Mi amigo Iker
Ángel del Hogar
Iker, mi fiel compañero.
¡Ding dong!
Suena el timbre de la puerta de arriba, raro, siempre suena el telefonillo. Será el del contador del agua pero no le he oído gritando ¡AGUAAA AGUAAAA! por la escalera.
Dejo la patata que estoy pelando sobre la tabla, me abrocho la bata – hace mucho calor para ir vestida – y abro la puerta. Frente a mí el cartero con un paquete.
– Certificado, – me dice, – ¿es usted Angelita XX? – (prefiero guardar anonimato)
– Sí – respondo con voz temblorosa. Tengo miedo de que haya visto lo que contiene, no me atrevo a mirarle a la cara por si veo en sus ojos un “viciosilla”.
Firmo sobre la tablet y cojo el paquete. Ha sido una semana muy larga desde que me decidí a entrar en esa página y lo elegí. Ahora es mío. Solo para mí.
Antes de abrir la caja termino de pelar la patata, la corto haciendo crac para que se haga gordito el caldo del marmitako y pongo la cazuela al fuego.
Estoy ansiosa por conocer a “mi amigo”. No le he dicho nada a Antonio, no sé cómo se lo tomaría. Prefiero mantener esto en secreto, Mi secreto. Solo para mi placer.
Cada vez que digo MI PLACER me siento tan húmeda como culpable. Mi cuerpo, mi sexo siempre pensado para el otro y ahora cada vez más mío. Mío. MI PLA CER.
Quito el papel, abro la caja y me encuentro con un dildo fucsia, con una ligera curvatura, suave al tacto. Compruebo que tiene pilas. Le doy al +. Tiene una ligera vibración, le doy otra vez y sube de intensidad, me lo acerco al cuerpo, todavía no me atrevo a acercarlo a la entrepierna a la vez que me muero de ganas.
Miro alrededor para asegurarme que no me vigila ningún fantasma, estoy sola en casa y tengo 2 horas por delante, no hace falta que baje a por pan, tengo una barra en el congelador. Mientras me despisto en estos pensamientos domésticos de repente siento como me penetran.
¡AH! Me ha pillado totalmente por sorpresa.
Estoy sentada en la silla con las bragas por los tobillos y me he metido el vibrador hasta adentro… casi sin darme cuenta, como si fuesen otras manos las que me estuviesen acariciando.
Pero no hay nadie más, soy yo. Es una sensación placentera y poderosa. Yo mando. Soy yo la que digo cómo, le doy al + para aumentar la vibración. Con la otra mano me acaricio un pecho. Cierro los ojos e intento imaginarme al sr X pero a mi mente viene Django, justo ayer vi la película. Su torso desnudo, su fuerza me hacen soñar por todo lo alto.
Mientras mi amigo “Iker” está dentro de mi vagina con la otra mano acaricio mi clítoris. Me retuerzo de placer y se me olvida que estoy sola, que tengo un vibrador dentro de mí y la comida en el fuego.
Me entrego al placer y me corro. No una ni dos sino 3 veces. Mi amigo Iker hace maravillas en mi coño húmedo, lo recorre lentamente, roza el clítoris y vuelve a la entrada de la vagina, la puntita que tiene ligeramente en forma de gancho busca mi… “¡Oh! ¿Es esto el punto G?” ¿¡ES ESTO ES PUNTO G!? ¡Diosas SÍ! ¡ES! ¡ES!
¡piiiii!
¡piiii!
¡piiii!
El temporizador de la cocina me devuelve a mi realidad, soy un ama de casa con una terrible vida sexual. Descongelo pan.