Por el bien común
Barbarella
Lo sé se me ve el plumero, soy fan de “Dos de Corazones”, dice unas verdades tan gordas que a veces duelen. El último día leí su artículo “Fantochismo ilustrado”, y empezaron a venirme a la cabeza especímenes que me he encontrado durante estos años que de alguna forma intenté olvidar escondiéndolos en una de esas cajitas oscuras e inaccesibles de mi memoria. He conocido muchos fantoches ilustrados, me costó reconocerlos porque el deseo nublaba mi mente y me convertía en su juguete con facilidad. Mágicamente ejercen una especie de poder sobre ti, ya que hagan lo que hagan se lo perdonamos. A veces pienso que la culpa es nuestra, que el mundo está lleno de mujeres generosas que por no herir sensibilidades ajenas no les desvelamos sus carencias. En lugar de decirles lo torpes que son, les sonreímos, pero esto tiene que cambiar, “por el bien común”, porque ese fantoche ilustrado se encontrará con otra como tu, es más podrías ser tu. Es el momento de invertir en frases correctoras y decirles lo mal que se le da eso de empotrar. Todo desde el cariño, y por el bien común.
El chico mono “yo duro mucho”: De este ya he hablado en más de una ocasión, el guapete de la cuadrilla que ahora a sus 40 vive de las rentas. Sus vistosos ojos azules quedan perfectos en su mirada de pez, esa que utiliza para hacerse el tonto y dejarse querer. Ha tenido muchas oportunidades de refinar sus habilidades sexuales, pero nunca lo ha necesitado, su imponente físico ha compensado cualquier carencia. Tu estás loca por él y lo sabe, te lo nota, porque lo que si ha desarrollado es una especie de radar para localizar incautas. Para el follar es como masturbarse, tiene la misma implicación afectiva, y un día de resaca te llamará para que aproveches la gran ocasión de ser empotrada. Haciendo alarde las mejores técnicas de marketing en la convocatoria incluye un “ahora o nunca”, algo así como que le has pillado de buenas y tienes que aprovechar la oportunidad. Tu vas, te pone y no tienes otra opción. Entonces te suelta eso de “yo duro mucho”…A ver, pero ¿he preguntado? Bonito farol me temo…A este después de que termine su corta faena, cuando te diga eso del cigarrito, hay que decirle «espera bonito ahora me toca a mi». Entonces sacas del bolso un dildo de bolsillo, para que vea que lo del tamaño no importa y cuando termines le das un beso y te piras.
El «nadie se me ha quejado nunca»: Convencido de que tiene un poder mágico para llevar a las féminas al orgasmo te salta eso de su expediente. Aquí aplicó lo de «condición necesaria pero no suficiente». Hay que ser muy malo o cometer un error garrafal para que formalices una queja. Normalmente si tengo algo positivo que decir lo digo, y lo menos bueno me lo guardo, pero en este caso, por «el bien común», hay que confesarle eso que tiene que mejorar. La próxima lo agradecerá.
«Yo puedo contigo y con tu amiga»: No sabía yo que se trataba de una competición» pero «ten cuidado con lo que deseas que a veces se cumple». Me parece muy bien la diversidad numérica en los revolcones, lo malo es que precisamente este que tanto alardea sale corriendo si vas y le dices «vale» . Así que mi propuesta de acción correctora es decirle que lo haga, y veréis cuantos fanfarrones salen corriendo, el que se quede, quien sabe, al menos es valiente.
«El del miembro»: Erase un masculino a un falo pegado», uno tan descomunal que te llevaría a otra dimensión del placer bla bla bla… Monotema, no habla de otra cosa, y no dejo de pensar en un dicho que me decía mi ama «dime de lo que presumes y te diré de lo que careces». Puede que esté dotado para alguna competición pero si su mayor habilidad es portar algo descomunal el empotramiento va a dejar mucho que desear. Como frase correctora propondría «el tamaño solo importa si tienes un micropene».
He listado algunos prototipos, que afortunadamente son una minoría pero por alguna extraña razón son fáciles de encontrar, será que se mueven mucho no se. Por otro lado me reconforta que existan muchos otros especímenes dignos del mejor de los minizoos.