
Viajando por el Astral (I)
Mandrake Scream
¡Wow!. ¡Estoy que me salgo!. Tengo los niveles de endorfinas por encima de sus límites y no puedo parar de sonreír.
Todo empezó hace unos días. Estaba yo sobre mi lecho esperando a que Morfeo me acogiese en sus brazos cuando de repente noté una presencia cercana a mi. Era una sensación que hacía tiempo que no tenía, un diablo estaba rondando mi lecho. ¡Mmmmm!. ¡Interesante!, esta vez no soy yo quien ha salido a pasear a ver que encuentra, si no que alguien ha venido a visitarme.
«¡Voy a dejarme llevar!» (pienso).
Noto como se aproxima por mi nuca, acaricia mi pelo y me besa el cuello. Dejo fluir mi esencia fuera de mi cuerpo físico y comienzo a acariciar la suya, mis dedos astrales se deslizan por entre sus piernas y su pecho y noto como sus nalgas se contraen un poco como en un espasmo intentando embestir.
Siento como olisquea mi pelo y poco a poco se acerca a mi boca. Noto como su lengua se introduce en mi boca y comienza a juguetear con la mia en un dulce beso. ¡Me encanta su sabor!, y siento como él se deleita con el mio.
Su cuerpo astral se acerca más al mio y puedo notar el contacto de su pene contra mi vulva. Sus dedos juguetean con mi vello púbico y su otra mano sujeta firmemente mi melena tirando de mi cabeza hacia atrás.
Observa como mis pechos erectos le dan la bienvenida y desliza sus labios y su lengua lamiéndolos. Siento el deseo de devorar mi sexo en su mente y mentalmente le invito a probarlo.
Algo le hace reaccionar, quizás el sabor agridulce de mis fluidos, pero el caso es que sin previo aviso coge mi esencia en volandas y me traslada a un salón y me sienta sobre una mesa con las piernas bien abiertas para poder estar él entre ellas mientras me besa salvájemente y dulcemente comienza a meter sus dedos en mi vagina buscando mi punto G mientras juguetea con su pulgar sobre mi clítoris.
Siento como el calor y la humedad de mi cuerpo físico va en aumento mientras mi cuerpo astral se prepara para recibir un orgasmo, y de pronto él para en seco dejándome con el deseo de tenerle dentro. Me mira con una mirada profunda y lasciva a los ojos, abre un poco más mis piernas y baja deslizando su lengua por mi torso en dirección a mi sexo.
Comienza a besar mis muslos mientras con sus manos acaricia mi vientre y mis pechos, acercando poco a poco sus besos a mi fuente de deseo. Su boca empieza a jugar con mis labios mayores y menores chupando y lamiendo todos sus recovecos, pero noto como le gusta hacerme «sufrir» en espera de algo más, con la punta de su lengua acaricia suavemente y superficialmente mi clítoris, haciendo círculos sobre él casi sin rozarlo, cada vez más rápidos. Y entonces, como en una espiral salvaje su lengua se pega a él buscando la presión que me haga estremecer.
Yo comienzo a gemir, y él se deleita con el oído de mis gemidos. Mientras tanto mi cuerpo físico ha comenzado a actuar por libre y está masturbándose. Él agudiza el oído intentando escuchar el roce de mis dedos sobre la humedad cálida de mi vagina. Y su astral se relame de placer e introduce su lengua de fuego dentro de mi astral, pero cuando nota que me voy a correr reduce el ritmo haciéndolo casi imperceptible, sin que baje mi excitación pero evitando que llegue tan pronto mi orgasmo, manteniéndome en ese limbo durante un eterno minuto que parecen siglos. Entonces sube el ritmo un poco y un pequeño orgasmo aparece en mi cuerpo físico y en mi cuerpo astral, no es muy intenso pero sí es largo. El deseo de tenerle dentro es inenarrable, él lo siente y de golpe se levanta penetrándome hasta el fondo como una furia enloquecida. En un sólo movimiento. Y mi pequeño orgasmo se convierte en un huracán a cada nueva profunda penetración. Eleva mis piernas para poder introducirse aún más adentro y acelera las embestidas, notando como mi excitación crece y crece en cada una de ellas. Yo agudizo mis sentidos y contacto con su cuerpo físico, siento como se masturba hasta alcanzar el orgasmo, y el sonido de sus gemidos hace que mi cuerpo físico se estremezca de placer orgasmando junto al suyo en una distancia física que ahora se ha convertido en inexistente por el contacto entre nuestras esencias. El clímax es tal que ambos caemos rendidos sobre nuestros cuerpos físicos pero sin perder la conexión de nuestros astrales. Y una sonrisa cómplice de placer se dibuja en nuestros rostros.
Dejamos transcurrir unos instantes grabando en nuestras mentes la experiencia vivida y nos despedimos hasta un próximo viaje con un tierno beso.
Cayendo de nuevo en los brazos de Morfeo.
Este ha sido el primero de los viajes astrales a los que me ha invitado otro diablo y ¡demonios infernales! ha sido increíble. Creo que otro día seré yo quien le invite a viajar porque es un gran compañero de viaje.
Lo siento mucho pero por hoy no tengo ganas de daros consejos, así que tendréis que esperar a que os relate otro de mis viajes, que ya os digo han conseguido que me encuentre en un estado que no quepo dentro de mis límites corpóreos terrenales.
Hasta pronto y no hagáis nada que yo no haría.