Renovando el minizoo
Barbarella
Aprovechando que estoy renovando vestuario, he pensado que es época de renovar mi minizoo, y aquí estoy valorando diferentes alternativas:
El mono: Desde los 17 ha sido el niño guapo de la cuadrilla. Bar en el que entraba, bar en el que ligaba. Nunca tuvo que esforzarse, incluso la chica más llamativa se fijaba en sus encantos. Actualmente ni es tan guapo ni tan carismático. Se ha dejado, y entre otras cosas, luce una incipiente barriga cervecera, pero cuando se mira al espejo ve al mismo adonis que tantos triunfos le logró. Un entorno tan favorable en el que nunca tuvo que currar le ha hecho ser un vago. Como mucho te deleitará con un «ponte arriba» y si te descuidas lo decorará con un «es menos cansado».
El osito: ¿Quién no ha tenido ese adorable amigo? Está aconstumbrado a recibir calabazas con el argumento «si yo te quiero mucho como amigo». Se ha pasado la vida deseando la suerte de su amigo «el mono» que tenía la chica de sus sueños con un chasquear de dedos. Al final al mono estas chicas monas no le duraban más de media hora y terminaban llorando en el hombro del dulce osito. Es un romántico, te propondrá hacer el amor a la luz de las velas. Tendrás una velada digna de una película, y le pondrá ganas, eso sí todo muy higiénico, no se atreverá a realizar esas fantasías no aptas para la futura dueña de su corazón.
El polilla: Su vida es tan gris como su traje. Ha cumplido con buena nota todos esos retos que impone la sociedad lográndo una insípida vida carente de pasión. Vive escondido en una casa unifamiliar que encaja perfectamente en el puzzle formado por el resto de casas de esa urbanización, de la cual por una u otra razón casi no hace falta ni salir, hasta que decide respirar…Entonces cual un insecto a la luz es atraído por tu seductor vestido rojo. ¿Pero dónde ha estado encerrado este masculino? No sabe nada de nada, lo que te hace pensar que jamás le han hecho una mamada. Si algo tiene es recorrido, y le pone cariño, con un poco de suerte llegarás a «la carretilla».
El tiburón: Nunca sabes cuando va a aparecer pero siempre le precede una inquietante música, digamos que «de película». Te ha observado y espera justo ese momento en el que estás apurando tu cerveza, y sin darte tiempo a reaccionar el camarero te saca otra ronda de su parte. Una sonrisa y ya eres su cena. En pocos segundos te va a devorar, déjate y disfruta que va a degustarte de abajo a arriba.
El culebrilla: Es un culo inquieto por naturaleza. Generalmente trabaja de comercial, y se va a encargar de que no tardes en comprarle su producto. En la cama no sabe estar quieto, lo que tal como está el minizoo es de agradecer. Arriba, abajo, un poco de cuchara, ahora tu, venga yo, un no parar…Ya puedes haberte echado una buena siesta porque de revolcón a revolcón, empalmando con el mañanero no vas a dormir.