
Giovanna, cap. 3: la primera fémina
Moonlight
Me levanto de la cama acercándome a ella, miro directamente sus labios, sus pechos, la rodeo. Descubro en la parte de atrás de su cuerpo unos glúteos firmes con curva pronunciada. No está excesivamente delgada, y me encanta que sea así. Es perfecta, majestuosa tal y como es. No le incomoda mi mirada. Vuelvo a colocarme frente a ella, aún cubierta por mi albornoz. Estiro el brazo, decidida a tocar uno de sus pezones. Pellizco suavemente y la expresión de su cara cambia. Le noto cómoda, a gusto. Me mira mientras acaricio su pecho. – En este momento soy tuya, toma lo que te apetezca.
Sus palabras mojan aún más mi sexo. Me acerco a su desnudez, aparto el cabello rubio hacia atrás y beso su hombro. Observo sus pechos, pálidos, rosados, me parecen preciosos y apetitosos, dos pastelillos de fresa sujetos por mis manos. Los levanto, los acaricio, disfruto el momento sin prisa. Con gran deleite acerco mis labios a uno de sus pezones, succionando suavemente. Me encanta la nueva sensación. Mi flujo ya cae por mis muslos. Saboreo el pezón rosado y erecto, cambio mi boca al otro y pellizco suavemente el anterior, humedecido por mi saliva. Ella gime. Disfruto sus pechos por largo tiempo.
Cojo su mano y la llevo a la cama, indicándole que se siente en el borde. Ella coge un cojín y se recuesta. Abro sus piernas suavemente y observo. Bajo la fina linea de vello rubio asoman sus labios, jugosos. Toco su sexo con dos dedos, acaricio, me invade el calor que emana y me desprendo del albornoz. Me arrodillo entre sus piernas y la miro desde abajo. – Me excitas mucho. Me gusta tu aroma. Quiero comerte –Mirando sus pechos hundo mi boca en su cavidad, inundando su clítoris. Disfruto con sus gemidos. Aprieto mis labios contra su sexo, mi lengua pasa entre sus labios, una y otra vez. Succiono su clítoris, intento meter mi lengua en su agujero, me encanta el sabor. -Tócate los pechos, quiero ver como juegas con ellos –ella obedece, arqueando su espalda por el placer. Sigo saboreando, no soporto más mi excitación y comienzo a tocarme mientras mi boca sigue jugando en su sexo. Sé lo que me gusta y estoy muy excitada. No tardaré mucho en correrme. Apoyo mi cabeza en su muslo y disfruto del espectáculo. Ver cómo juega y pellizca sus pezones rosados me pone muchísimo. Estalla mi orgasmo e inunda mi cuerpo con un temblor. Quedo exhausta pegando mi nariz a su sexo húmedo.
Ella se incorpora y me acaricia la cabeza. -te sirves tú misma, eres la clienta ideal –sonrío, extasiada. Ella se levanta, dejándome apoyada en la cama, y se acerca a su bolso. Coge algo que parece una goma de látex y lo pega a su sexo.
-Me gusta verte disfrutar. Quiero que pruebes más novedades –Vuelve a tumbarse en la cama y me anima para que me ponga sobre ella. Levanta la pelvis y roza su vulva con la mía, mis ojos se encienden. No había pensado en eso.
Cruzamos nuestros muslos y comienzo a restregar mi sexo contra el suyo. El calor de ambas se junta y la sensación es sublime. De vez en cuando estiramos las manos y nos pellizcamos los pezones. Apretamos nuestros sexos uno contra otro, mi clítoris arde. Presiono más, ella sigue pellizcando sus pezones, la imagen me vuelve loca y ella lo sabe. Vuelvo a estallar, mi cuerpo se convulsiona en un gemido potente y late fuerte. Quedo apoyada en su muslo. Ella se incorpora y me tiende en la cama, donde me quedo cómodamente, sudada y exhausta. Casi ni me entero, entra al baño, se asea y se viste. Me da un beso en el pelo y me dice –ha sido un placer, vuelve a llamarme cuando quieras –y desaparece. Casi ni me entero de que se ha ido. Me siento tan relajada, surcando el cielo, poco a poco caigo dormida…