La ducha
Ruper
Un mensaje de mi jefe me indica que tengo que cubrir una baja de última hora el viernes, que la directora a pedido expresamente mis servicios, pero que va a ser una sesión de pilates a un grupo de 8.
-¿pilates?- pienso en alto. Solo mi jefe sabes que tengo el título de instructor de pilates, ¿cómo que han pedido “expresamente” que de yo la clase?.
Le pido la dirección del lugar donde voy a tener que dar la clase, y el horario, me informo por internet sobre el centro. Es un nuevo centro multifuncional solo para mujeres, un complejo con varias plantas, donde cada una de ellas está dedicada a una especialización, relax, centro de belleza, actividades de grupo como pilates, zumba, spining, meditación… sigo leyendo la extensa hoja de actividades que ofrece el centro, al final de la hoja aparece una foto de la directora y su firma.
-Sonia!!- es Sonia la directora del centro de mujeres donde fui el año pasado, ¿cómo se llamaba?… womanrelax, creo, joder como ha crecido el negocio… ¿y como sabe ella que yo tengo el titulo? Si no se lo dije, bueno, una mujer como ella, capaz, segura, autoritaria, capaz de levantar este complejo en un año… sabrá hasta mi talla calcetines.
Es viernes y me presento en el centro, su secretaria sale a recibirme, me informa de todo. Sonia está por los pasillos de un lado a otro, cuando pasa a mi lado me saluda con un frio, serio y casi inexistente movimiento de cabeza, su porte elegante, perfecto, ajustado y con esos tacones de aguja, le acompaña esta vez unas gafas rectangulares y un moño perfectamente hecho, esa mujer tiene la capacidad de estremecerme cada vez que la miro.
La secretaria me indica los vestuarios de las empleadas, no hay empleados… en mi taquilla está mi uniforme con mi nombre bordado, la ropa me queda ajustada, no deja nada para la imaginación, me incomoda un poco, nunca me ha gustado marcar tanto mi forma y mucho menos mis atributos. Le digo a la secretaria que se ha debido de equivocar de talla, me mira sorprendida -señor- hace una pausa, – su ropa ha sido escogida personalmente por la directora- me mira fijamente desafiándome a que la diga que la directora se ha equivocado de talla, asiento y me voy directo a la clase de pilates.
Mis atributos entran primero en la sala, sigo pensando que voy demasiado marcado, coloco la esterilla y el murmullo que se forma a mi espalda cuando me he inclinado me confirma que voy demasiado ajustado, empiezo a dar la clase, los murmullos se van atenuando a medida que las hago trabajar, soy concienzudo pero no severo.
En las horas de la tarde veo que alguna ha repetido y que la clase va aumentando de personas. En la última hora de la tarde ya somos 15, un número elevado si quiero dar bien mi clase, pero algunas no han venido a por la clase en si.
Termino mi jornada, y es hora de mi ducha, me dieron la última hora del día para poder ducharme y asegurarme que no coincidía con ninguna empleada.
Es mi turno, los vestuarios huelen a cremas y perfumes, mezclado con un ligero olor a vaho, parece el balneario de la primera vez, que recuerdos. Me desnudo y me dirijo a las duchas, no hay ninguna individual, pero tampoco lo necesito, tengo todas las duchas para mi solo, que lujo, el agua cae sobre mi rostro, me enjabono bien y me quito el sudor, uso uno de esos jabones líquidos que hay comunitarios con ligero olor a jazmín.
Me pierdo en el relax del agua sobre mis hombros, dejo que recorra mi espalda, mi mano derecha en la pared, el agua recorriendo mi cuerpo, y mi brazo izquierdo extendido por el peso del mismo.
-no hay que derrochar el agua, piensa en el medio ambiente- una voz femenina me saca de mi letargo, giro lentamente mi cabeza sin mover el resto del cuerpo, es la directora, desnuda con sus curvas perfectas enjabonándose el cuello y bajando luego a los pechos, frotando su cuerpo con una esponja de una forma concienzuda y correcta, extiende su brazo con la esponja en la mano.- vas a estar ahí como un pasmado o me vas a enjabonar la espalda?-
Empiezo por sus hombros de forma suave, voy deslizando la esponja por su espalda formando círculos, llego a su baja espalda, limpio bien sus glúteos bajando el ritmo cuando estoy en medio de ellos, sigo por sus piernas, las separo para poder acceder de una forma más adecuada al interior de ellas, subo lentamente, apoya sus 2 manos en la pared y sube los talones, abro el grifo de agua caliente para que salga un pequeño chorro de agua y se deslice por su espalda para poder hacer más espuma, limpio bien su sexo de una forma meticulosa, casi enfermiza, no me olvido de sus labios inferiores, agarro con firmeza su pelo suelto, ya mojado y estiro un poco para que su cabeza deje de estar agachada entre sus brazos, exprimo la esponja sobre su alta espalda para que note como el jabón recorre su espalda arrastrada por el agua, limpio mis dedos del jabón sobrante y me dedico a limpiar el interior de su sexo, me dedico a su punto g.
Sonia hace el esfuerzo de no separar las palmas de las manos de la pared, pero sus dedos se contraen cada vez que toco ese punto que tanto la descontrola. Muerdo su cuello mientras no paro de ser malo ahí abajo, intenta mantener la pose todo el rato, pero ahora son sus rodillas las que intentan cerrarse, noto como sus paredes inferiores se contraen, eso me indica que está apunto, sigo masajeando esa zona con intensidad mientras Sonia lucha por no cerrar las piernas, su gemido y cierre de las piernas me indica que ha llegado al éxtasis, es hora de vengarme por la ropa tan ceñida, la empotro contra la pared y ella estando ahora tan sensible le introduzco mi verga de golpe. –Dios!!!- grita de gusto, por fin un punto de humanidad le sale de su ser, sigo empujando sin descanso mientras la muerdo la espalda, Sonia me intenta agarrar de los costados, mas bien me araña con esa manicura tan perfecta, eso me excita y parece ser que a ella también, noto de nuevo sus contracciones, que van a la par de las mías, eso hace que los 2 nos fundamos en el éxtasis final… final… no creo que esto llegue a algún final… me da que solicitará mis servicios cuando le plazca… esto no es un fin… más bien un continuará.