Relatos cotidianos
Ruper
He vuelto a españa, el medio año en Holanda especializándome en las nuevas tecnologías ha sido productivo, agotador… pero productivo. Ya tengo ganas de salir con mis amigos, disfrutar de un buen gintonic y de unas buenas risas, los holandeses son muy serios.
Hoy salimos por Galerías Urkijo, últimamente la zona es más tranquila, han quedado con un grupo de amigas, entramos en el garito de moda, la primera ronda pago yo, es mi bienvenida.
Me paso toda la noche hablando de mi estancia en Holanda, son todo preguntas, sobre todo de las mujeres, lo entiendo… soy el nuevo y vengo del extranjero, me siento como un mono de feria, el tiempo en Holanda también me enseñó a ser correcto, educado y protocolario.
Intento no acaparar toda la atención y que mis colegas interactúen en el grupo, pero siempre la misma mujer les interrumpen y me pregunta sobre mis nuevas vivencias, de forma educada le respondo con brevedad e intento dirigir la conversación al grupo. Cambiamos de local, por el camino la chica se pone a mi lado teniendo una charla efímera, estamos ya en la puerta del big ben, la chica se gira, me mira a los ojos.
-Eres un chico interesante, pero un poco parado
Me suelta a bocajarro, y entra al pub. Pero bueno… ¿yo estoy tonto? ¿no he visto las señales? ¿este medio año en Holanda con gente tan correcta y seria en que me ha convertido?, con lo que yo era…
Entro al bar y voy directo al servicio, necesito mojarme un poco la cara, no hay colas , pero está ocupado, no tarda mucho en desocuparse, sorpresa, de él sale la chica, pasa a mi lado, le agarro la mano con sutileza y la atraigo a mis brazos, el beso que la planto le pilla por sorpresa pero me es correspondido de inmediato, mi mano derecha le sujeta la cintura , la izquierda acaricia su nuca, buscando su pelo para cogerlo con fuerza y tirar un poco hacia atrás y así dejar su cuello al descubierto, bajo lentamente hasta llegar al hombre sin dejar de lamer y mordisquear cada zona.
El baño está libre, la introduzco en él, poso sus manos por encima de su cabeza, y con el pie cierro la puerta, le subo el vestido y se lo dejo entrelazado en sus muñecas , recorro todo su cuerpo a besos dedicando un tiempo especial es esos pezones ahora duros como el cristal, sensibles, tiernos.
Mi mano libre se dedica a acariciar su seño ya húmedos, sus gemidos son casi susurros, y eso me excita.
-Métemela.
Sin dejar de mordisquear voy subiendo a su oído, y la susurro.
-No he traído protección, hoy disfruta tú, ya te pasaré mi número y acabamos más tranquilos.
Me dirijo de nuevo a darla placer, esta vez voy un poco más abajo, busco con mi lengua ese “botoncito” del placer, la agarro las nalgas y acerco hacia mí su pelvis, su sexo ahora está más accesible, no paro de usar mi lengua con dedicación, noto como me agarran del pelo con fuerza, sus rodillas empiezan a temblar y su pelvis está haciendo pequeños espasmos, aprieto con fuerza su nalgas y sigo con celeridad al ritmo que marca sus espasmos, un gemido de placer me indica que ha llegado al éxtasis, bajo el ritmo dejándola espacio para recuperarse.
Me mira extasiada y se va vistiendo poco a poco, vamos donde los demás y pide al camarero dos gintonics, papel y boli, me mira y sonríe, le apunto mi teléfono.
Estamos en grupo pero veo como la chica está hablando con una amiga suya, me miran y sonríen… al cabo de unos minutos se me acerca su amiga y me susurra
-¿Tienes más amigos como tú?
La miro a ella con sorpresa, en seguida mi mirada busca a su amiga con la que estuve hace un rato, nuestros ojos conectan, y empieza a reírse, su risa es contagiosa y me rio yo también, me dirijo hacia ella y la noche pasa gratamente hablando de cualquier cosa que se nos pasa por la cabeza.
Por fin una noche de tranquilidad y risas, lo necesitaba, Bilbao, querido Bilbao, no hay nada mejor que estar en casa.