Dale lo suyo, semental
El Barón de Pt
Buenas a todos:
La verdad es que la semana pasada se me estaban acabando las ideas para escribir en este blog. Menos mal que he vuelto a este gran templo del saber que es mi fábrica y en tan solo unas horas hablando con la gente se me ocurrieron varias ideas. En un pequeño grupo de hombres jóvenes, nos pusimos a hablar de nada en general y del arte del folleteo en particular y en varias ocasiones comentaron, sobre todo hombres con una relación larga, que después de un polvo se echan a dormir, aunque su pareja siga queriendo guerra. De manera que este artículo va dedicado a vosotros, a esos tíos con cierto bagaje en una relación que se ha quedado un poco atascada en la rutina, en la que el “solomillo vuelta y vuelta” es casi lo único que hacéis.
La verdad es que no he tenido muchas parejas sexuales (mantengo una relación estable desde hace once años) pero sin echarme demasiadas flores siempre me he considerado bastante buen amante. Por eso cuando oigo que, después de haber tenido un orgasmo, haya que dejar la faena, aunque la otra siga teniendo ganas, es algo que honestamente, me sube bastante la moral.
Por eso, a riesgo de pareceros bastante egocéntrico (al fin y al cabo soy un diablo), me tomo la libertad de compartir con vosotros unos sencillos consejos para satisfacer a vuestra pareja. Ya sé que no os voy a explicar nada que no sepáis ya, pero en ocasiones es necesario que alguien que no conocemos nos recuerde el “ABC”, porque con frecuencia tendemos a obviarlo (sobre todo después de lo que he oído en el trabajo).
Antes que nada debo comentaros que aquí se acabaron los vagos. Sinceramente preguntaros hace cuanto no sorprendéis a vuestra pareja con algún gesto. Tampoco es necesario nada del otro jueves, un detalle, no hace falta que sea una ocasión señalada: una cena con velas, un regalo que sepáis que la vaya a gustar, bajar la tapa de váter, etc. Pero metamos en materia, mejor dicho en la cama. No se trata de que follemos como actores porno pero, por lo menos, finjámoslo un poco.
Por eso, nada de follar con la parte de arriba del pijama de “Hello Kitty” ni de “Star Wars” puesta, os cogéis y os ponéis como vinisteis a este mundo. De igual manera, os despojáis de los calcetines, no porque sea antierótico (que también) sino porque perdemos tracción.
¿Ya estáis en pelotas?, bien mis queridos lectores, es hora de los preliminares, haced lo que más os guste, puesto que en este punto cada uno somos un mundo. Explorad lo que queráis, pero recordad que si queremos pasar bastante rato dentro de ella no os demoréis más que lo necesario. El siguiente paso es muy importante. En toda la historia de la humanidad hay dos inventos clave: el fuego y el lubricante (pensándolo bien, con el fuego tampoco conseguimos mucha cosa), de manera que echad mano de un buen chorretón de lubricante con base de agua y aplicadlo con generosidad.
¿Ya estáis bien a tono y tan erectos como manda nuestro señor Satanás? Poneros encima de ella y juntaos todo lo que podáis pero sin metérsela, dedicad un momento (no más) a frotar la vuestra entrepierna con la suya. Id abriéndoos paso a través de sus pliegues con delicadeza e introducidla tan larga la tengáis. Despacio, las primeras embestidas hacedlas lenta pero profundas, pegaos a ella, sentid el mayor contacto piel con piel que podáis, besaos con pasión. ¿Estáis disfrutando?, pues ahora toca cambio de ritmo, incrementad la cadencia de las acometidas poco a poco, para que después, os separéis de ella apoyados sobre los brazos para que sintáis que los único que os une sea vuestra polla. Ahora sí, sacad el animal que sé que lleváis dentro y demostradle que todavía sois aquél hombre que la hacía gozar tantos años atrás. El chivato de que vais por buen camino es el cabecero de la cama, cuanto más se mueva, mejor. Un buen consejo es levantar una o las dos piernas de ella para mover ligeramente el ángulo de su vagina y poder sacar el mejor rendimiento de vuestro instrumento, tenéis que sentir que los huesos de vuestra pelvis se acoplan.
Olvidaos de vosotros, fijaos en ella, ¿se lo está pasando bien? ¿Se aburre? Cuando notéis que disfruta “más de la cuenta”, sacádsela y rápidamente le dais la vuelta. Antes de que tenga tiempo para pensar, la agarráis fuerte de las caderas y para dentro Romerales. Personalmente prefiero hacer esta postura de pie en el borde de la cama y ella en la cama. Lo bueno de la postura, aparte de la penetración muy profunda que le toca, ella se puede frotar el clítoris todo lo que la apetezca. Ahora mirad hacia abajo, ¿veis ese agujero que todavía no ha participado?, pues toca explorarlo, ¿recordáis lo del invento del lubricante? Pues recordad tenerlo siempre a mano. ¡OJO!, yo no estoy diciendo que se la metáis por el culo, que os conozco y mira que sois borricos. El sexo anal necesita de mucha preparación previa; no podemos llegar un día y pensarnos que todo el campo es orégano. Jugad con los dedos impregnados de lubricante al máximo (recomiendo que con una mano juguéis con el ano y con la otra el clítoris) si ella dice que ni hablar, no pasa nada, puesto que lo que de verdad importa es explorar.
¿Lo estáis pasando bien? Recordad lo que os he dicho, al principio, de que nada de hacerse los vagos, de manera que toca un cambio de postura. Para lograr una de las mejores penetraciones os recomiendo que hagáis de la gravedad vuestra aliada. Os sentáis en una silla y que ella os cabalgue; ya sé que lo podríais hacer igual en la cama calentitos pero no hemos llegado hasta aquí para echar solo un polvo vainilla. Además, en la silla, ella queda colgada de vosotros de manera que se la podéis meter más que si siguieseis en la cama. Agarradla de ambas nalgas y presionad hacia vosotros al compás de las embestidas.
Llegados a este punto, imagino que os empieza a fallar el fuelle y queréis correros para iros a dormir un ratito ¿verdad? MAL, MUY MAL. Hoy le toca a ella, os recomiendo que le hagáis un orgasmo primero, puesto que ella sí que puede recuperarse para continuar y nosotros lo tenemos más crudo. De manera que cuanto más la hagáis gozar, más agradecida se mostrará ella después.
¿Ella ya se ha corrido? ¿Quiere más? Si es que sí, nada de ponerse el pijama, a continuar con la faena. Si por lo que sea vosotros no podéis porque ya habéis terminado pues nada, boca y mano, lo que prefiráis, pero que sea ella la que primero claudique.
Chicos, honestamente sabéis que ellas se lo merecen aunque sea solo por aguantarnos. Cuanta más atención les dediquemos, mejor estarán y mejor estaremos nosotros.