¡Que vuelva el festival erótico!
El Barón de Pt
Todos sabéis de lo que hablo: el festival erótico de Barcelona. Ese lugar en que durante un fin de semana se reúnen las productoras del cine porno de nuestro país para acercar al público su producto. Es un lugar donde todos hemos oído anécdotas de amigos de amigos que fueron y que hicieron o vieron esto o aquello. Como yo todavía no he acudido no puedo hablar, pero en mi provincia en los años 2007 y 2008 se realizaron las dos únicas ediciones de por aqui y por Satán que en ninguna de ellas falté a la cita. Ni cabe decir que cuando comenté en el trabajo que iba a acudir a este evento, los compañeros entre codazos me dijeron: «¡Cómo os vais a poner a ver chochos tú y tus colegas!» Ni me molesté en decirles que iba con mi novia. Os cuento como fueron mis experiencias:
Edición del 2007
Para tan importante evento, los realizadores eligieron una cancha deportiva cubierta en el centro de la ciudad. El precio: 20 euros que te daban acceso a todas las instalaciones y podías estar todo el tiempo que quisieras dentro. Una vez dentro, lo primero que observé es que la cancha de baloncesto se encontraba dividida por seis escenarios en los cuáles se sucedían los espectáculos de manera rotativa para que no te perdieses ninguno. La artista invitada para la tamaña ocasión era la Cicciolina, gran actriz italiana de los ochenta. Rodeando el perímetro podías hallar los stands de cada productora y diversos sex shops luchaban por dominar más metros cuadrados de espacio que la competencia.
Según entramos, mi novia me dijo: -mira, esa está en bragas-. Resulta que se trataba de una actriz con la que podías sacarte una foto en la cama en paños menores. El mecanismo del festival era bien sencillo: se trataba de una serie de espectáculos que uno podía ver, o podía optar por recorrer el pabellón en busca de artículos para llevarte a tu casa para darle algo de cañita a tu vida sexual. Como lo que nos interesaba eran los espectáculos nos acomodamos en las gradas cerca de un escenario donde se estaba rodando una escena. Cuando el director les indicó que parasen para darles directrices, observamos cómo el actor la sacó del coño de su compañera de escena y se puso a cascarla mientras le miraba a la cara al director con cara de mucha atención. Nos hizo a mi novia y mí una gracia desmesurada, cosas de no conocer el mundillo, qué le vamos a hacer.
Después de finalizar la escena con la clásica corrida facial, nos dirigimos a otro escenario (el anterior había que limpiarlo) más grande donde se habían encendido los focos y apareció una chica sobre él que, si dios es mujer, seguro que las tiene como aquella fémina. La chica se mostró muy segura de sí misma y comenzó a bailar al ritmo de la música despojándose de la poca ropa que tenía; de improviso, se dirigió a un chico del público y le subió al escenario. Como el chico no sabía muy bien qué hacer, sonrió abobalicado. Poco le duró el desconcierto, puesto que la chica le despojó de los pantalones y arrodillándose comenzó a hacerle una mamada. Pero no una mamada pura y casta, qué va, ¡una mamada de actriz porno! Al final la chica le guió hasta una mesa y subiéndose encima de él se lo folló todo lo que ella quiso. En realidad, a día de hoy, no sé si era algo preparado o no, pero como no solo de pan vive el hombre, soy mucho más feliz pensando que ese chico tuvo ese día algo para contar a los nietos.
El siguiente espectáculo se trataba de una chica en solitario que, tras despojarse de las bragas y el sujetador a ritmo de la música, sacó un consolador transparente del tamaño de un actor porno de una cajita que alguien había colocado en un rincón del escenario. Acto seguido colocándose lo más cerca al público en la postura clásica de parir se dedicó a darse placer a sí misma introduciéndose aquella monstruosa polla. El público gritaba enardecido y cada uno luchaba por estar unos centímetros más cerca de la vagina de la actriz para poder sacar un plano cerrado con cámara del móvil. Era tal el interés que mostraba el público por sacar una buena instantánea de los genitales de la buena mujer, que ésta sin pensárselo dos veces le arrebató de un zarpazo el celular a uno de ellos y ese propietario de aquel móvil fue el único que puede presumir de haber conseguido una buena foto.
Después de acudir a un espectáculo típico en que un chico obsequiaba con un strip-tease a una afortunada joven, vimos uno de los que más me gustó. Consistía en dos chicos que bailaban break-dance en el centro del escenario mientras una pareja de actores se lo montaban entre ellos. Muy recomendable.
Después de este espectáculo, nos fuimos a dar una vuelta para ver toda la zona y enseguida nos marchamos del festival dejándonos un muy buen sabor de boca.
Edición del 2008:
En esta ocasión, se veía a la legua que contaron con menos fondos para realizar el festival. El lugar para el evento fue en otro pueblo a siete kilómetros de la capital en un complejo comercial que se encontraba en obras. Artistas invitados: Nacho Vidal, Dunia Montenegro y alguna actriz de nuestro elenco patrio. El precio era el mismo que edición anterior (veinte euros) pero en esta ocasión el complejo se hallaba dividido en dos secciones: a la que accedías según entrabas y un reservado donde, previo pago de cinco euros más, podías contemplar sexo explícito. No nos gustó el hecho de tener que pagar más, pero ya que estábamos no íbamos a marcharnos sin ver lo que se cocía en el reservado, de manera que entramos. Allí dentro, se sucedían los espectáculos uno detrás de otro. En el primero pudimos ver cómo una rubia se masturbaba con un dildo a ritmo de nuestras palmas. En el segundo, entró Dunia Montenegro a escenario y nos preguntó a todos los presentes quién quería trajinársela delante del público mientras un par de cámaras inmortalizaban la escena.
Al principio, el gentío no paraba de mirarse entre sí, hasta que el más valiente dio un paso adelante, entre palmadas en la espalda de sus colegas. Como en el mundo del porno no hay cabida para los arrumacos, en menos de lo que canta un gallo, Dunia ya estaba de rodillas afanándose la mujer en poner tiesa aquella polla. Lamentablemente, pese a los esfuerzos de la brasileña, la cosa no llegó ni a empezar y el hombre bastante deprimido, bajó del escenario subiéndose los pantalones. Por tres veces vimos como un hombre se armaba de valor, y por tres veces comprobamos cuanto mérito tienen los actores porno.
Una vez fuera del reservado nos acercamos a ver el espectáculo de una mujer que se sacaba metros y metros de banderitas unidas por una cuerda de donde estáis pensando. La verdad es que fue muy recomendable. Después de unos strip-tease que hicieron a un grupo de mujeres en el escenario principal vimos a dos mujeres desnudas de unos veinte años (una de ellas llevaba fundas en los colmillos como los vampiros) que estaban ofreciendo un espectáculo lésbico, cuando sin previo aviso un hombre de unos sesenta años subió al escenario como espontáneo y, tras preguntarles si podía participar, se unió a ellas.
Salimos con la sensación que nos había gustado más la edición anterior pero que esta también había merecido la pena. Por eso una vez más, hago un llamamiento a las autoridades competentes de que vuelvan a invertir en estos espectáculos tan dignos de verse puesto que, lejos de denigrar la imagen de la mujer como muchos pueden pensar, acerca al público una actividad llena de mitos y se pasa un rato estupendo.