Late
Astartea, ángel del infierno
Aun mi corazón late acelerado, a pesar de la larga media hora que llevo para recuperarme, aún mi cuerpo tiembla, aun mis manos huelen a mis olores más íntimos, he estado en modo cucharilla sobre la soledad de mi cama todos estos minutos, tal y como me has dejado cuando te has despedido al otro lado del teléfono… sintiéndote a mi lado, detrás de mí, sintiendo tu piel, tus caricias, tus besos, tus mimos, tu olor, tu respiración… sintiendo al hombre, al hombre del sofá, a ese que entró por la puerta de atrás, sin avisar, sintiéndote a ti, que estas a kilómetros de distancia de mi y tan cerca a la vez…
Mi cuerpo esta depurando las emociones sentidas, procesando lo que nos ha sucedido. Necesitaba tanto oír tu voz, hace tanto tiempo no te tengo entre mis brazos, que no estoy en los tuyos, ¡esta distancia me mata!. Necesito más, las conversaciones escritas ya no me son suficientes para apagar mi deseo, el deseo incontrolable que siento por tu cuerpo y hoy cuando me has llamado, oír tu voz, sensual y sexual, provocativa… me ha derrotado.
Conversación divertida, conversación interesante, conversación profunda, ¿acaso queremos cambiar el mundo? Conformémonos con cambiar o continuar con las nuestras, demos prioridad al deseo en nuestras vidas.
He sentido tu deseo, al otro lado del teléfono, al principio nervios ¿sexo telefónico?, para mí una novedad, algo nuevo que explorar… bonito, ha sido muy bonito hacerlo cogida de tu mano, para nada sucio y feo, todo pasional y caliente, es tan bonito desear a alguien… es tan hermoso sentirse deseada.
Tu voz suave hablándome, eres dulce muy dulce, te sentía a mi lado, rozándome con tus dedos, acariciando mi pelo, besando mi cuello, mi piel se erizaba con el contacto de tus palabras. El poder de tus palabras. Cómo bajaban estas hasta mis pechos, y se deleitaban en ellos, jugando con mis pezones, y yo mientras disfrutando del olor de tu pelo y acariciando tu espalda, suave, arañándote cariñosamente con mis uñas, queriendo dejar huella de mi en ti, en la distancia que nos come, y seguían viajando tus palabras por mi abdomen y paras ahí, y descansas tranquilo, sin prisa, mientras tu mano llega a mi pubis, que lo recibe dispuesto a dar y recibir placer y juegan tus palabras con él, mi clítoris pide más, estoy deseando sentirte en mi interior, dentro de mi. Sentirnos uno solo y bailar unidos al compás de nuestros espasmos.
Y te siento al otro lado del auricular, gemir, susurrar, me llega tu deseo, y te imagino, acariciándote con esas manos tuyas que tanto le gustan a mi piel, suavemente , y visualizo tu erección, imagino tu pene, ese pene perfecto que tienes, que en mi boca se ha cobijado, acaricias tu pene y al recordar e imaginar, mi placer se hace aun mayor, estas tenso cariño, hay fuego en nuestros cuerpos ,estamos a punto de explotar, explotar de placer.
Y tus palabras desde el otro lado me ayudan, mientras me acaricio apasionadamente, imaginándote, sintiendo y pensando en ti, son tus palabras las que me tocan, tu voz me susurra y tus gemidos me ayudan a llegar al orgasmo, profundo y largo, que se une con el tuyo, oigo tu placer como llega a mí a través del auricular, y después nuestras respiraciones entrecortadas, profundas, y un hilo de tu voz, que casi no llego a escuchar, y te pregunto:
-¿Estas ahí? ¿Hombre sigues ahí?
Y me contestas derrotado por la batalla, -lo que queda de mi-, y tu voz desprende paz.
Y luego me abrazas con tus palabras, y me tranquilizas. Así, así, así me gusta que me abraces, y vamos recuperando el ritmo y me duermo así entre tus brazos en la distancia.
Y luego despierto y no estás, te has ido, pero mi cuerpo y mi habitación aún conservan los olores de tu presencia. El olor del deseo y la pasión de nuestros cuerpos no entiende de distancias…