¿Sueño o realidad?
Diablos Invitados
Autor: El Cosmonauta
¿Nunca te has despertado en medio de un sueño del que querías seguir disfrutando? Intentas seguir durmiendo para que continúe, pero, por mucho que lo intentes, ese sueño ya no vuelve.
Hace unos meses, amanecí en otra ciudad donde me desplacé por motivos de trabajo. A primera hora tenía una reunión. Hasta aquí nada que no hubiese sucedido en numerosas ocasiones anteriores. Ya habíamos comenzado la reunión cuando entró una chica. Era muy guapa, bonita figura (no exenta de curvas), vestido corto que le sentaba muy bien, labios pintados, larga melena. Se movía grácil y coqueta. Desde luego entraba sobradamente dentro de los patrones de belleza que yo tengo para las mujeres. Dicen que somos energía. Yo no sé si era energía, pero, desde luego, tenía un cierto magnetismo que me hizo ponerle una atención especial durante todo el tiempo que compartimos. Era alegre, desenfadada, creativa, inteligente, manejaba la situación con suficiencia, como desde otro plano. Se parecía mucho al perfil de Barbarella, “diablilla” que sigo en sus publicaciones en Devilbao.
Confieso que, inicialmente, sentí una fuerte atracción física y sexual por esta chica a la vez que admiración intelectual. Lo cierto es que me daba miedo. Un hombre de “taitantos” años, largo tiempo ya fuera del mercado que fuese sometido al examen y escrutinio de una mujer como ella… Sólo de pensarlo imponía, pero ya se sabe el cerebro tiene interés por situaciones con cierto peligro.
La casualidad hizo que por necesidades de trabajo tuviésemos una colaboración más estrecha, pero en la distancia (vivíamos en Comunidades Autónomas distintas). Aquí fue donde empecé a descubrir que detrás de esa mujer controladora de la situación, que marcaba las normas y la distancia, con una belleza exterior evidente se podía adivinar una mujer tímida, sensible, dulce diría yo, pero desconfiada, como si temiese que el mundo le hiciera daño. Quizás alguna mala experiencia, quizás alguna herida aún no cicatrizada.
La realidad fue que lo que empezó como atracción física se estaba transformando en una necesidad cada vez mayor de descubrir y conocer a esa mujer que se escondía detrás de la imagen de “Barbarella”.
Cada día esperaba con ansia el momento de hablar con ella. Junto con los temas de trabajo intentaba intercalar otros más personales que me ayudasen a descubrir la verdadera belleza, la que se encuentra en el interior (la exterior era obvia) y descartar que estuviera ante una quimera.
Pasaron los días y cada vez me sentía más atraído por esta mujer que estaba descubriendo.
Una segunda reunión de trabajo hizo que volviéramos a vernos. No podía dejar de mirarla. Tenía la sensación de conocerla hacía mucho tiempo y sentía la necesidad de tenerla entre mis brazos, besarla, sentirla … Tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no dejarme arrastrar por lo que mi subconsciente me pedía. No era el momento, ni el lugar.
Pero ¿Qué pensaría ella? ¿Sentiría algo como lo que estaba sintiendo yo? No me podía quedar con esa duda y ahogar mis sentimientos así que se lo dije. No abrió sus puertas de par en par, pero tampoco me dio con ellas en las narices. Estaba ante la oportunidad que nunca habría soñado.
¿Por qué me habría dado esta oportunidad? ¿Era por pura insistencia ó cabría alguna posibilidad de que algo en mi le gustara?
Me alegraría pensar que era la segunda opción, pero yo estaba dispuesto a hacerme acreedor a la oportunidad que me había brindado
Me imaginaba abrazándola, besándola, sonriendo juntos, recorriendo cada centímetro de su piel y haciendo el amor con ternura y pasión.
En ese preciso instante me desperté del sueño. Mi corazón aún llora porque lo siente real.
Quien esto escribe es la pluma,
Quien esto dicta, mi alma
Quien te quiere y no olvida
Ya sabes cómo se llama