Intermodal
Diablos Invitados
Autor: Fast Bender
Son las tres de la mañana, en una de esas noches en las que sales y viendo a la gente te parece todo un sin sentido. Por eso vuelvo pronto a casa. Justo enfrente de mi apartamento esta la estación de autobuses. La iluminación, el entrar y salir de vehículos, y la gente me hacen ser casi invisible. Entro a tomar algo.
Diferente escenas con diferentes personajes, entre todos, una atrae mi atención, una pareja de treinta y pocos, despidiéndose. El chico, atlético, en vaqueros ajustados, con una cazadora raída y ojos llorosos hace gestos de impotencia mientras ella mira con cara impasible. Sin un gesto de cariño ella se va.
Estoy sentado en la barra con mi gintonic, junto a la máquina de tabaco, le veo acercarse, pero no me da tiempo a apartarme totalmente, intenta sacar su cajetilla pero está agotada, al ver que el resultado es el mismo con todas, le ofrezco unos de los míos y le señalo la puerta. Salimos al frío de la noche, el agradece el detalle.
-Hoy no esta siendo mi noche, me dice, y se enjuaga los ojos queriendo disimular.
-La noche todavía no ha acabado, no sabes lo que puede pasar, le comento en tono interesante.
Hablamos un rato mientras consumimos nuestras copas y fumábamos, ella se iba por una traición, al parecer inconfesable. La conversación tanscurría y quizá por las copas, los gestos se fueron haciendo mas cercanos, una mano en la pierna, un brazo por el hombro, un suspiro en el cuello, todo acompañado de miradas furtivas a partes de mi cuerpo que ya estaban reaccionando.
Tras ver cómo recogían la cafetería y con ganas de más, le invité a tomar la espuela en mi casa, aturdido pero con ansia, cogió el tabaco de encima de la barra y me siguió.
En casa abrí dos cervezas, le dije que se pusiera cómodo, y quitándose la cazadora y el jersey se entrevió un cuerpo robusto y bien formado donde una hilera de vello le subía por el pubis hasta los pectorales. Con el primer trago se desplomo en el sofá, se frotaba la cara y agachaba la cabeza, me coloqué ante él, y le abracé intentando calmarle, al subir la mirada llego la confesión, había sido infiel, con un hombre mayor que el, en un momento en donde no pudo contener sus impulsos, los cuales fueros satisfechos de manera muy tosca, y la culpa le superaba, ademas de tener la sensación de que había mucho más que sentir. Y tenía razón.
Al acabar su explicación entrecerró los ojos y se fue acercando a mi esperando una respuesta que hice rogar y, en ese instante, antes de que parara y abriera sus parpados, le agarre y bese con firmeza y pasión, sus brazos se dejaron caer por mi espalda mientras le abrazaba con fuerza. Casi desesperados nos fuimos quitando la ropa mutuamente. Recostados en el sofá, el miraba al techo con los ojos en blanco mientras bajaba y subía mi lengua por su cuerpo, pequeños mordiscos le hacían estremecer según me iba acercando a su miembro, que palpitaba acorde mi boca se adueñaba de el. Tenia que controlarme, sus ansias no me iban a dejar mucho tiempo antes de que él acabara, y yo quería ir mas allá. Desplace mi atención a sus pectorales, mientras acariciaba cada parte de su cuerpo. Ladeaba el cuello mientras yo sorbía y besaba, mordía y arañaba con mis dientes. Veía como su cintura se movía, pedía mas, le masturbaba lentamente mientras el se agarraba los testículos ya lamidos. Toda la zona estaba húmeda, pero se necesitaba mas. Le agarré la cara y mis dedos fueros a su boca, con su saliva en mi mano buscaron ese oscuro objeto de deseo que ya palpitaba llamándome. Fui introduciéndome, mientras él poco a poco se entregaba, quería mirarme, pero el placer le desbordaba. En un rápido giro le coloque en posición, y por un instante el miedo floreció en su cara, hasta que suavemente notó el calor de mi verga dentro de él. Su necesidad era tal que fue quien tomo la iniciativa moviéndose, pero yo evitando las ansias, frene su impulso y al rato estaba estremeciéndose al ritmo de mis entradas y salidas.
Hay muchas formas de abrazar, y el me tenia agarrado en todos los sentidos, justo cuando creía que no iba a aguantar más la presión, estalló en un gemido incoherente, y convulsionando eyaculó. Mientras jadeaba su cuerpo fue relajándose. Me retiré delicadamente esperando que volviera a la realidad.
Los siguientes minutos le fueron confusos y le trate como a un colega más. Nos limpiamos, bromeamos, y recogimos la ropa. Nos despedimos rápidamente, yo mantenía la puerta abierta mientras el bajaba las escaleras sonriendo, y mirando atrás en repetidas ocasiones.
Habría mas ocasiones donde poder satisfacerme.
Sí, porque estoy seguro de que volverá.