Barbarella y Juliette, el reencuentro
Juliette
Juliette:
La noche con mi nuevo pupilo Alex, dio mucho de sí. A pesar de lo poquita cosa que es, en la cama se crece, ¡y mucho! Me ha regalado una de las mejores veladas de los últimos tiempos.
También es cierto que me pilló en el momento oportuno. Mi calentura estaba en el punto álgido cuando llamó a mi puerta. La fantasía creada por mi mente me provocó que mi clítoris palpitara como nunca, y estuviera ardiendo de deseo por devorar otro cuerpo. Me lancé sobre mi nueva conquista como una pantera, y mi pequeño amante me comió todo con voracidad, como quién come con hambre atrasada. El intercambio fue bestial, animal, nuestros fluidos acabaron fusionados por todo nuestro cuerpo.
Ahora me encuentro todavía en la cama, la pereza me ha vencido. Hace ya un rato que se ha ido Alex, y a pesar de que mi cuerpo me avisa de futuras agujetas por haberlo sometido a tan intenso ejercicio, solo pienso en continuar.
Extiendo el brazo hacía la mesilla buscando un cigarrillo, al coger la cajetilla me encuentro de nuevo con la propaganda del día anterior, que sigo sin recordar como llego a mi poder. La releo de nuevo:
“¿Tiene Ud. fantasías sexuales que quisiera hacer realidad? ¡En Satirisex podemos ayudarle! Fantasías a la carta ¡Atrévete, llámanos!
Cada vez me parece más sugerente, mi mente comienza a volar de nuevo…
De pronto suena el móvil. Es Barbarella, mi querida y dulce Barbarella. Hacía tiempo que no sabía de ella. Me mantiene un rato al aparato. Me cuenta sus últimas conquistas, tiene ganas de renovar su minizoo de masculinos.
– ¿Renovar? – pienso
La invito a venir un momento a mi casa, le cuento que tengo un plan muy interesante, que venga preparada para cazar. Una aventura que nos vendría bien a las dos. Se le afilan los colmillos, me promete estar en una hora.
Voy eligiendo la ropa que me voy a poner. Una camiseta de encaje, toda transparente.
Llevaré un sujetador de los que se atan por delante, y a la espalda deja una mariposa que la atraviesa en forma de X. Por debajo un mini negra, con bordados en los extremos, tanga de hilo, medias con liga, y zapatos de salón con tacón de aguja.
Lo dejo todo preparado al borde de la cama. Primero, me doy un baño rápido, pero relajante, perfumo el agua, salgo de la bañera, y después de secarme me aplico una crema de cuerpo con olor a almizcle. Me dispongo a vestirme, pero antes cojo la tarjeta y llamo a Satirisex.
– ¡Satirisex, buenas tardes! ¿En qué puedo ayudarle? –
Una chica con una voz muy dulce me contesta al otro lado. Me explica que cuando lleguemos allí nos daran un menú dónde podremos elegir entre una variedad de salas temáticas, y dentro de ellas concretar lo que nos apetece.
– ¡Qué emocionante! – doy saltos de alegría
Me visto rápido, me maquillo, y lista. Consulto el reloj, en menos de diez minutos llegará Barbarella.
Hoy va a ser un gran día, lo presiento…
Barbarella:
Estoy algo desganada, siempre la misma rutina, por las mañanas en el curro me desayuno al pezqueñin, el empotrador me visita cuando saca a pasear al perro, y el tas tas se acuerda de mi cuando le deja de doler el trasero. Además tengo abandonadas a mis amigas, ya no salgo con ellas a hacer diabluras, hablando de diablillas, Umm Juliette, hace mucho que no quedamos.
La última vez nuestro plan era una sesión de belleza y manicura y terminamos bailando en un club de streaptess. Lo de que me metan billetes en el tanga tiene su puntito XDXD Decidido:
-Juliette? Soy Barbarella
-Barbarella! Cuanto tiempo!
-He estado entretenida gestionando un minizoo, pero la verdad es que entre todos sus habitantes me tienen bastante aburrida. Algunas veces pienso que es como tener muchos novios raros, sin derroches de amor, pero tampoco de sexo, y para que sirve un minizoo si no es para el sexo? Sin más necesito vidilla y renovarme, por casualidad tienes plan?
-Nada cerrado, pero si te apuntas te espero en casa, no tardes que me enfrió jijiji
-En 15 minutos estoy en tu casa XDXDD
RING RING
Juliette:
Suena el timbre. Será Barbarella. Voy a abrir la puerta ¡Qué ganas de verle!
– ¡Hola Barbarella, cuánto tiempo! – le grito exaltada mientras le doy dos
sonoros besos.
Viene exuberante ¡Cómo siempre! ¡No esperaba menos de ella!
Me pilla justo mirando la web de Satirisex. Le explico que he reservado para ir a las diez.
El local tiene varias salas. Veo que hay una que te dan masajes sensuales, a dos o cuatro manos. Otra especial para swingers, nos podríamos hacer pasar por pareja y entrar jijijiji. Una dedicada a un espectáculo cabaret, dónde puedes interactuar con los actores y actrices. Y otra muy interesante, con una cama redonda en movimiento y rodeada de espejos, luces que se gradúan, y un sofá con curvas especial para diferentes posturas ¡Uuummmm!
La oferta es amplia. En la página web avisan que ninguna sala está cerrada, así que todo el mundo que se encuentre ese día en el local puede moverse libremente por él.
Barbarella mira la web, y me escucha sin pestañear. Por su sonrisa picara intuyo que la idea le apasiona tanto como a mi.
Barbarella:
Da gusto quedar con féminas, Juliette está preciosa, me encanta el sujetador que se deja ver a través del encaje, ay mi mariposilla que apetitosa está…
Y lo mejor es la reserva que se ha currado, a ver si aprenden los de mi minizoo que vale que solo sea sexo, pero ya podía lucirles un poco más la imaginación. Umm Satirisex, ya con solo paladear el nombre me excito. Hago un rápido repaso mental a mi atuendo para reafirmar que voy vestida para la ocasión y miro a Juliette con esa sonrisa de buena que me caracteriza confirmándole que me encanta el plan.
El local es discreto por fuera y fastuoso por dentro, la entrada emula un burdel de película con un amplio vestíbulo decorado con una enorme lámpara de araña con cristales de colores que se reflejaban por toda la estancia. En la puerta un par de fornidos masculinos que lucían tan solo unas pajaritas de raso negro. Sin remedio poso mi mano en uno de los traseros comprobando su dureza, a lo que él me responde con un par de contracciones del glúteo. Esto promete y mucho. La encargada es una estilosa morena con un vestido largo de tul bordado que se ajusta a su figura como una segunda piel. Entre tanta oferta es difícil elegir, pero más que elegir yo me lo planteo como “por algo hay que empezar”, y para ir entrando en ambiente lo de un masaje a 4 manosme parece más que apetecible, por lo que es nuestro primer destino. Masculinos? O féminas? Optamos por masculinos, a mí después de haber tocado nalga me apetecía. Nos desnudamos, pero yo no me tumbo en la camilla aún, quiero disfrutar de la vista. Ese par de esculturales buenorros se acercan, y el más alto me dice que sea buena y que me tumbe para que puedan llevarme al paraíso del placer.
Juliette:
Me voy tumbando boca abajo en la camilla, ya desnuda y excitada. Sonrío mientras observo a Barbarella, de pie, coqueteando risueña con su masculino.
Hacía tiempo que no hacíamos travesuras juntas, el compartir con ella esta nueva aventura me excita sobremanera. Nuestra complicidad fue manifiesta desde la primera vez que nos miramos a los ojos, nuestras energías se combinan a la perfección.
Miro de reojo a los dos chicos que se acercan a mi camilla, cuatro manos recorriendo mi cuerpo, es una muy buena manera de empezar.
Cierro los ojos, suena una música suave, épica, me traslada a un mundo fantástico. La estancia está llena de velas, me dejo hacer. Comienzan a darme un aceite, su olor penetra por mis fosas nasales, intenso, dulce. Las diablesas tenemos una gran capacidad olfativa, que nos ayuda entre otras cosas a detectar las feromonas que desprenden nuestras presas, eso hace más interesante la caza.
Huelo a jazmín, a rosa y a clavo. Me lo extienden por la espalda, sus dedos tocan más allá de mis costillas. Uno de ellos baja al glúteo, me lo masajea diestro, y baja a los muslos, instintivamente dejo las piernas un poco entreabiertas. El aprovecha para introducir sus manos por el hueco.
El otro sigue con mi espalda, cambia de aceite, percibo el olor a ylang ylang, un aceite oriental afrodisíaco, me recuerda a un amante que tuve en tiempos remotos, uno de los mejores amantes que he tenido, sus manos eran como estelas de fuego, enloquecía con su contacto.
Las manos de mi masajista suben hacía el cuello, y comienza a acariciarme la nuca, se acerca a mí para hacerlo, y puedo oír su respiración, noto el palpitar de su corazón en mi sien.
Siento como si estuviese en medio de un lago, y el agua me acariciara la piel metiéndose por todos los recovecos de mi cuerpo. Estoy muy caliente, el chico que masajea mis piernas introduce una de sus manos hasta llegar a mis humedades, mi vulva palpita feroz.
Tengo que hacer un esfuerzo para no levantarme voraz para saborearlos. Me dejo llevar por la música, me relajo, y dejo que sea mi cuerpo inerte el que hable por mí. Flores, madera y raíces. Me dejo llevar concentrándome en las sensaciones ardientes que me transmite mi cuerpo. Floto, mi libido se dispara.
Recuerdo que a mi lado está Barbarella, pero no abro los ojos, no quiero perder la magia de este momento.
Barbarella:
La relajante melodía y el aroma de los aceites esenciales suavizan mi cuerpo y mi mente. Los chavalotes me masajean con movimientos en espejo, una perfecta coreografía. Sus firmes y suaves movimientos me están llevando sin remedio a otro mundo. Sin preaviso cambian de estrategia, creo que se han propuesto volverme loca de placer, se separan, y cada uno toma una zona de mi cuerpo como un lienzo donde expresar todo su arte.
Uno se centró en lo que yo llamo “un masaje cular”, primero timidamente rozando la parte más externa hasta ir conquistando zonas más escondidas. El otro se queda con mi nuca y la parte superior de la espalda y entre susurros me pide que me de la vuelta.
Ambos se dirigen a mis senos, dibujando con sus manos mis curvas, y rozando mis erectos pezones como si fuera sin querer. Entre mis piernas se cuela una o ¿Son varias manos? He perdido el control, siento como si solo un ser me estuviera tocando, mientras un escalofrío recorre desde mi pubis todo mi cuerpo. No se si es sugestión, que estoy predispuesta o con una extraña pócima de aceites me han hechizado para llevarme directamente al climax, dejo de pensar y me limito a disfrutar.
Juliette:
Las expertas manos del masajista hacen que disfrute de dos intensos orgasmos casi seguidos. Estoy pletórica, mientras me dirijo a la ducha medio aturdida en la bruma de olores y sensaciones, oigo gemir a Barbarella.
Parece que las dos hemos tenido un final feliz. Me vuelvo a mirar curiosa, y Barbarella me sonríe.
Le guiño un ojo mientras entro en una ducha humeante de aromaterapia. Dejo que el agua recorra sin prisa mi cuerpo, los vapores hacen que la sensación de ensoñación no desaparezca.
Oigo a lo lejos como Barbarella se comienza a duchar también, me la imagino, su cuerpo brillante cubierto por los aceites, y el chorro de agua dibujando su larga melena, y su precioso cuerpo.
Me entretengo un rato allí. Cuando salgo veo que Barbarella y los masajistas han desaparecido. Me han dejado una crema para el cuerpo y una bata. Me la aplico como si fuera la primera vez que toco mi cuerpo, lo redescubro, y me gusta, me gusta más que cuando entre.¡La sensación de recrearse en el propio cuerpo es fantástica!
Me pongo una batita de satén que me han dejado en una silla y me dispongo a salir. No sé a dónde se habrá dirigido Barbarella. Observo las puertas que se abren y cierran, imagino lo que puede haber dentro.
De pronto abren una y veo de soslayo la cama redonda, está en movimiento y cuerpos entrelazados se arremolinan encima. Ya he hecho mi elección, abro la puerta, y me quedo en el quicio sin saber que hacer, la escena es un baile de cuerpos exuberantes.
Entre los cuerpos sudorosos se palpan los olores intensos, la estancia huele a sexo. Nunca había disfrutado de una estampa tan bella.
Absorta observando la escena no me doy cuenta de que un chico escultural intenta entrar. Me sobresalto cuando me toca el hombro. Mi reacción le produce una risa sonora, yo me rio también cómplice.
Me invita con un gesto a entrar, así lo hago y me sitúo inmóvil. A pesar de estar ya en el centro de la sala todavía no acierto a moverme.
Noto al chico de la puerta a mi espalda, siento su calor, está cerca. Se acerca más y me susurra al oído:
– ¿Quieres seguir con el masaje? –
De pronto me doy cuenta ¡Qué estúpida! Es el masajista que me ha hecho volar hace un momento. Asiento sumisa y dejo que me coja de la mano, me dirige a un sillón curvo. Había oído hablar de ellos pero nunca he podido disfrutarlos. Mi acompañante me suelta el lazo de la bata y la deja caer al suelo, a continuación me empuja suavemente hacia el sillón hasta hacerme poner de rodillas, mi cuerpo se apoya poco a poco en el sillón hasta coger una posición cómoda.
Me comienza a masajear ¡Ahora si! Reconozco ese tacto. Vuelvo a cerrar los ojos, dejo mi cuerpo laxo. Oigo los gemidos y gritos de placer del resto de los moradores de este pequeño paraíso.
Mi fornido masajista se apoya ligeramente sobre mí, mientras me masajea noto su bulto cerca, creciendo. A cada movimiento de manos notaba como rozaba mi agujero, húmedo y palpitante. Mis jugos caían entre mis piernas.
Sus manos comienzan a masajear mis pechos. Noto una ligera penetración, mi vagina esta empapada y deseando retenerle dentro, muy dentro. Una de sus manos juguetea con mi clítoris, mi cuerpo se curva hacia detrás buscando el objeto de mi deseo.
Finalmente me penetra, de un golpe, en cuanto siento su enorme pene dentro de mí, lo aprieto de forma involuntaria, como si no quisiera dejarlo escapar.
Comienzan las embestidas, son brutales. Mi respiración se descontrola, miro a mi alrededor y me deleito con la escena, cuerpos fornicando, bocas comiendo todo lo que tienen a su alcance, y manos nerviosas buscando donde agarrarse.
Mi excitación es máxima, noto que el clímax me alcanza, es inminente. Cuando nota las sacudidas de mi intenso orgasmo acelera el ritmo, seguido su semen caliente inunda mi coño, y con sus estremecimientos vuelvo a tener otro pequeño orgasmo, pequeño pero igual de sabroso.
Me desvanezco sobre el sillón y descanso exhausta. Mi hacedor de placer desaparece entre el maremágnum de cuerpos.
Cuando me incorporo, decido que ya he tenido suficiente por hoy. Voy a buscar donde darme una ducha relajante de nuevo, y buscaré a mi amiga Barbarella.
¿Dónde andará?¿Querrá seguir jugando por aquí?
Barbarella:
Hemos decidido explorar las diferentes salas por separado, en plan juego a ver si nos encontramos. Yo voy a empezar por la sala “Cabaret”, me apetece que me miren y sentirme deseada mientras me marco un baile sensual.
Como buena “Barbarella” voy preparada, tengo una cajita metálica con unas pezoneras rojas que estoy deseando girar, y una cadenita dorada para decorar mi cadera que pega perfectamente con mis estilettos dorados. La sala es como un teatro, con su patio de butacas y palcos. En un lateral del escenario hay una enorme copa llena de un burbujeante líquido que espero que sea cava. Al otro lado una jaula dorada con un columpio forrado en terciopelo, la música me invita a sentarme y balancearme suavemente en el columpio. El terciopelo acaricia mi desnudo culo y la inercia del columpio hace que los flecos de mis pezoneras dibujen en el aire la senda del movimiento.
Cansada del columpio decido ir a la copa, siempre me han gustado los baños. Siento el cosquilleo del cava y empiezo a acariciarme los pechos. Se me ha olvidado que hay público, ahora estoy concentrada en mi propio placer, otra chica entra en la copa, no me molesta, hay sitio de sobra para las dos. Suavemente me quita las pezoneras y empieza besarme los senos y con una mano alcanza mi sexo y me acaricia con movimientos circulares el clítoris. Siempre lo digo, nada como una fémina para tocar otra fémina y esta chica me está llevando al cielo. Sin poder evitarlo se me escapan unos gemidos guionizados por el movimiento de los dedos de mi acompañante, hasta arrancarme un explosivo orgasmo. El público aplaude entusiasmado y se cierra el telón, estoy lista para la siguiente sala.