Ménage à trois
Mandrake Scream
Por fin tenía cumplidos los objetivos que me había propuesto cuando me dí cuenta que la nueva amiguita del Hombre no estaba dispuesta a compartirlo conmigo (aunque yo fuese su esposa y que la lógica me decía que en todo caso la ofendida debiera ser yo, aunque no era así).
El caso es que después de más de un lustro sin haber podido conseguir más que migajas (sexualmente hablando) del Hombre, yo tenía en mente conseguir fuera de casa lo que no podía tener en mi hogar.
De momento había conseguido demostrarme que aún tenía poder de atracción (ese objetivo se cumplió con Koldar) y había logrado quitarme las telarañas (ahí fue mi pezqueñín del Islam), sólo me quedaba un propósito por cumplir (y es que en el fondo soy una romántica) poder despertarme abrazada a un hombre después de una noche de sexo. Y por fin una semana antes de aquel día lo había conseguido, y por supuesto compartido mi experiencia con mi querido aquelarre de brujas.
Así que aquel fin de semana salí con la expectativa de repetir noche y chico, el Italiano me había molado, porque aunque sexualmente me había parecido muy mediocre, como romántico no se le podía negar que lo fuese.
La noche empezó muy bien, como casi todas las noches que salgo con Macskaszeme (una de las brujas de mi aquelarre, cuya mirada felina tiene un poder de atracción sobre los machos humanos digna de cualquier súcubo) en cuanto había un nutrido grupo de machos con algún punto de interés, ella no tenía más que dedicarles una mirada y al momento venían a entablar conversación.
Pero yo me había propuesto pasar otra noche con el Italiano y así se lo había hecho saber a ella, a sabiendas que él probablemente iría acompañado de su amigo (también italiano) de 25 añitos, por lo que si le apetecía un pezqueñín la noche estaba resuelta para ambas.
Nos dirigimos al antro donde había conocido a los italianos el fin de semana anterior, ya que al fin de cuentas era un garito que nosotras solíamos frecuentar porque nos gustaba bastante.
Aquella noche el personal masculino (a excepción de los camareros que como siempre estaban de muerte) no tenía mucho que ofrecer, pero nosotras dos nos lo estábamos pasando bien bailando.
Entonces entró el Italiano, su amigo el pezqueñín y una cuadrillita de lo más interesante (todos Mediterranean’s Lovers). Se lo dije a Macskaszeme y ella confundió al Italiano con el pezqueñín y viceversa (cosa que yo no supe hasta más tarde), y enseguida puso su mirada a trabajar.
Uno de los de la cuadrillita, típico sexiñador, decidió lanzarse al ataque conmigo, al principio le dije que estaba más interesada en el Italiano (mi objetivo del día era repetir noche con él) pero al rato, cuando me dí cuenta que el chico ponía mucho interés y en el fondo también me molaba, abrí una nueva puerta. No sé si fue el alcohol en sangre, que últimamente todo el mundo sacaba a colación el tema, o el hecho de probar nuevas experiencias, el caso es que al Sexiñador de San Marino le propuse que hiciésemos un trío él, el Italiano y yo, cosa que hizo que a él se le iluminaran los ojos y fuese con la propuesta a su colega.
Salimos los tres a fumar y el Italiano se ofreció para ir a decirle a Macskaszeme que nos íbamos al hotel. El de San Marino y yo nos fuimos de avanzadilla.
Él llevaba una borrachera descomunal y en cuanto llegamos a la habitación se puso en plan macho alfa, le dije que sin gomitas no se hacía nada, y él empezó con la excusa de que no tenía, así que saqué yo de las mias. No sé que cuernos hizo pero al ir a ponersela la rompió en tres partes y volvió a insistir en hacerlo a pelo, así que le di un NO rotundo y él intentó hacerlo por las bravas, con lo que apoyé mis pies sobre su pecho y del patadón que le dí lo estampé contra la pared. Me vestí y me disponía a largarme cuando con voz suplicante y un perfecto italiano me dijo: «mujer como me vas a dejar así» señalando su erección, a lo que yo le respondí en un perfecto castellano (que él no entendía): «cuando una mujer dice que NO es que NO, y si no me entiendes busca quien te lo traduzca» y salí de la habitación dando un portazo.
Una vez en el hall del hotel llamé a Macskaszeme para saber donde estaba, y me comentó que ella y el Italiano estaban en la puerta del hotel, que saliese y nos fuesemos los tres juntos a seguir la fiesta.
Al verles les hice un breve resumen de lo sucedido y el italiano se disculpó por la actitud de su colega. Y juntos nos encaminamos hacia otra de las zonas de marcha.
Estuvimos tomando una copa, bailando y charlando entre los tres intentando entendernos en los dos idiomas y llegó la hora de cierre de los bares, nos dirigimos entonces a una discoteca cercana al hotel. Pero mientras esperábamos para entrar nos dimos cuenta de que no merecía la pena esperar para media hora que quedaba para el cierre de las discotecas, así que propuse irnos a su hotel (yo seguía con mi idea de repetir con el Italiano, a él le llamaba la atención pasar la noche con Masckaszeme, y a ella se le metió en la cabeza la absurda idea de que si íbamos al hotel, a su habitación, era para echar una partida de cartas). Así que nos fuimos los tres al hotel.
Tuve la impresión que el recepcionista me echó una extraña sonrisa al entrar, pero no le di más importancia.
Ya en el ascensor nos entró un ataque de risa a nosotras dos, y el Italiano se contagió del mismo puesto que no entendía nada de lo que hablábamos. Al llegar a la habitación él se disculpó del desorden y comenzó a recoger, yo le pregunté si podía usar la ducha porque me encontraba bastante acalorada. Mientras ellos dos se quedaron sentados en la cama partiéndose de risa. Salí del baño con una toalla y a él le empezaron a entrar sudores. Nos miraba a una y a otra alternativamente y sus palabras eran: «un uomo, due ragazze….ufffr….un attimo» cogía fuerzas y volvía a repetir su cantinela.
Masckszeme y yo nos tirábamos por los suelos de las caras de agobio que ponía y de la situación tan subrealista que se nos había planteado. Entonces Macskaszeme se metió a la ducha y él y yo empezamos a besarnos. Ella salió del baño a carcajada limpia, dejándole la ducha a él. Cuando le pregunté que le pasaba me dijo que había confundido el enjuague bucal con el gel de ducha y que se había echado un buen chorro en los bajos con lo cual estaba ardiendo. Me entró la carcajada imaginándola en el momento de echárselo y le dije que cómo es que se había animado al ménage à trois que se avecinaba, ella me dijo que pensaba que el Italiano era el pezqueñín y que no se había percatado hasta que ya era tarde para dar marcha atrás, que si me importaba. A lo cual le dije que no, que montabamos un dos contra uno y tan pichis.
Cuando salió el Italiano de la ducha y nos vió a las dos esperándole sobre la cama, volvió a sus suspiros y su cantinela: «un uomo, due ragazze….un attimo» y al momento vino a la cama con nosotras.
Fue una noche de lo más divertida, para mi el sexo no fue nada del otro mundo pero me reí de lo lindo, y Macskaszeme repitió varias veces más con el Italiano durante las dos semanas siguientes hasta que él tuvo que volver a su tierra. Aún hoy de vez en cuando tenemos noticias suyas desde algún confín del mundo.
Y a vosotros os recuerdo:
A rdientes pasiones
M iedos inconfesables
A mantes inquietos
D e mentes insondables
L enguas vivaces
A urigas del verso
V estales mordaces
I deales de sexo
D iablos ancestrales
A mantes honestos