En la oscuridad de mi habitación Sola? no, conmigo.

Puedo decir alto y claro: no sé a dónde me dirijo, me pesan los párpados,

Estoy abierta a volar en espiral, a empujar con la lengua las palabras, a desnudar mis versos en tus manos

Los últimos pedazos del día: Mientras allá fuera recogían los últimos pedazos del día, nuestras ocupaciones se perdían en la cama.

Me masturbo: Mis dedos nadan y bucean en mí, se entretienen y se apresuran.

Y con la noche, tras tantos gemidos, cayó el silencio.

A veces busco un motivo para tirarme a tu precipicio, la masturbación es por falta de compañía,

Desde pequeñas nos enseñan que la virginidad es lo más valioso que tenemos. Desde pequeñas nos enseñan que nuestra desnudez es sagrada y que solo la puede ver el hombre al que amemos.

Mi lógica me dice que me tiraste a la cama, aunque yo sentí que caí sobre las nubes. 

Fue ese primer aliento que tomé de tu boca, y que me has hecho devolverte a pequeños gemidos. Era ese movimiento agitado, de un amor que aunque sin apuro, quería adrenalina.

Sus caricias, son un arte tan sutil, que casi son imperceptibles, excepto para cada poro de mi piel, que siente a la perfección cada huella dactilar que baila sobre él. Tan dulces como ágiles, y suelen tener una doble intención. Intenciones de las cuales soy partidaria, y más si son esas manos las que me […]

Encaje que encaja perfectamente en mi silueta, la cual encajas con dulzura entre tus brazos, sintiendo la suavidad de estas maravillosas medias con encaje negro, que buscan guiarte por el camino a tu paraíso particular. Pasando primero tus manos, que se encajan con majestuosa facilidad en ese, y cualquier otro rincón de mi cuerpo.

En los ángulos agudos que posee tu cuerpo, paso la yema de mis dedos, plasmando monólogos sinsentidos a su paso, con la tinta invisible de mis huellas dactilares.