Viajando por el Astral (II)
Mandrake Scream
Ya os comenté mi viajecito por el Astral con ese diablillo que vino a visitarme.
Pues al día siguiente no podía quitármelo de la cabeza. Hiciera lo que hiciera mis neuronas iban una y otra vez a mi disco duro a la zona de memoria donde tenía almacenado los sonidos de nuestros orgasmos. Nadie podía sospechar que és lo que pasaba por mi cabeza, pero mi rostro reflejaba una satisfacción inusual, y mi cuerpo a su vez reaccionaba sutilmente humedeciéndose mi sexo y erizándose mi vello.
La mayoría de la gente pasaba a mi alrededor sin percatarse de mi presencia, todo el mundo iba a lo suyo, y yo mientras rememoraba mi viaje. Pero cuando llegué al colegio de mi cachorrita a recogerla, una niña pequeña se me quedó mirando con cara de extrañeza e hizo que me ruborizara al ver que era capaz de leer mi mente con sólo mirar mi cara. Y cómplice con ella le solté una carcajada y un guiño que hizo que se fuera y me dejase seguir disfrutando.
Ensimismada en mis pensamientos mi clítoris comenzó a hincharse apretándose contra mi ajustado vaquero al escuchar en mi cabeza de nuevo los gemidos de mi diablillo. Y comencé disimuladamente a masturbarme contra el pantalón. Todo el mundo estaba a su rollo y nadie se fijaba en mi , de pronto algo me sacó de mi trance, el rítmico ruido del silbato del nuevo profe de atletismo llamando a sus alumnos había sufrido un pequeño espasmo de atragantamiento que me hizo mirar hacia él. Entonces le miré y vi que se estaba sonrojando sospechando que algo pasaba en mis pantalones y le envié una pícara sonrisa de medio lado, guiñándole con disimulo un ojo. En ese momento dirigí mi mirada hacia su entrepierna y pude comprobar que algo estaba creciendo en su pantalón, él aún no se había percatado de su propia erección ya que estaba embobado mirando el sutil y rítmico movimiento de mis piernas. Así que dejando las sutilezas, le miré fijamente al paquete y me relamí con disimulo, él bajó la mirada a su entrepierna y sorprendido y sonrojado se tapó con el cuaderno de entrenamientos que llevaba en la mano. Yo me reí malvadamente mientras me mordía el labio inferior, y en ese momento la grabación de mi cabeza estaba llegando al clímax, y yo volví a correrme rememorando la noche anterior, mientras vi que el profe de atletismo salía despavorido, como alma que lleva el diablo en dirección a los baños.
Esa misma tarde mi cachorrita salió enfadadísma de clase soltando pestes del nuevo profe de atletismo porque le había castigado por hablar durante los entrenamientos mientras que a los demás no les había dicho nada y como le había protestado el profe le había dado una notita de que quería hablar conmigo.
¡Uy, uy, uy! ¿sería cierto que era un tema de disciplina para con mi hija o es que quería enseñar disciplina a su madre?.
El caso es que al día siguiente me personé en el despacho del polideportivo a la hora indicada con cara de buena y muy recatadita en plan madre.
Al entrar en el despacho la sonrisa que me dirigió me hizo sospechar que tan solo había sido una excusa para verme a solas y poder hablar libremente. Me ofreció una silla para que me sentase, él se sentó en una silla contigua y comenzó a decirme que estaba encantado con lo buena atleta que era mi cachorrita, que estaba llamando a todos los padres para conocerlos ya que era nuevo en el colegio. Seguimos charlando amigablemente cuando de repente me salta sin venir a cuento y pasando a un modo más distendido:
-Perdona, ¿puedo preguntarte qué estabas pensando ayer a la salida de los niños de clase?
Yo, en un primer momento me sonrojé, y me puse a mirar al techo, y él que se percató de mi azoramiento continuó diciendo
-Es que creo que tú y yo nos hemos visto antes pero en otro plano
-«¿Qué?, ¿Cómo?» (pensé) -¿En otro plano? ¿a qué te refieres?- pregunté haciéndome la despistada. A lo que él contestó
– Ante anoche, en el astral-.
«¡Coño!, ¡que directo!» (mi mente exclamó por mi), y siguió como si hubiese leído mi mente
-Sí, me gusta ser directo cuando me tropiezo con otro ser del Averno, y más si nos hemos compartido antes.
– ¡Alucinante diablillo!, así que no es que te jugase una mala pasada tu anatomía humana, si no que estabas escuchando a escondidas como rememoraba nuestro encuentro- le contesté.
– ¡Me has pillado, diablesa!, por cierto, ¿te apetece que volvamos a vernos en el Astral esta noche?, o mejor aún, mañana sábado tengo que viajar a la villa a una reunión, si quieres puedo coger un hotel y podemos conectar en este plano.- me dijo él.
– ¡Buen plan!, porque además mañana yo también tenía que ir a la villa para hacer unas compras. Así que esta noche nos vemos en el Astral y quedamos mañana para vernos en la villa.
Esa noche fue incluso mejor que la anterior y en cuanto al viajecito por la tierra os lo contaré en otro momento.
Hasta entonces ya sabeis, sed buenos y no hagais nada que yo no haría.