Noche de reyes
Moonlight
Ya hemos empezado el nuevo año. Después del balance de rigor, llegan unos pocos días de paz… y de repente ya estamos a 5 de enero, otra vez fiesta ¡y regalos! No fue suficiente con el Olentzero. Bueno, ya falta poco.
Voy al centro a ver la cabalgata de los reyes magos con la peque de mi familia. No puedo evitar recordar cuando yo era la peque, y ponía mis zapatos y una chocolatina al lado del árbol con toda mi ilusión…
Después de cenar y de un rato de insípida tele, mi chico y yo nos vamos a la cama cansados del día. Nos damos nuestras buenas noches y casi me duermo en el acto. Cansancio, una noche más sin alegría, en fin… Estoy tan acostumbrada que ya ni lo intento. Me viene un recuerdo fugaz de cuando aún tenía ganas de intentarlo, a veces conseguía algo, otras me quedaba con el calentón. Me duermo después de un rato. Pasan horas. De repente, oigo un extraño ruido por la casa, como unos pasos. Agudizo más el oído.
No, no es casualidad. Realmente he oído algo. Me incorporo y me levanto de la cama, despacio, sin hacer ruido. Pasos sigilosos… Mi instinto me dice que es mejor que él no se despierte. Abro la puerta de la sala, despacio, sin hacer ruido. Y por la rendija, al lado del árbol, veo tres figuras agachadas. Mis ojos como platos, ¡me asusto! ¿Cómo han podido entrar en casa? Pero poco después… me fijo más. Son tres hombres. Uno de ellos es madurito, con músculos que se marcan bajo la camiseta. Unas pocas canas que le dan un toque sexy y un mentón prominente. Otro es esbelto, cuerpo marcadito, hombros rectos y espalda bien formada, melena rubia ondulada y ojos profundamente verdes, dioooos, mi favorito sin duda. Me derrito al mirarle bien, es tan guapo que mi sexo se humedece solo con observarle tras la rendija de la puerta. El tercero es mulato. Exótico y mazado. Da un toque diferente al trío de varones. El rubio me mira. Se da cuenta de que alguien les observa y avisa a los otros. Los tres me miran. En fin… ya me han descubierto. Abro la puerta del todo para preguntarles qué demonios están haciendo en mi casa, pero el rubio se me acerca.
Con paso firme y suave a la vez, el rubio camina hasta ponerse frente a mi. Es tan guapo que me deja completamente sin habla. – Espero que no te hayamos asustado. Tranquila, no te haremos daño- me dice con una voz profunda. Me tiemblan las piernas, no puedo articular palabra. – ¿Te ha comido la lengua el gato? – me dice. Su pelo ondulado, cayendo por los hombros, no me deja reaccionar. Entonces, acerca su boca a la mía, y me besa apasionadamente. Me derrito, literalmente. Mi sexo se humedece tanto como mi boca o más. Paso mis manos por sus brazos marcados, acaricio su espalda, agarro su pelo. Impresionante. Los otros dos varones miran cómo nos besamos. El rubio me rodea con sus brazos, baja las manos a mi culo y me levanta, y yo respondo dando un saltito, hasta engancharme con mis piernas a su cintura. Me lleva al chaiselongue del sofá y me tumba allí suavemente. Los otros dos hombres se acercan. El rubio se inclina sobre mí y vuelve a besarme, una lengua juguetona. Pasa las manos por encima de la tela de raso de mi camisón y acaricia mis pechos. Mis pezones están como piedras. La suavidad de la tela y el contacto de sus manos me hace gemir. Noto como el madurito acaricia mis piernas, y el mulato mi vientre, rodeando sutilmente con los dedos el ombligo, bajando hacia el pubis sin llegar… Cada vez estoy mas húmeda. Mi rubio me quita el camisón.
Acerco mis manos al sexo del rubio. Un miembro duro y firme. Comienzo a jugar con él y lo acerco a mi boca. El mulato, después de jugar con caricias en mi ombligo ha llegado a mi vulva. Masajea mi clítoris de forma circular, una auténtica delicia. El madurito ha subido del todo por mis piernas, se ha entretenido un buen rato acariciando mis muslos, y ahora se atreve a buscar el agujero entre mis nalgas, poco a poco, entre más caricias. El rubio me agarra los pechos y pone su polla entre ellos. Comienza a masturbarse con mis pechos. Le agarro los glúteos duros como piedras para acompañarle en el movimiento. El mulato sigue entreteniéndose con mi clítoris, pasando los dedos ocasionalmente por mi vagina sólo para humedecer más mi botón del placer. Mi agujero es un río, mi humedad se extiende. El madurito se adentra un poco más en las profundidades, acaricia mi ano y comienza a meterme un dedo poco a poco. Grito del placer. Es demasiado. El mulato acelera el ritmo, el rubio frota mis pechos contra su polla y el madurito juega con la punta de su dedo en mi culo. El rubio acelera el ritmo de su masturbación y se corre en mis pechos con gemidos, y eso basta para que yo también desborde a gusto, encorvando mi espalda y con un grito ahogado. Mis hombres solo me dejan un segundo de respiro. Mi vagina, que aún no ha sido disfrutada, todavía se contrae del reciente orgasmo.
El madurito se tumba en mi sofá, a mi lado. Mi rubio satisfecho me ayuda a incorporarme y vuelve a besarme, dios qué bien besa. El mulato sigue acariciando mi clítoris, le encanta, y me hace sufrir. Yo misma dirijo su mano hacia mi vagina y meto su dedo en ella. Mi culo también está húmedo de la estimulación. Mi rubio me ayuda a ponerme sobre el madurito, que está esperándome tumbado en el sofá. Poco a poco y con cuidado, mientras el dedo del mulato se divierte en mi vagina, la polla del madurito va entrando por mi ano. Esa mezcla de dolor y santo placer me vuelve loca. Mi rubio, desde el lateral comienza a jugar con mis pechos, pellizcándome suavemente los pezones, usando cada mano para cada pezón. La polla del madurito ya está completamente dentro de mi ano y comienzo a moverme buscando el máximo placer. El mulato saca el dedo de mi vagina, y acerca su pelvis a la mía. Me penetra despacio por la vagina. Estoy a punto de volverme completamente loca. Su miembro fuerte entra en mí, noto el contacto de cada polla por cada uno de mis agujeros. Mi rubio continúa pellizcándome un pezón y posa sus labios sobre el otro, succionándolo suavemente, acariciándolo ocasionalmente con los dientes. Mi segundo orgasmo no se hace de rogar, pero ellos siguen. Mi rubio me sujeta para que no me derrumbe. Me besa apasionadamente, noto su boca por mis labios, mi cuello y mis pezones. Los otros dos siguen ocupándose de mis bajos. El rubio baja su mano a mi clítoris mientras su lengua sigue en uno de mis pezones. ¡Grito, grito más! Viene el tercer orgasmo, ¡falta muy poco! Mi rubio pellizca mis pezones a la vez de nuevo, la polla del mulato comienza a rozar mi clítoris acercándose más, las manos del madurito sujetan mi cintura adaptando el ritmo correcto de su polla en mi culo. El calor es insoportable, los tres hombres gimen, mis gritos cada vez son más altos, mis pezones siguen estimulados, mi ano, el roce en mi clítoris y la potencia del mulato en mi vagina, llega mi tercer orgasmo, ¡llega ya, YAAAAA!
Me despierto sudorosa. El orgasmo ha sido tan intenso que me ha despertado. Aparto las mantas, mis bragas están completamente mojadas. Me acaricio los pechos y mis pezones están completamente tiernos. Me acerco a mi hombre, el real, el que duerme a mi lado. A ver si consigo despertarle…