Fiesta a dos y medio
Ruper
Nota: Continuamos con el relato a dos manos entre Barbarella y Rupert… Si quieres saber donde empezó esta historia haz click aquí
Barbarella: Concierto de los Motley Crüe, no podía perdérmelo así que me encaminé a Münich. Había quedado allí con unos amigos de Madrid que no están al tanto de mi búsqueda de empotramientos, y por no complicar nuestra relación decidí ser buenina y dejar al lado mis fantasías. Me costó, no lo voy a negar porque si algo me pone es un vikingo, y allí los hay de los buenos. Ese era el plan, pero el azar me reservaba una sorpresa. En el aeropuerto me topé con Rupert, y me miró con cara de «me debes una, golfilla». Estaba en Münich en un congreso de masajistas…
Rupert: Últimamente estoy de seminarios, congresos y charlas hasta las narices, menos mal que en este congreso me he traído a mi amigo, más bien a mi hermano, nos parecemos tanto, altura , corpulencia, rasgos faciales…que siempre nos confunden por hermanos. Nos ponemos al día con los planes de noche, a que pub ir, cómo hacer las coberturas de ataque, como…¡SORPRESA! Mientras mi amigo me estaba contando sus tácticas nocturnas, por las escaleras mecánicas del aeropuerto aparece Barbarella. Mientras baja despacio la miro con esa mirada de “me debes una, golfilla”, y me voy acercando a ella. Nos ponemos hablar de por qué estamos en Münich. En medio de la conversación, me acerco a su oído y le susurro «no quiero excusas, después del concierto en el bar de este hotel» y le doy la tarjeta del hotel donde me hospedo. Mientras ella mira la tarjeta le doy un cachete y me voy.
Barbarella: Me temo que Rupert quiere guerra, al despedirnos me dio «un tas» que me dejó con las ganas. No tenía elección, iba a ir a su hotel. Me puse el mejor de mis corsés y allí me encaminé. Por un momento pensé que se habría olvidado, o entretenido por ahí, fijo que estaba ligando con alguna alemana, pero no, ahí estaba, y lo peor o lo lo mejor es que no estaba solo.
Rupert: Llega barbarella con un vestido negro ajustado y corto, pero sin escote, no distingo su lenguaje corporal, su paso me demuestra firmeza e inseguridad a la vez, igual que su vestido… Mmm mujer interesante, una capa de fortaleza por fuera y tierna por dentro, me va a dar pena corromperla, llevarla al lado oscuro, mmm… Esa mirada fija…. Igual ha estado ya allí y ha vuelto… Interesante, no la ubico bien. Le presento a mi amigo, estamos hablando un rato y nos reimos todos. Tonteamos, hay filing entre los tres, asi que es hora de despedirme de mi amigo. Le digo que nos vemos luego, me da un abrazo y me mete algo en mi bolsillo trasero.
Barbarella: Estuvimos charlando los tres animadamente, y por un instante pensé que su amigo iba a participar en la velada pero no, se conoce que tenía otros planes y se fue. Y ahí estaba yo con este masculino que me produce una mezcla de miedo y deseo. Me pregunto a qué querrá jugar hoy. Bueno, no me lo pregunto, me temo…
Rupert: Nos dirigimos al ascensor, presiono el botón y cuando se está abriendo la puerta, me inclino un poco y le susurro: «tengo 9 pisos para hacer que te corras.» No sé si la he impresionado o la he acojonado, pues entro yo primero y ella tarda unos segundos en entrar, justo se cierran las puertas detrás de ella. Bajo. La empotro contra la puerta con energía. Le doy media vuelta y pongo sus manos en la puerta, le bajo la ropa interior hasta las rodillas, con mi mano izquierda le doy un cachete. Planta 1. Mientras con la derecha saco el anillo vibrador que me metió mi amigo en el bolsillo y me lo coloco en el dedo gordo, mi otra mano sujeta bien fuerte las suyas. Planta 2. Le doy media vuelta, le mordisqueo el cuello y subo sus manos por encima de su cabeza. Planta 3. Mi dedo índice y corazón acaricia su clítoris suavemente preparándola para recibir la vibración. Planta 4. Introduzco los dedos dentro de ella llegando hasta su punto G, acariciándola suavemente. Planta 5. Poso el anillo en su clítoris, una pequeña contracción de su pelvis seguido de un pequeño jadeo me indica que no se lo esperaba, mis otros dedos siguen acariciándola por dentro. Planta 6. Sus contracciones llegan rápido, mis dedos y el anillo están haciendo bien el trabajo Planta 7. Trata de cerrar las piernas, no se lo permito, mientras su contoneo pélvico hace incrementar su placer. Planta 8. Intenta resistirse con las manos y haciendo giros con las caderas, su orgasmo es evidente, separo mis dedos pero sigo un poco más con la vibración para acabar separándome de ella. Planta 9. Se abren las puertas, salgo y me giro porque no oigo sus pasos. La estampa es graciosa, tiene una mano en una de las paredes laterales del ascensor, medio encogida con las piernas juntas hasta las rodillas donde están sus bragas, los pies separados entre ellos unos 50 centímetros y aún jadeando.
Barbarella: Este txulito me ha puesto como una moto. Creo que es hora de que pruebe una de mis excelencias y tengo que tomarle la delantera, por lo que no le dejo ni acomodarse en la habitación y me lanzo sobre mi objetivo. Se resiste pero al final parece que a éste le está gustando. Hay a mujeres a las que no les gusta el sexo oral, a mi no sé si por culpa de tanto refuerzo positivo me encanta. Me gusta empezar poco a poco, pasar mi lengua por la zona más sensible para de repente introducírmela entera mientras mi lengua la recorre haciendo pequeños circulitos. De repente acelero y paro y juego casi tímidamente con su escroto, como si fuera una pequeña confusión, para volver a empezar con mi pequeña tortura. Este masculino sin duda es de los que prefieren llevar el control, me dice dónde quiere correrse, pero me hago la sorda, quiero saborear su esencia y sin que él pueda evitarlo lo hago.
Rupert: Esta chica me descuadra… Fachada de dura y tierna por dentro, sexualmente sumisa pero con gran habilidad amatoria, su lengua es inmejorable. Mujeres como ésta se merecen que les haga tener una noche inolvidable, mmm… Ya sé qué hacer. Me levanto de la cama, cojo mi móvil, ella me mira extrañada. «Hola, ¿dónde estas?» Miro a Barbarella a los ojos y sigo hablando por el móvil. «Sí, estoy acompañado, ¿y tú? La cara de Barbarella es un poema, ella desnuda en la cama y yo hablando por teléfono. Sigo con la conversación telefónica. «Muy bien, dale tu teléfono, dile que la llamarás mañana y ven a mi habitación, te espero en 5 minutos.» Cuelgo el teléfono. Dejo el teléfono en la mesilla y la miro fijamente. «Esta noche es para ti, Barbarella, eres una mujer especial y tendrás una noche especial, en unos minutos subirá mi amigo, ese al que no le quitaste ojo en el bar, te vamos a dar una noche de pasión, de sexualidad, solo tú pondrás los limites.»
Barbarella: «Me parece bien que venga tu amigo, pero hoy no quiero jugar con él, solo quiero jugar contigo. Eso sí, puede mirar, que se quede ahí sentado mientras yo te devuelvo el placer que me diste en nuestro primer encuentro. Si quiere puede tocarse, pero a ni a ti ni a mí, por muchas ganas que tenga. Umm, sólo de pensarlo me excito.» Llegó su amigo, le explicamos las reglas de nuestro juego, y a regañadientes aceptó visualizar la película que le habíamos preparado. Yo ya sabía que Rupert era bueno con las manos, un defecto profesional que había aprovechado, también había catado su esencia. Ahora quería probar su empuje. Cual gatita en celo le invité a empotrarme, lo que aceptó gustoso. De reojo miraba a su amigo, mientras Ruper y yo cambiábamos de postura como si fuera un baile coreografiado, terminé debajo a cuatro patas, sin dejar de mirar a su amigo, cuya cara era un poema. Rupert me pidió correrse entre mis senos y es evidente que no pude negárselo.
Tranquilos que esto no acabará aquí. Continuará…
Foto de portada: Alessandro Saponi