Tarta de arroz
Gigi, La Faraona
Las 8 en punto de la mañana, de un domingo apuntando maneras de ser muy caluroso. Estoy en el Aeropuerto, con mi mini vestido negro y mis tacones… apenas hay nadie a esa hora para recibir a los pasajeros. Sólo una fila de hombres trajeados con sus cartelitos en la mano esperando a sus Mister X.
Cuando paso por delante, intuyo el escaneo completo que me hacen y compruebo que los cartelitos ya han pasado a segundo plano…
Me acerco a la puerta para recibir a los pasajeros. A lo lejos veo un puñado de personas, pero soy muy corta de vista, tanto como mi vestido, y por mucho que me esfuerce no veo nada.
Pero reconozco su forma de andar, y mi corazón da un vuelco. Es él, no hay duda. Nos saludamos con la mano y le espero al final de la barandilla. Un beso tímido, después de todos los momentos íntimos que hemos tenido, sin poder acariciarnos… Vamos hasta el coche, y nos dirigimos hasta mi casa. Tenemos poco tiempo, y hay que aprovecharlo.
Hablamos y nos vamos explicando que ha pasado durante estos días. Mientras conduzco, acerca su mano y acaricia mi pierna… tiene fácil acceso pues mi vestido es casi un cinturón ancho. Siempre he sentido que las manos hablan al acariciar, y las suyas hablan un idioma que compartimos… me hacen sentir segura, reconocida, deseada…
Sube un poco más su mano y roza mis braguitas… ya estoy mojada, sólo de imaginar todo lo que vendrá después… Ardo en deseo de llegar a casa y disfrutar de él sin parar, durante todas las horas que vamos a estar juntos.
Aparta un poco mi tanga y empieza a acariciar mi sexo, muy muy despacio… Mi clítoris ya esta hinchado, y con unos pequeños círculos podría llegar en seguida… pero para. Espera a llegar a casa¡¡¡¡
Llegamos por fin, dejo que se acomode y voy a prepararle café. Mientras voy dejando que las gotas de café caigan en la taza, se acerca a mí por detrás, y con sus pies me abre las piernas… un poco más abiertas¡¡¡ Me sube el vestido, que no opone ninguna resistencia, y mete su mano por mi tanga… Es un maestro en provocar deseo y cortarlo para ansiarlo más… conmigo lo está consiguiendo.
Acaricia mi coño que está totalmente mojado, ardiendo… y yo me entrego por completo a sus caricias. De repente, me embiste con su polla gruesa… el café se desborda… y vuelve a parar…
Quiere volverme loca, y lo está consiguiendo.
Nos sentamos a desayunar, café y dulces sólo él y para mí un té, y mientras me explica cómo ha ido el vuelo y demás… desabrocho su pantalón y no puedo evitar desayunármelo… Le saboreo con las ganas contenidas de todo este tiempo, recorro cada centímetro de esa gruesa verga que me embriaga como el alcohol… empieza nuestro baile, con una coreografía desconocida para ambos pero en perfecta armonía… me lleva hasta el dormitorio, y me rindo ante tanta sabiduría anatómica… Me hace vibrar una y otra vez.
Pierdo la noción del tiempo, sólo estoy entregada al deseo que ese hombre provoca en mi… Yo me reactivo una y otra vez, con cada orgasmo y él tiene un control absoluto sobre el suyo…
Después de varias horas sin descanso… hacemos un alto para reponer fuerzas, que empiezan a flaquear después de esa maratón… El sexo anal, me provoca orgasmos enlazados y la reactivación, hasta para mi, tiene un límite…
Empezamos a cocinar, y hasta para eso, es un baile compenetrado.
Ha insistido en hacerme una tarta, una tarta de arroz. Cocinar casi desnudos es una experiencia nueva. Empieza a pedirme los ingredientes y a mezclarlos… le ayudo siguiendo casi una coreografía. Tengo que ir derramando la leche en el bol de la masa mientras el va mezclando con movimientos acompasados, despacio, suave… La mantequilla se va derritiendo en mis manos y sólo quiero tocarle… de repente me agarra por las nalgas y me atrae hasta él… paso mis manos por su pene y me detengo en su glande con mi dedo pulgar que lo frota primero despacio y poco a poco acelerando… El se lanza hacia mis tetas y consigue que desaparezca mi pezón en su boca. Su lengua provoca una erección en mis pechos, y mis pezones quedan duros y firmes. Me gira y hace que apoye mis pechos sobre la encimera notándola fría en mis duros pezones. Me embiste por detrás… la mantequilla como a Marlon Brandon, nos ha facilitado el camino…
Nos damos un buen homenaje culinario y brindamos con vino celebrando estas horas de pasión compartidas.
Volvemos a la cama a descansar y a pesar que no soportar el contacto físico para dormir, me acerca a él para que descanse en su pecho…
Es la hora, se acabó nuestro tiempo y he de llevarle de nuevo al aeropuerto.
Vamos en silencio, temiendo la despedida…
Paro en la puerta, y nos besamos. ¿Vendrás tú ahora a verme a mí?… Sus ojos no preguntaban, daban por hecho que mi voluntad es suya.
Mi deseo y yo, viajaremos sin duda, hasta tu cuerpo…