Tutorial
Diablos Invitados
Autor: Fast Bender
Esta iba a ser la ultima remesa de grabaciones que pudiera conseguir, mi fuente de material se había terminado al tiempo que suprimían el turno de noche en los grandes almacenes. Como vigilante de seguridad y estudiante de grado de audiovisuales enseguida me planteé hacer mi proyecto fin de carrera con la perspectiva silenciosa de las cámaras de seguridad, y con el enfoque de comportamiento social que el desconocimiento de la situación otorga.
Me dirigía a uno de los auditorios de la universidad, para visionar los contenidos, a mi encuentro con uno de los profesores que se había volcado en ayudarme en el proyecto, pues veía proyección a mi idea, al nivel de presentarla en algún certamen cinematográfico.
Mientras yo bajaba por las escaleras centrales de la sala, Marcos, mi profesor, el cual me pidió que le tuteara desde que comenzó a ayudarme en el proyecto, estaba ya en la mesa central. Era prácticamente nuevo en la docencia, todavía ilusionado por compartir conocimiento, sin haber caído en la monotonía, y sin ser corrompido por el sistema educativo. Tenia un aire bohemio, casi despistado, con americana de ante, vaqueros y gafas de pasta, condenadas ellas a deslizarse por esa nariz griega, le daban un toque melancólico que contrastaba con unos pómulos y una mandíbula masculina bien formada, que hacia derretirse a mas de un alumno, yo incluido.
Desde que empecé sus tutorías, varias veces le había visto correr por el campus en sus horas libres entre clases, y ya había tenido el impulso de seguirle por los jardines mas apartados, pues también habíamos cruzado alguna mirada cargada de intenciones.
Nos saludamos cordialmente, mientras el ordenaba sobre la mesa su maletín lleno de apuntes, bocetos y botes de pintura al oleo, pues era aficionado a la pintura en varias disciplinas.
Deje mi bandolera a un lado, preparando el proyector y mi pendrive para comenzar la selección de imágenes que daría forma al trabajo.
Los vídeos reflejaban a los clientes y empleados en un ir y venir, a veces caótico y otras extrañamente ordenado, y, mientras las horas pasaban, se apreciaban picos de afluencia y tranquilidad, acorde seguramente a algún algoritmo ya descifrado por alguna empresa de marketing.
Nos fijábamos sobre todo en los comportamientos peculiares, los devaneos misteriosos o las acumulaciones inesperadas, hasta llegar a la casi completa quietud de las horas nocturnas. Estas últimas, pasándolas a velocidad rápida, pues no solían diferir entre una noche y otra. Hasta ahora.
Con ojos abiertos, ambos nos acercamos a la pantalla, al ver como dos jóvenes empleados estaban teniendo uno de los mas morbosos y excitantes polvos que había visto nunca, ello quizás, motivado por la autenticidad del acto y por la sensación espía de tal lujurioso encuentro.
Noté como Marcos se iba poniendo algo nervioso mientras se acercaba a mí, que ya estaba en la mesa editando el vídeo. Arrimando su sillón de despacho a mi silla me iba dando consejos sobre como encuadrar y alinear las diferentes tomas. Disimuladamente yo acercaba mi pierna a la suya provocando el roce con un claro objetivo. Baje la mirada a su entrepierna y un abultado miembro atrajo mi atención. Pese a mi juventud ya tenia experiencia y todavía menos escrúpulos como para cortarme en este tipo de situaciones, mas aún viendo que él estaba cohibido, debido seguramente a la mezcla de excitación e indefensión que sentía por ser yo, un alumno bajo su tutela.
Sin mas esperas, le aparte de la mesa lo suficiente como para acercar mi boca a su paquete, para, aun por encima del vaquero, presionar con mis dientes su glande, el cual tensaba la tela del pantalón ya humedecida por mi saliva. En su cara se veía la sorpresa que le había causado mi pronta reacción, y egoistamente, seguí retirándole la ropa sin darle tiempo a pensar, aún sabiendo lo que él se estaba jugando si nos pillaban en esa situación.
No era habitual que un hombre de sus características se me pusiera a tiro a menudo, y el hecho de que se sintiera en riesgo e incluso así sucumbiera a mis encantos me excitaba todavía mas.
Rozaba con mi incipiente barba sus genitales a la vez que lamía su miembro. Estirando la mano, alcancé a tocar un pecho velludo y unos pezones erguidos en los que no escatimé pellizcos alternados de magreos y caricias
Me deshice de mi ropa y agarrándole del brazo le hice incorporarse del asiento, ocupando yo su lugar y tirando de él para ponerle de rodillas, llevando así su cara hacia mi polla que estaba ya totalmente erecta. Se afanó en tragársela entera, pero el tamaño y mi presión sobre su cabeza le hicieron tener varias arcadas. En el momento que dejé de sujetarle, se incorporó y ladeó, a la par que echaba miradas furtivas a las puertas, con el miedo de que alguien entrara, y con sometimiento se apoyó en la robusta mesa central. Agarrándole los brazos a la espalda, como si le hubiera pillado robando en los grandes almacenes, le penetré casi con furia, aunque solo vi placer en sus gestos, lo cual me incitó a dar mas embestidas. Sus gemidos iban subiendo de tono mientras movía los brazos estirándolos hasta el final de la larga mesa, tirando en una de esas ocasiones el abierto maletín con sus hojas y pinturas, esparciendo por el suelo todo su contenido.
La reproducción del vídeo seguía su curso en la pantalla del portátil, el cual motivaba mis movimientos. Envolviendo su pecho con un brazo, y agitando su polla enérgicamente con el otro, noté como su excitación aumentaba mientras apretaba su cuerpo fuertemente junto al mio, haciendo las penetraciones mas y mas profundas.
El hecho de estar frente a un auditorio hizo volar mi imaginación, y mi lado mas exhibicionista me llevó a casi ver a mis compañeros de curso mirando la escena, algunos asombrados, otros avergonzados, pero todos mirando. Tal momento de egolatría me hizo pensar solo en mí, y tan pronto como sentí el orgasmo llegar, mordí su cuello dominado por el placer, dejando mi marca dental en él. En el momento de clímax mi verga palpitaba tan vigorosamente que algo consiguió tocar, pues mi profesor soltó un gutural gemido al tiempo que eyaculaba esparciendo su semen por encima de la mesa. Solo durante unos instantes permanecimos unidos con la intención de perpetuar en nuestra memoria ese momento que sabíamos no se repetiría.
Vestidos ya, dejamos ahí la sesión de maquetación y edición ese día, y recogimos los aparatos que habíamos usado. Viéndole recoger sus bocetos y pinturas esparcidas, con el pelo alborotado y con continuos gestos subiéndose las gafas debido al sudor, no pude sino tener un sentimiento de ternura, ante la ingenuidad e inocencia que desprendía un hombre con su vida y edad. Giramos bruscamente la cabeza en dirección al ruido de una de las puertas que se cerraba tras una de las señoras de la limpieza. Justo a tiempo, pensé. Acabamos de recoger precipitadamente y nos encaminamos hacia esa misma salida, Marcos era un buen profesor pero un pésimo actor, andaba erguido y torpemente cuando nos cruzamos con ella saludándola cortésmente al pasar. Dejé que Marcos se adelantara para echar una última mirada a la empleada, la cual me la devolvió con una sonrisa picara.