Teletransportación
Mandrake Scream
Otra noche fría y solitaria de domingo.
En mi cuerpo aún perdura el recuerdo de nuestro último encuentro. Mmm.
Me introduzco en el lado oscuro y percibo su aroma. Ese aroma que excita mi libido.
¡Sé lo que tengo que hacer! ¡Estoy deseándolo!
Me recuesto sobre mi cama vacía y comienzo a activar el mecanismo de teletransportación.
Hoy mi Darkness Prince no está sobre aviso, pero es igual, pienso viajar hacia él de todos modos.
Mi respiración se vuelve pausada y rítmica, en mi mente sólo escucho a Sinatra y a Elvis cantando a dúo «Love me tender».
Mi cuerpo comienza a relajarse y el frío suavemente a disiparse.
Mmmm. ¿Qué me espera al otro lado?
Escucho mi respiración cada vez más profunda y comienzo a oír mis latidos. ¡El viaje ha comenzado!.
Lo imagino tumbado en el sillón. Sé que acaba de desconectar el ordenador. Aún no ha leído mis mensajes, pero no importa, esta noche juego yo sola.
Lentamente me aproximo a sus pies, los tomo entre mis manos y comienzo a ejercer una leve presión.
Él sabe ya que estoy ahí y sonríe. Conoce bien a este súcubo.
Relaja su cuerpo y yo comienzo a masajear.
Tiene los pies fríos y mis manos están calientes.
Ejerzo una suave fricción sobre la planta de sus pies y eso le produce un leve escalofrío.
Beso su empeine y, a la vez, acaricio sus tobillos.
Poco a poco voy ascendiendo con mis manos sobre sus piernas mientras mi cuerpo sinuoso se contonea en una breve danza.
Me detengo en sus rodillas. Y mis palmas aplican una leve presión, a la vez que mis dedos cosquillean su hueco poplíteo.
Le miro a los ojos y él mira los míos.
Mis manos se deslizan al unísono de arriba hacia abajo por sus pantorrillas, una y otra vez, con un ritmo lento.
Mi boca se ha vuelto húmeda y carnosa. Y mi labio inferior se refrota entre mis dientes con lascivia.
Él no aparta la mirada. Simplemente la hace más penetrante.
Mi boca se entreabre y el filo de mi lengua se pasea por el borde de mis dientes en un baile circular.
Él cierra los ojos, parece ser que le está gustando el juego.
Nuevamente mis dedos cosquillean la parte trasera de su rodilla. Pero esta vez, en vez de retroceder a sus tobillos, mis manos comienzan a ascender por el interior de sus muslos.
Mi respiración va acelerándose al unísono con la suya.
Siento en mis manos el calor que emana su cuerpo.
Mis dedos recorren el interior de sus muslos zigzagueando milímetro a milímetro.
Su excitación va en aumento.
A medida que voy avanzando hacia su sexo el mío se va humedeciendo.
Mis pezones están erectos y necesitan el roce de su cuerpo, así que mis manos evitan su verga y ascienden por su abdomen hacia su pecho.
Mi cuerpo como un murmullo se arrastra por su torso.
Y mi boca sedienta se acopla con su boca en un dulce beso.
Se escucha un gemido.
Y mientras se enredan nuestras lenguas introduzco su cuerpo en mi cuerpo. Lentamente. En armonía. Sintiendo cada célula, llenando cada hueco, y ese momento es sólo nuestro.
Recordad viajeros del inframundo:
S usurros y caricias.
E ncuentros casuales.
D eseos contenidos.
F ragmentos de almas mortales.
E ncontrad vuestra armonía.
L iberad vuestras pasiones.
I niciad la danza ondulante.
C on su ritmo penetrante.
E nganchaos al placer.
S aciad del todo vuestra sed.