Sueños inquietos
Astartea, ángel del infierno
Otro año mas y ya estábamos preparados en esta cuadrilla para las fiestas del pueblo. Lo mejor de todo, la noche de disfraces esa noche mágica, de fantasía, que da rienda suelta a la imaginación y como consecuencia al desenfreno.
Los preparativos, lo mas divertido, elección del disfraz, este año tocaba de insectos, arañas, abejas, moscas, eran las elecciones que iban haciendo mis queridos amigos y yo pensando pensando pues elegí el de mariquita. Un poco como yo, pequeñita, con formas, provocativa, colorida y con ciertos puntos oscuros en mi vida…que dan luz a la misma y con unas ganas tremendas de revolotear curiosa por el mundo.
Así que con esas pintas estaba yo ese sábado noche. Mini vestido de cuerpo de charol rojo con faldita, tutú negro y generoso escote, medias rojas de red sobre unos zapatos de tacón de aguja de escándalo, de esos con los que te tienes que tomar una Biodramina para evitar los posibles mareos provocados por los viajes de altura, unas preciosas alitas negras, sugerente maquillaje y la guinda del pastel, unas preciosas antenitas brillantes llenas de glamour, que se movían muy graciosas sobre mi cabecita.
La noche avanzaba y seguíamos de fiesta, por fin mi cuadrilla se había decidido ir a la parte del casco viejo, son muy reacios a esta zona del pueblo, ¡con lo que a mi me gusta!. Allí estaba yo en mi salsa, saludando a cantidad de conocidos y dispuesta como siempre conocer a nueva e interesante gente o no tan interesante. La mala costumbre de fumar hace que tengas que salir fuera de los locales, pero, es una buena ocasión para entablar conversación con tus compañeros de humos.
Allí que salimos Melo, Ane y la mariquita chiquita, a darnos un gustazo, y machacar nuestros queridos pulmones, y allí fuera nos encontramos con aquellas dos preciosidades de chicas, muy monas ellas, con sus disfraces de ratitas.
A Melo se le salían los ojos, ¡no era para menos! ¡pedazo mujeres! ¡vaya dos ratitas disfrazadas de mujeronas!. Enseguida empezamos una animada conversación y no se cómo, bueno… sí sé como, para que negar la evidencia, por que una de las chicas tenia unas tetas de impresión, y yo siento verdadero interés “técnico” en esta clase de tema. Quiero que quede claro, técnico, todo provocado por el tamaño chiquito de los míos, ningún otro interés sexual, al menos hasta aquel momento…
Así que entre quítate y ponte bien, la chica en cuestión me explico que eran operadas, el tamaño, la forma, nombre cirujano, teléfono del mismo y aclaró todas mis dudas para terminar con un “toca, toca, mira a ver que te parecen” y allí me ves a mi, ni corta ni perezosa, metiendo mis inocentes pequeñas manos por debajo de su disfraz para llegar a sus turgentes, tiernos y perfectos operados pechos con ambas manos y sobetearlos a discreción. El tamaño adecuado, su piel suave, tibia, esos pezones duros, ¡que tacto!, ¡que a gusto se esta aquí! ¡que calor!. De repente, un acto tan inocente… fue como al pulsar un interruptor, nuestras miradas se cruzaron, atracción sexual, como en un cortocircuito, una chispa recorrió nuestros cuerpos, asombradas por esa sensación, por ese latigazo de inquietud, ese calambre descargando a tierra, en ese instante solté bruscamente sus pechos al mismo tiempo que su novio que había visto la erótica y sensual escena la agarraba de la mano y tiraba fuertemente de ella, alejándola de mi, con cara de pocos amigos y sus ojos llenos de la ira de los celos.
Nos dijimos adiós con las miradas, una mirada de duda, de sorpresa, de asombro, curiosa, de deseos ocultos, de ganas de tocarnos, de ganas de sentir nuestros cuerpos. Un deseo nuevo se gestó en nosotras aquella noche ..…
Al girar había visto la cara de Melo, con sus ojos como platos, la lujuria salia a raudales de su cuerpo, avergonzada y ruborizada baje la mirada, y pude comprobar como sus ajustados pantalones delataban su erección… Gotitas de sudor brillaban en la frente de Ane, sus mejillas estaban sonrosadas y humedecía con su lengua sus pequeños labios de fresa… Décimas de segundos que parecieron minutos y explotamos los tres a reír cómplices por lo curioso de la situación…
Pero aquella noche sueños inquietos irrumpieron en mi dormir, sueños incompletos, sueños raros, curiosos, reveladores quizás de mundos por descubrir….soñé con ratitas curiosas de pechos generosos.
Y soñé con tonos distintos de carmín buscándose para fundirse en una nueva posibilidad, manos pequeñas de dedos finos, temblorosos, recorriendo otros cuerpos de guitarra, paseando curiosos entre nuevos valles y deteniéndose a la sombra de sendas montañas. Subir por suaves pronunciadas laderas y llegar emocionados a sus puntiagudas cimas, recrearse en ellas, rodeándolas y observando desde allí el paisaje, las nuevas posibilidades, otear el horizonte e iniciar el descenso hacia el sur buscando otros montes, ¿venus quizás?, y después de una ruta por extensos parajes, llegar y descansar en él, estudiando el terreno, para descubrir otra gruta diferente a la única conocida hasta ahora, e internarse en ella, sintiendo la calidez de su humedad y la protección de su oscuridad.
Y desperté y desperté inquieta, acalorada, diferente… deseando ver otra vez a la ratita de pechos generosos…
Para el Sr. Freud, los sueños eran “la manifestación inconsciente de todos nuestros deseos, pulsiones y anhelos que no nos atreviamos a reconocer de forma consciente y que dejábamos salir en sueños como una especie de liberación”.
¿Necesito yo acaso liberarme, Sr. Freud?