Giovanna, cap 2: descubriendo «La Vie en Rose»
Moonlight
– La Vie en Rose, buenos días, ¿qué le apetece hoy?
– Eeemmm… buenos días… – la voz me temblaba un poco –quisiera solicitar un servicio cuanto antes.
– Por supuesto. Nos desplazamos a donde usted guste. ¿Un varón? Prefiere rubio, moreno…
– Prefiero una mujer.
– Perfecto. Hay más variedad. Tenemos varias razas y estilos de mujeres. Dígame qué le apetece para hoy.
– Mmmmm –no sé qué decir, así que me confieso –es la primera vez que solicito este servicio… no lo sé. Sólo quiero probar.
– Perfecto, tranquila. Dígame su dirección y fíese de nosotros. En aproximadamente 20 minutos su servicio estará con usted. Sólo tardaré unos minutos en abrir su cuenta, no se preocupe, somos muy discretos con sus datos.
20 minutos. Mmmmm, nervios. Muevo los hombros para eliminar un poco la tensión. Me tumbo en la cama y cojo el mando de la tv. 5 canales X en la lista, me ayudarán a ponerme en situación. Casi no puedo creer que lo haya hecho, pero ahora ya no pienso echarme atrás. Sólo imaginármelo me excito sobremanera.
Pienso si ir al vestidor a por alguno de mis conjuntos de lencería, pero el albornoz es tan suave y gustoso… además, me gusta la idea de esperar prácticamente desnuda. Busco entre los canales porno alguno con dos mujeres. Encuentro lo que quiero. Me obligo a no tocarme aún, que mi excitación crezca hasta el límite. Las mujeres de la tv se desnudan la una a la otra, se chupan los pezones y una de ellas baja directamente al sexo de su compañera. No puedo evitar regodearme en el cómo sera…
Suena el timbre de la puerta trasera, esa puerta que tiene telefonillo directamente en la habitación y que muy pocos saben de su existencia. Contesto e indico cómo llegar a mi habitación. Ella llega con una pamela y gafas de sol… factor sorpresa hasta el final.
Llama a mi puerta, apago la tv y digo –adelante -La mujer entra sigilosa en el cuarto, lleva la pamela y las gafas en la mano. – Buenos días, mmmmm, una clienta especial, joven y guapa, no suele ser lo habitual. Me siento afortunada. -Me mira acariciando sus labios con la patilla de las gafas de sol. Se acerca al sofá y deja su bolso, chaqueta, pamela y enseres varios. – Bien, señorita, tú mandas.
Mis ojos inquietos le miran. Lleva un vestido estampado. Rasgos suaves, piel blanca y larga melena rubia y ondulada. Cuerpo de formas armoniosas. Me muero por adivinar qué se esconde bajo ese vestido. Recostada en mi cama y envuelta en el suave albornoz, no puedo ocultar mi excitación y mis ganas.
– Desnúdate, quiero mirarte.
Ella sonríe. No le incomoda mi orden y no sé cómo, sabe que tiene que guardar silencio. Me incorporo y me muerdo el labio, no quiero perderme detalle.
Guardando una pose sexy, echa los brazos atrás para abrir la cremallera de su vestido estampado, en el silencio se oye el largo sonido. Baja primero el vestido de los hombros, dejando entrever los tirantes del sujetador. El vestido cae al suelo, acariciando la piel a su paso. Mis ojos se entornan, mi boca entreabierta. El conjunto de lencería color melocotón oscuro contrasta con su piel pálida, no lleva lencería exagerada de prostituta, el local tiene estilo. Con el vestido aún a sus pies, se desabrocha el sujetador. Sujeta sus pechos mientras baja los tirantes, y finalmente, los descubre, dejando caer el sujetador. Mis pupilas se dilatan. Que belleza. Pezones rosados coronando un pecho firme del tamaño perfecto. Ella acaricia sus caderas antes de coger el tanga de encaje por los laterales, y bajarlo despacio. Una linea de vello rubio cubre su sexo. Sale del vestido y lo aleja de la zona con el pie, y se queda quieta, mirándome. Parece que disfruta de cómo la observo…
Continuará…