En busca del grial perdido
Barbarella
Aterricé en el mercado del follamiguismo sin bragas y sin freno. Estaba segura de que era un buen camino para encontrar el grial que saciaría mi deseo. No era virgen ni pretendía serlo, y estaba cansada de repetir insulsas relaciones plenas de rutinas destinadas al fracaso. Mi madre me pre-avisó, las mujeres de mi familia estábamos afectadas por una maldición que malograba todos nuestros enlaces amorosos. La solución era simple, buscar sexo. Mis amigas me hablaban de este nuevo mercado lleno de ventajas. Al diablo con el mito de que si te lo follas la primera noche eres una zorra; de hecho, debías hacerlo. Y podías repetir y repetir sin inoportunas huidas masculinas del tipo «¿perderé mi libertad?». Existe un sencillo estatuto, «quedamos sólo para follar».
Quedé con uno, me ponía: cumplía el principal requisito. Me llevó a su casa, y tengo que reconocer que el principio fue prometedor, como en las mejores de mis fantasías nos arrancamos la ropa a cámara rápida. Y esto fue el clímax…
El resto se resume en 4 empujones, 2 arriba 2 abajo, su gritillo, mi gran decepción y la búsqueda del cigarrillo. En un derroche de generosidad le dije: ¿lo hacemos de nuevo? Me miró con cara de pez…
Supongo que si ya es difícil encontrar el amor de tu vida el amante de tu vida es prácticamente ciencia ficción.
Foto: Barbarella
Mis amigas siempre se quejaban de que después de hacer el amor, el masculino pierde el interés y coge la sartén por el mango y terminas bailando a su son. Si, antes de, te wasapeaba a diario, después te pasas el día esperando el check azul mientras cuentas los días que tarda en contestar a tu «hola que tal». En este caso era esperanzador, fijo que no me llamaba. Fue patético, seguro que se dio cuenta, él también estuvo allí. Pero se cumplió la famosa regla, si un masculino quiere llamarte te llama y si no no, y me llamó.
Empezó con un extraño monólogo «me gustaría que repitiéramos el épico acto del otro día, en el mismo formato, modo sólo sexo, sin molestos peajes disfrazados de amor, ah y no te emociones, sólo sexo insisto. Lo que es ser follamigos, ¿trato hecho? » Tenía que haber sido práctica, un «no gracias» bastaba, pero por algún extraño exceso de empatía me inventé un «es-que». «No mira es que yo soy de las que se enamoran, y si repetimos fijo que me enamoro, y me romperás el corazón y tu no quieres eso, ¿verdad?» . Y me contesta: «cariño, yo no quiero romperte el corazón, tan sólo quiero romperte el culo.»
GAME OVER. Muerta me quedé, menudo farol me ha soltado el súper follador enmascarado.