La desconocida
Ruper
Qué estrés… los exámenes finales me están machacando, necesito desconectar un rato, eliminar de mi cuerpo este estrés que me está consumiendo. Un polvo salvaje, eso es lo que necesito, un aquí te pillo aquí te mato, sin sentimiento, puro sexo, pasión sin límites, sin tabús…
– ¡A tomar por culo! – Dejo de mala gana los rotuladores de colores sobre la mesa llena de libros y de apuntes subrayados con las técnicas de estudios… que si en rojo para lo importante…que si el verde para los datos relevantes… el amarillo para los detalles puntuales…. ¡Ya vale de ser meticuloso! ¡Viva el caos!
Enciendo el ordenador, entro en Badoo. Busco mi presa: mujer, 36-40 años, curvas, y una foto que indique que tenga ganas de jugar. Hay varias con el perfil que busco… qué narices, mando mensajes a todas
Que si me encantan tus ojos, qué bonitos labios, me encanta tu sensualidad… Cualquier piropo para mantener el primer contacto. Una vez me contestan, voy siguiendo con alguna gracia hacia mi persona para hacerla reír, como «¡Uy! Me has contestado… Hoy bajaré a echar la lotería, es mi día de suerte» o «¿No estarás hablando conmigo para hacer tu buena acción del dia?» Esas técnicas que le hagan gracia y las “obligue” a lanzarme un piropo, así voy introduciendo en su subconsciente aspectos positivos de mi. Voy descartando a los perfiles que no responden a mis actuales objetivos. Tras chatear unos minutos con varias, llega la hora de enviar las frases con doble sentido, de jugar al tira y afloja. Algunas siguen el juego, otras no.
Quedo con una para esta misma noche. En mi casa dentro de 1 hora. Cambio las sábanas, preparo esa habitación para jugar, una ducha… y cerrar la puerta de la habitación de estudio.
Suena el timbre.
Abro la puerta, me mira de arriba abajo sonríe, no dice nada. Entra, hay silencio en el ambiente, miro de reojo al espejo, veo que me está mirando el culo, cierro la puerta, me giro, me acerco a ella, noto que va a decir algo y poso mi dedo índice en sus labios , pongo el otro en los míos, – sssshhhhh.
Poso mi mano en su nuca, recogiendo su media melena en mi mano, me acerco despacio, aprieto mi mano, tiro suavemente de su cabello alzando su mentón, le planto un beso sexual, húmedo, pasional… Mi pelvis golpea firmemente la suya, su espalda toca la pared; recorro su cuello con mis labios, llegando al hombro desnudo por su camiseta medio caída; suelto su pelo y deslizo mis manos por sus hombros acariciándolos suavemente mientras voy bajando por los brazos hasta llegar a sus manos; las alzo juntándolas sobre su cabeza y apoyándolas sobre la pared, presiono mis dientes sobre el cuello; separo sus piernas con mis pies, le hago notar mi entrepierna. Bajo mi mano derecha por el cuello, pecho, ombligo, llego a su sexo. Introduzco mis dedos en él, está húmeda, excitada, juego con su clítoris.
– No me lo puedo creer…¿¡ya!? – Sus piernas empiezan a temblar, sus jadeos me indican que está a punto. Intenta cerrar las piernas, pongo mi rodillas entre ellas, tengo que apretar con más fuerza sus manos, pues al estar en el clímax se revuelve de placer, noto como contrae sus músculos vaginales, busco ese momento de casi no retorno y paro de golpe.
Le doy media vuelta, la empotro contra la pared y con rapidez y poca delicadeza la penetro con fuerza, intenta agarrase a cualquier cosa que encuentra; cojo su melena, tiro hacia mi, le susurro al oído, – no creas que esto se acaba aquí… esto es sólo la bienvenida. – Acelero y poso mi mano en su glúteo, la doy una palmadita y la empotro con energía. Noto como contrae los músculos sus rodillas empiezan a temblar. Acelero… Acelero… Aprieto su pelo… Sus gemidos de placer son altos. Sus rodillas le fallan tras el intenso orgasmo, apoya toda la planta del pie. – Por favor, un vaso de agua. – Me desconecto de ella, le sonrío. Vamos a la cocina, voy a la nevera y le saco un Isostar. – Toma, lo vas a necesitar, – su mirada es de incredulidad.
…
Vamos desnudos a mi habitación. La puerta está cerrada, la abrimos y le digo que pase. En la cama hay una cuerda que sale del cabecero y otras 2 que salen del pie de la cama. En la mesilla están colocados en orden de menor a mayor: un dildo dorado de unos 10cm, un anillo vibrador, un estimulador de punto G y clítoris ( we-vibe4), lubricante, un pañuelo de seda, y un par de pinzas de ropa.
Se gira. A su cara de circunstancias inicial pronto sigue una sonrisa que se asoma tímidamente con una mirada pasional. Alza sus manos a la altura de abdomen, pone las palmas de las manos hacia arriba y junta las muñecas. Me sonríe y pone una cara de niña buena…
Disculpen señores, pero necesito algo de intimidad. Lo que pase en mi cama, se queda en ella.
Foto de portada: Charlie Marshall