Mandrake: Cuerpos fundidos 3 (1ª parte)
Mandrake Scream
Los que me conocéis algo sabéis que me encantan los juegos, y sobretodos ellos el juego de la caza.
Aquella madrugada había amanecido con ganas de jugar y como el juego que tenía en mente no era apto para cualquier jugador humano decidí ponerme en contacto con Moonlight, aquella diablesa que fue capaz de cazarme y hacerme caer en su juego, y que tan sabiamente me mostró placeres ocultos que aún eran desconocidos para mi. Sabía que ella entendería rápidamente lo que andaba buscando puesto que ya le había enseñado yo alguno de mis juegos y siempre acabó satisfecha de los resultados.
Cogí el teléfono y contacté con ella. Aún no había salido de todo el sol pero eso no era un impedimento, los diablos y otras criaturas del averno somos almas más bien noctámbulas e insomnes por lo que nos gusta despertar en la noche. En cuanto le esbocé mi idea me dijo que sabía perfectamente donde buscar nuestra presa. Esa misma mañana iba a dar unas charlas sobre economía y crecimiento empresarial en la villa y allí solía acudir todo tipo de personas, seguro que entre todo ese auditorio encontraríamos alguien dispuesto a participar de nuestro juego. Además sería muy sencillo que yo pudiese entrar bajo mi aspecto humano puesto que existía una serie de plazas reservadas a invitados de los conferenciantes, únicamente tenía que asumir mi papel de currelita e ir de oyente al evento, en la entrada ella dejaría preparado mi pase.
Llegué al salón de conferencias donde se celebraba el evento casi de los primeros, tenía ansias por ver el ganado que se iba a congregar. Moonlight ya estaba allí, charlando con algunos de sus colegas de ponencia. Cuando me vio entrar con mi disfraz no pudo por menos que esbozar una pícara sonrisilla y hacerme un pequeño y sutil asentimiento de cabeza del que nadie se percató.
Yo entré con mi portafolios bajo el brazo y me senté en la sexta silla de la novena fila (6-9 ¡bonito número!), desde ahí podía ver perfectamente a todos los que iban a entrar en la sala y decidir la presa perfecta.
El público comenzó a entrar y yo iba examinando uno a uno todos los machos humanos, seleccionando en mi mente aquellos que podían cuadrar en mis planes y grabando un mapa mental de los asientos que iban ocupando. La mayoría de masculinos que había en la sala no tenían nada que llamase mi atención para este juego, eran los típicos pardillos sin imaginación ni capacidad de experimentación, pero conseguí otear seis ejemplares que podían encajar.
Espere a que Moonlight comenzase a dar su charla y cuando la tuve en el escenario, aprovechando su don de deslumbrar a los humanos, le mostré mi mapa de elegidos. Cuando llegó con la mirada al ejemplar sentado en la novena silla de la sexta fila (9-6 ¡qué discreta coincidencia!) clavó sus ojos en los míos con gesto de aprobación. ¡Esa sería nuestra presa!. Pensándolo bien creo que él fue mi primer candidato desde que entré en la sala y me saludó sonriendo, me encantó ver a alguien puntual y de buen humor a estas horas de la mañana. Siempre he dicho que a la hora de elegir la primera opción suele ser la mejor y esta vez Moonlight corroboraba mi idea.
Aguardo hasta la hora del almuerzo para empezar a echar el cebo, no quiero espantar a esta pieza así que seguiré con mi disfraz de segunda secretaria del director de una de las sucursales de la multinacional que organiza el evento y entablo conversación con todo el grupito de personas que esta él. Al parecer todos ellos están aquí por motivos similares y no les va mucho el tema empresarial, pero es una buena excusa para salir un día de sus anodinas vidas de oficina. Mientras charlamos veo que Moonlight me hace una seña para que nos veamos en el baño, así que me disculpo y voy hacia allá.
-Mmmm Mandrake, ¡ya veo que tus instintos funcionan a la perfección!- me dice guiñándome un ojo, y continua – ¿recuerdas la orgía que te conté el otro día?.
-Sí, por supuesto. No tengo tan mala memoria ¿y?- contesto yo.
-Pues que «la presita» que estás acechando es uno de los tíos de aquella fiesta.
-¡No jodas Moonlight!, ahora entiendo porqué se te iluminaron los ojos cuando te lo señalé como posible candidato. ¿Crees que estará dispuesto a jugar el jueguecito que tengo en mente?
– Supongo que sí, pero le conozco y reconozco esa mirada en tus ojos, igual es mejor que le tanteemos primero, que tus ideas a la hora de jugar no son para todos los públicos.
– ¡Ok! me gusta tu plan, un juego en dos fases. Hoy tanteamos y si es apto le damos pie para la segunda parte del juego donde le haré poner toda la carne en el asador. No quiero desvelarte cual será el juego, pero necesito saber hasta donde estaría él dispuesto a llegar y si sería un buen jugador, por lo que hoy probaremos un poquito con el dolor ¿te apetece?.
– Ya sabes que sí.
– ¡Venga nos vemos después de la cena!, tu mientras traetelo a nuestro terreno- se despide mientras yo retoco un poco mi maquillaje.
Salgo del baño y vuelvo a la sala de conferencias a esperar que acaben las charlas. Tras la última disertación sale al escenario el organizador con todos los conferenciantes y Moonlight me dedica una sonrisa cómplice echando un sutil «coup d’oeil» hacia nuestra presa.
Yo me levanto portafolios en mano y me uno al grupo donde él se encuentra, no quiero que se me escape y tener que volver a engancharlo. En el exterior la lluvia ha hecho su aparición, así que saco mi paraguas del portafolios y ofrezco su cobijo a él y otro de los chicos del grupo para llegar hasta el restaurante donde se celebrará la cena. ¡Me encanta ir bien escoltada a los sitios!, así que le cedo el mango del paraguas a él y yo engancho mis brazos a los de mis dos acompañantes con un coqueteo tímido para no espantarles que les hace ofrecerme una sonrisa de aceptación y una charla amena mientras dura el trayecto.
Entramos en el restaurante y elegimos una mesa no muy lejos de la de los conferenciantes donde sentarnos todo el grupo. Tras la cena seguimos de animada conversación ya en la sala de baile. Noto que «nuestra presa» está algo inquieto, mientras bebemos y charlamos no hace más que buscar a alguien con la mirada. ¡Me temo que como no me eche un cable Moonlight este se nos escapa, y me apetece jugar con él, y aún más sabiendo que es un masculino al que le gustan los juegos!.
Activo el verde de mis ojos para advertir a Moonlight que necesito su ayuda. Y mientras me dirijo a la barra a por un par de copas para nosotras veo que ella se acerca a él. Alargo su copa a Moonlight, ella me lo presenta como «Blanco» y a mi me presenta como «Fucsia» (¡vaya!, ¡qué halago!, ha elegido para mi nombre el color de la ropa interior que llevaba la noche que me dejé cazar por ella. ¡Me gusta el nombrecito!). Yo me hago la despistada como si no supiese de que va el rollo ese de darnos nombre de colores, le sigo el juego a «Naranja» (me encanta ese nombre para Moonlight), me parece divertido, un elemento más para nuestro juego, ahora seremos Blanco, Naranja y Fucsia.
Por fin llega el momento de tentar a Blanco para nuestra lúdica noche. Por su reacción parece encantado (¡nos apuntamos un tanto! ¡choque imaginario de palmas y pulgares hacia arriba!). Antes de empezar la partida decidimos ir a tomarnos otra copa en un bar cercano al restaurante y de camino a la «guarida» que tengo alquilada en la villa. Blanco está un poco perplejo y nervioso, habla de forma atropellada y excitada, se le ve ansioso por probar cosas nuevas, así que tomo las riendas y le cuento las normas del juego, y para darle un poco más de morbillo al asunto invento que me dedico al tema del placer en los ámbitos más inusuales (ya que en el fondo es sobre lo que quiero experimentar con él), y para que no se percate de que es él nuestra presa le digo que tenía planteada una sesión con Naranja pero que si a ella no le importa puede unirse.
Se le ve excitadísimo ante la perspectiva de un placer diferente con nosotras, y nos comenta que no hace mucho tuvo un encuentro con otros miembros de aquella orgía. No quiero provocarle más de momento así que propongo que vayamos a «mi local». (¡Demonios!, me encanta cuando mis personajes humanos viran del bien al mal. De la secretaria modosita y un poco picaruela a la experta en sexo salvaje). No obstante, yo dentro de mi papel, pido la aprobación de Naranja para que le dejemos participar. (¡Pero que capulla puedes llegar a ser Mandrake!, me dice Moonlight con su mirada). Ella también metida en su nuevo papel le da permiso pero le advierte que tendrá que obedecer y acatar las normas en todo momento, porque a la primera de cambio si no está fuera.
Llegamos a mi morada, les ordeno que entren y se desnuden, y que Naranja le explique como va a funcionar la sesión. (¡Me entusiasma!. La cara de pánico que ha puesto Blanco ante mi tono autoritario de voz!, y el guiño que me echa Naranja sin que él se percate). Les dejo entrando al salón y yo mientras me voy al vestidor del piso de arriba para elegir un nuevo disfraz.
Mi propósito es averiguar el grado de excitación que le puede provocar el miedo y el dolor, pero no me apetece nada una sesión de sumiso-dominatrix, ¡no me va ese rollo tan trillado!, prefiero algo más sutil. Así que desecho el cuero negro y rojo, y opto por enfundarme en un buzo cuello alto de látex gris, con mil y una cremalleras, ideal para pasar un rato memorable y tantear si este mortal es un digno compañero para el juego que tengo en mente desde que me desperté esta mañana.
Cuando vuelvo al salón me encuentro a Naranja y a Blanco en ropa interior, espalda contra espalda sentados modositos en el centro del tatami. (¡Qué monos y qué formalitos!, pienso). La cara de Blanco al verme es todo un poema, tiene los ojos abiertos como platos y tensa la mandíbula yo creo que para evitar que la boca se le abra del mismo modo. Voy a tener que serenarle un poco o si no no llegaremos a jugar ni la primera partida.
Le recuerdo que esta era una sesión de Naranja, lo que significa que ella tiene la última palabra, y que no se trata de una sesión convencional, que lo nuestro únicamente trata de encontrar placeres no experimentados habitualmente, que si es capaz de seguirnos el juego le aseguro que los tres disfrutaremos de la experiencia pero que si no se ve capacitado es el momento de abandonar, porque una vez acepte comenzar tendrá que obedecer mis pautas hasta el final.
Continuará en la segunda parte…