Danza de súcubos
Mandrake Scream
¡Por fin llegó el día!. Mi Darkness Prince me ha dado permiso para conocer su rincón terrenal del infierno.
La mañana ha sido monótona y rutinaria como siempres que pervivo bajo mi apariencia humana, aunque hoy mi mente estaba puesta en el viaje hacia el nuevo encuentro con mi Darkness Prince.
Y la verdad es que por supuesto ha sido un gran reencuentro. Él sabe como complacerme y reavivar mi fuego.
Pero el crepúsculo se acerca y por delante nos quedan unos días de vacaciones por el infierno para deleitarnos en nuestras pasiones. Así que decidimos salir de la guarida del Averno y deslizarnos en la noche por su ciudad.
Previo a todo decidimos reponer fuerzas ya que en el mundo humano debemos llevar nuestro disfraz de mortales y estos cuerpos necesitan alimento.
Mientras Él me va enseñando sitios de su tierra, nos tomamos unos pinchos acompañados de caldos del pais.
¡Este blanco es infernal, sólo 3 y ya empieza a afectarme al cerebro!
Noto como mi euforia va en aumento, pero tan sólo acaba de empezar la noche y nos encaminamos hacia el casco viejo.
¡Habrá que cambiar de bebida o temo que este zumo de uva blanca acabe dejándome sin conocimiento, y hoy tengo ganas de juego!.
Le hago saber que necesito cambiar de brebaje. Es lo que tiene este cuerpo, lejos de emborracharse más, si cambio de alcoholes se recupera de los vapores etílicos y me permite actuar como el diablo que soy sin que se duerma mi intelecto.
Hemos llegado al casco. Ummmm buen Rock & Roll y en directo, ¡Perfecto!.
Entramos en el local y compartimos una copa de nectar de Dionisos con refresco de caramelo (también típico de estas tierras norteñas) mientras escuchamos parte del repertorio de este bardo emulando a las viejas glorias del Rock & Roll.
Terminamos nuestra copa y salimos de nuevo a la calle.
Observo que no hay tantos humanos como acostumbra a haber donde yo vivo, aunque la fauna es interesante.
Nos adentramos en uno de sus antros. La neblina de mi cabeza ya se ha disipado.
Vamos directos a la barra y decidimos compartir otro calimocho (¡ya lo sé puristas vosotros no usais esta ortografía!, pero es mi historia).
La música que suena invita a moverse y en mi afán de juego decido mostrarle a mi Darkness Prince mis artes robadas a Terpsícore.
Me deshinibo, abandono la barra y dejo que la música se apodere de mi cuerpo.
Danzando con desenfreno me deslizo por el suelo hasta el centro de la pista. Prácticamente no hay nadie en el local, lo que permite dejarse expresar a mi cuerpo, tan sólo un par o dos de machos humanos al fondo bebiendo y una pareja bailando en la pista.
Normalmente no me llaman la atención las féminas, pero ella tiene algo distinto. Un halo andrógino muy atrayente.
Noto que observa mi danza y entonces me entran ganas de juego.
Empiezo a provocarle con mis movimientos sin ni siquiera mirarla.
Ella a su vez incrementa el ritmo de su danza, parece ser que le gusta también el juego.
Su macho abandona la pista y se dirige a la barra.
Con el cambio en su ritmo la observo.
Al sentirse observada cambia sus pasos monótonos por simulacros de boxeo. ¡Mmmm, interesante!
El rojo de mi pelo comienza a iluminarse e imito su balanceo.
Ahora me toca a mi, saco el brillo verde de mis ojos, miro directamente a los suyos, y al ritmo de la música sinuosamente me contoneo.
Ella también fija su mirada en mis ojos y con sus manos hace un signo de invitación al acercamiento.
Le niego con la mirada pero imito sus movimientos.
Ella imita los mios pero a velocidades de vértigo.
Casi no puedo seguir su ritmo, su juventud es un reto.
Me aproximo a la barra con mi Darkness Prince y me tomo un leve respiro. Ella hace lo mismo con su pareja.
Tras un trago y breve charla recupero el resuello.
De nuevo dejo que me envuelva la música y me dirijo hacia el centro.
Ella se percata de mis moviemientos y comienza de nuevo su juego, pero esta vez se aproxima y danza a mi alrededor, se quita la gorra que lleva y hace un saludo provocador.
Yo le sigo el juego y le devuelvo la reverencia. Y sin moverme del sitio danzo para ella como si hubiese conseguido la conquista, aunque hace tiempo que me percaté de su naturaleza.
Aún es un súcubo algo inexperto y comete el error de darme la espalda, lo que aprovecho y me acerco a ella envolviéndola por detrás en su baile con unos brazos que sin rozarla recorren su cuerpo.
Entonces me mira y hace un leve movimiento de desaprobación, dándome a entender que no quiere eso, y con la mirada le digo que lo mismo, que conseguir su conquista sólo era un juego.
Me mira y en su mirada leo: «¡Demonios! tú también eres un súcubo. Ya lo dice el refrán sabe más un diablo por viejo que por diablo», un guiño y por último me sonrie de nuevo.
Ha sido divertido volver a jugar con otra súcubo.
Me encanta pasear por el infierno.
Y a vosotros os recomiendo:
D isfrazad vuestra tristeza.
I lusionaos de estar vivos.
S atisfaced vuestros deseos.
F antasead con lo perverso.
R omped moldes.
U rgad en vuestros cerebros.
T entad a la suerte.
A dentraos en los avernos. Y. Sobretodo…
D anzad como si fueseis malditos.