es un mundo, y existía también otra patología que no recuerdo cómo se llama por la que el masculino pierde las fibras elásticas del prepucio, lo que hace que no se pueda retraer con normalidad, y esto último era lo que le había pasado a mi nuevo pardillo.
Todo empezó con comentarios de vestuario entre unas compañeras de danza sobre la supuesta belleza del pene circuncidado, pero cuanto más descubría sobre el tema más me interesaba. Al principio solo quería poner un check más en la lista de tipos de masculinos que he probado, pero empecé a interesarme por la diferencia entre los conceptos sensibilidad y placer y sus cambios antes y después de la circuncisión.
Por un lado había leído que en los casos no circuncidados al estar el glande la mayor parte del tiempo húmedo y protegido, es hipersensible. Si esa hipersensibilidad acaba en placer, entonces es una ventaja, pero hay masculinos tan hipersensibles que pueden sentir más dolor que placer con una manipulación descuidada. En la mayoría de las fuentes que he leído concluyen que si el masculino tiene que ser circundado por prescripción médica va a ser para bien, y mejorarán sus relaciones sexuales, y que incluso, referente a esa hipersensibilidad que pueden perder porque su glande estará sometido a un roce constante que antes no tenían, no tiene por qué ser así, porque en muchos casos al tener el glande medio estrangulado y de la mala forma, más que pérdida de sensibilidad lo que van a sentir es alivio.
Tenía muchas fuentes e información en la cabeza y solo me quedaba pasar a la experimentación. Claro que, en esta experimentación, tenía dos áreas en las que satisfacer mi curiosidad: por un lado, y personalmente las más importante, ver si me gusta más un pene circuncidado o no circundado, y la otra, ¿siente lo mismo, peor o mejor? Para llegar a una conclusión certera tendría que disponer de muestra representativa y aislar el resto de factores que pueden influir pero, de momento, como no tengo ni tiempo ni medios para aislar todos los factores, me limité a probar a mi pardillo circuncidado oralmente A primera vista si es verdad que me pareció un pene bonito, no sabría decir si el más bonito, porque afectan otros factores como tono de piel, tersura, edad… En cuanto a la estimulación oral, le practiqué una de mis excelencias sin pensar en probar una nueva técnica. Me guío por lo que me apetece, lamer, succionar, introducir, sacar, a mi ritmo y a mi gusto, la musicalidad de sus gemidos ya me van indicando si voy por buen camino. Quise que se corriera en mi boca, a pesar de que él me dijo que nunca lo había probado y que no hacía falta, que él me avisaba si eso, pero me encanta que me avisen y luego hacer lo que me da la gana, una de mis pequeñas sorpresas, además de esa forma alargo un poco más el juego.
Después del experimento le pedí al masculino que compartiera lo que había sentido, si había cambiado su sensibilidad o su placer. No me aclaró nada, sí que le gustó mucho, pero ya no supo decirme si el placer fue mayor por su circuncisión o por mi metodología. En cuanto a mi, la verdad es que me da un poco igual si está o no circuncidado, parece más higiénico, pero “saber saber”, me sabe igual.