No hay edad para gozar (II)
La Dolce Vita
La primera parte aquí
Quedo con Sonia, y me la encuentro más loba que nunca, con su vestuario a lo pin up y manteniendo su eterno pelo rojo, me mira de lejos son una sonrisa blanca espléndida, sincera, como siempre sexy hasta la locura. Esta mujer, debo confesar, me ha hecho dudar mil veces de mi sexualidad, creo que ella no puede ni imaginar la cantidad de veces que me he soñado a mi misma lamiendo sus espectaculares y turgentes tetas y metiéndole mano entre sus muslos prietos, duros, grandes , macizos.. Envidiables, en una palabra. Con 50 mantiene cada una de sus curvas, su picardía, su “savoir faire”, su seducción natural…
Estoy mejor que nunca, me confiesan sus labios rojos carnosos (tengo ganas de morderlos), he descubierto “El Zorro”, me dice insinuante (tengo ganas de besarla).
La miro a los ojos por primera vez, interrogante… ¡Sí! “El Zorro” un lugar de lujuria y perversión, un lugar de intercambio de parejas, de cuartos oscuros, de ojos tapados… (la imagino y me la comería entera)
Me saca de mi ensimismamiento cuando me confiesa que ha encontrado a su pareja ideal, a su “machoman”, como ella dice.
– Todo empezó un día en el gimnasio, – me dice cruzando insinuante las piernas. Observo un liguero negro en su muslo y clavo la mirada, me gustaría ver más allá de él… Es buena idea apuntarse al gimnasio, se consiguen más cosas que un cuerpo definido, por lo visto también se fijan objetivos de placer, pienso.
Sonia me cuenta que iniciaba su sesión e aerobic…
– Me habían cambiado la monitora, – dice sonriendo, – en su lugar apareció un monitor de unos 45, rotundo, guapo, de sonrisa seductora, y con unas mallas que le marcaban una buena bomba de relojería que despertaba mis más oscuros deseos, supe que sería mío.
Me contó que esperó a que la sesión de aerobic terminara para conocer su nombre y prosiguió su historia…
– ¿Serás en adelante nuestro monitor? – Le preguntó, a lo que él contestó que no.
– Qué pena, le dijo mientras se quitaba la camiseta sudada y el hacía lo mismo.
– ¡Qué buenos abdominales! Como tengas todo igual de grande y duro tu novia debe de estar muy contenta…
– No tengo novia.
– No me lo creo ( que sí, que no… )
– Bueno, si estás libre y yo también podríamos vernos esta noche, – le dijo mientras le pegaba un apretoncito en el culo con una mano y le plantaba firme la otra en la entrepierna.
– ¡No lo dudes!
Sonia prosigue su historia, no puedo dejar de mirarla, su canalillo da paso a unas tetas rebosantes, que piden a gritos ser liberadas y besadas, sobadas, lamidas profusamente, no me importaría hacerlo.
– Tomamos unas copas, – me decía, – me confesó que sus gustos son diferentes, le mola lo oscuro, el morbo… Y yo que no tengo tapujos le contesté juguetona que me llevara a donde quisiera, y así conocí “El Zorro” un sitio de juegos prohibidos. Pero eso es parte de otra historia que pronto te contaré….
Ahí terminó mi charla con Sonia deseando el próximo encuentro con ella para que me contara los detalles sobre su monitor y el local, y quién sabe si para pedirme que les acompañe…
Ahora que Sonia me ha puesto cachonda voy a dar rienda suelta a mis fantasías, no sé si contratar un puto para que me la meta sin hacer preguntas, si buscar en internet un lugar de intercambio de parejas para dedicarme a comerme al que más me gusta mientras alguna me lame las tetas. O si llamar de nuevo a Sonia, quedar con ella y pedirle que se deje amarrar con esas esposas de plumas negras que me enseñó durante mi charla con ella o que sencillamente me deje hacer mientras invitamos a su chico a nuestra fiesta… Me gusta la idea de lamerla mientras el monitor me penetra desde atrás, sólo pensarlo me pone caliente.
Decididamente voy a llamar a Sonia, creo que la noche promete, pero lo que pase es otra historia que os contaré otro día.
La conclusión es que, aunque es cierto que los hombres follan hasta los 100, es un mito eso de que a los 50 se acaba el sexo, muy al contrario, puede ser mucho más divertido, desinhibido, y sin preocupaciones, y se puede gozar de los mejores orgasmos si nos sigue gustando jugar. ¡Adelante!