Mi amigo invisible
Ángel del Hogar
Me levanto, hago café, preparo la mesa para el desayuno: las tazas, el azúcar, los cereales, la leche, cojo 8 naranjas, las corto por la mitad. Me gusta este momento del día en el que todos duermen y yo puedo centrarme en mis pensamientos, despertarme despacio mientras preparo el desayuno para la familia. El olor dulzón de las naranjas me hace recordar el sueño de esta noche.
Yo estaba en el mercado haciendo la compra. Ya había pasado por la pescadería, llevaba un poco de queso y esperaba en la cola de la frutería cuando una voz profunda pidió la vez detrás de mi. Me giré para decirle que servidora era la última y me encontré con los ojos más negros y más grandes que había visto jamás.
La palpitaciones del corazón se me dispararon a doscientas mil por segundo, como era un sueño no me puse roja y mantuve el tipo mientras le sonreía invitándole a conversar… o algo más.
Me encanta soñar porque el señor del mercado, sin mediar palabra, me sentó sobre unas cajas vacías, metió su mano bajo mi falda mientras con la otra me agarraba la cabeza para girarla suavemente y besarme. Yo me incliné para atrás y la montañita de naranjas cayó a nuestro alrededor. Al señor del mercado no le importó en absoluto y aprovechó el momento para bajarse los pantalones, sacar un polla inmensa, sí, era inmensa, recordemos que esto es un sueño, y metérmela sin más contemplaciones. Justo en ese momento dejé caer por fin la bolsa con mi compra y me entregue sin reservas a disfrutar de semejante polvazo. Gemía descontroladamente, me retorcía de placer entre frutas y verduras y tuve el orgasmo más intenso que he tenido en mi vida.
Me desperté con el pulso acelerado, húmeda y muy excitada. A mi lado Antonio dormía como un tronco. Eran las 5 de la mañana y yo no estaba en condiciones de dormir otra vez, me quité el camisón, me acerqué a Antonio y busqué entre las sábanas su polla. ¿Sería esto un abuso? Necesitaba meterme algo, me había quedado con ganas… Intenté despertar el deseo de Antonio sin que él se despertase… Me humedecí la mano y la moví suavemente, arriba y abajo, arriba y abajo, mientras me rozaba contra su cuerpo. Yo era puro sexo en ese momento, todas las feromonas del universo estaban a mi alrededor.
No conseguí despertarle y pensé que lo mejor era atender yo misma a mis deseos. Mientras me acariciaba con una mano alrededor del clítoris metí dos dedos de la otra en mi vagina, no era suficiente, probé con tres, quería más. La polla del señor del mercado era tremenda, me vino su imagen a la cabeza y me volví a correr. ¡Diosas! ¡Hoy mismo me compro un dildo!
Termino de exprimir las naranjas y sirvo el zumo más sensual que jamás he bebido, tengo ganas de que todos se despierten se vayan al trabajo y colegio y yo pueda entrar en la web y elegir a mi amigo invisible…