El domingo de peli-manta habría sido reparador de no ser por esa llamada a media película: el jefe me pide que cubra una baja en mis vacaciones.

Es curioso cómo evolucionamos con los años, ganamos en creatividad y la perdemos a partes iguales; como es habitual, me voy a explicar.

Todos sabéis de lo que hablo: el festival erótico de Barcelona. Ese lugar en que durante un fin de semana se reúnen las productoras del cine porno de nuestro país

El que no quiero ser madre es una cosa que tengo muy clara desde hace varios años y no es por la idea de poder perder mi (curvilinea) figura.

Recuerdo que cuando me encontraba en tercero de la ESO, contábamos con una asignatura que se llamaba salud.

El otro día, una amiga me contó una peculiar historia: cuando tenía catorce años y tocaba hacer el viaje de fin de curso con el colegio, se encontraron con un problema inesperado.

Qué estrés… los exámenes finales me están machacando, necesito desconectar un rato, eliminar de mi cuerpo este estrés que me está consumiendo. Un polvo salvaje, eso es lo que necesito, un aquí te pillo aquí te mato, sin sentimiento, puro sexo, pasión sin límites, sin tabús…

Hola, seres infernales. Hoy os voy a contar una historia, la de los temidos y malos dolores de cabeza y es que en ocasiones… son verdad, veréis.

El mundo del sexo es mucho más grande de lo que nos podemos llegar a imaginar. Todo está estandarizado, etiquetado, embalado, sellado y compulsado, pero no.

Amigos infernales, hoy tengo mis corazones enervados y es que sí, la estupidez me jode, mucho, muchísimo más que más,

Anoche salí con “el ingeniero”, un chico de esos de los que encantan a las madres, pero aburren a las hijas, aunque a mí me da mucho morbo buscar un pequeño empotrador en su interior.

Me levanto, hago café, preparo la mesa para el desayuno: las tazas, el azúcar, los cereales, la leche, cojo 8 naranjas, las corto por la mitad.